Capítulo #23

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Nadie.

Luego de unos intercambios más de palabras, Erick tuvo que volver al trabajo y a Damaris y a mí nos mandaron a casa no sin antes dejarnos claro que nos descontarían el turno de nuestro sueldo.

Ésta vez yo manejé para llegar al apartamento ya que Damaris estaba aún bastante adormilada como para conducir, obviamente aprovechó el viaje para dormir un poco más no sin antes pedirme disculpas y verificar si me sentía bien.

Cuando llegamos al apartamento nos encontramos con la tal vez grata sorpresa de que el apartamento estaba vacío y una nota de parte de su prima.

Fuimos ambas a ver el contenido de la misma ya que en ningún momento ha soltado mi mano, y su excusa de la cual no me quejo, es que la última vez que lo hizo me desmayé.

—Fui a buscar mi propio apartamento, aprovechen y hagan sus cochinadas mientras no estoy, no lloren por mí. Atentamente la Vargas más hermosa —Leyó en voz alta mi prometida funciendo el seño ante lo último—. Patrañas son las que dice, es obvio que yo soy la Vargas más hermosa —Protestó mientras yo reía y le dejaba un beso en la mejilla por sus ocurrencias que al menos también para mí eran verdades, sacándole así una sonrisa a pesar de su drama.

Compramos pizza y soda ya que ninguna de las dos quería cocinar, finalmente para comer mejor Damaris me soltó la mano, no sin antes dejar un beso en el torso de ella.

Después de comer, cuando yo lavaba los platos y ella limpiaba los muebles mientras escuchábamos Morat, comenzó a sonar un melodía con un ritmo suave y a la vez de aquellos que te dan ganas de bailar. Mi prometida no desperdició la oportunidad y me ofreció su mano.

Sin dudarlo acepté, comenzando así una pequeña danza improvisada al compás de la melodía. Cuando llegó al coro Damaris se acercó a mi oído y cantureó a la par del vocalista la canción, haciéndome entremecer un poco.

—Que bailemos, que lo peor que puede pasar es que nos gustemos —la acompañé cantándole al oído de la misma forma que hacía ellaya que he estado escuchando las canciones bastante últimamente y ya me sé mínimo el coro de varias de ellas. Y aunque no la ví sé que sonrió.

—Porque cuando las cosas buenas tienen que pasar, simplemente pasan —terminamos de cantar mirándonos a los ojos, y sabiendo que la melodía había terminado seguimos dando vueltas por la habitación sin quitar la mirada de la otra.

Sus ojos tenían ese brillo que tanto me gustaba, aquel que solo puedo encontrar en sus ojos y me llama la atención como si se tratase de que yo fuera un niño viendo un dulce.

Sin embargo, podía notar de igual forma que había algo que estaba reteniendo, algo que quería decir y no se atrevía.

—Dilo —motivé confundiéndola un instante—. Hay algo que quieres decir, así que dímelo.

—No sé si sea el momento, Ads —dudó—. No quiero arruinar esto.

Y como respuesta le dije algo que aprendí cuando encontré a Verónica aquel día en la bañera.

—Siempre es el momento, querida. Nunca sabemos si haya realmente una oportunidad más tarde —Motivé de nuevo.

Vi el miedo en sus ojos, y creo que yo también lo tenía porque una parte de mí sabía lo que iba a decir y eso me aterraba.

Me aterraba porque sentía lo mismo, y la última vez que dije aquellas palabras al día siguiente encontré muerta a esa persona.

Pero también sabía que era necesario decirlo, es como dice Morat: "Mejor llorar un beso a no volverlo a recordar".

—Estoy enamorada de ti, Ads. Y entiendo si aún no estás lista para decir lo mismo o no lo sientes pero esto es algo que yo siento —Confesó cerrando los ojos, con temor a mi respuesta.

Yo sonreí, y liberando mi mano la tomé del mentón, levanté su cabeza haciendo que pudiera mirarme cuando abriera los ojos y estampé delicadamente mis labios sobre los suyos, diciéndole de esa forma lo que igual luego terminaría diciendo en voz alta.

Noté su sorpresa, pero luego me correspondió pasando sus brazos al rededor de mi cuello, profundizando el acto de esta manera. No había segundas intenciones que no fueran demostrarnos nuestros sentimientos por la otra.

Al cabo de lo que no sabría si decir si fueron segundos o minutos, no separamos por falta de aire. No abrimos los ojos en ese instante ni nos separamos, sin embargo, cuando hicimos lo primero no dudé en decírselo ahora con palabras.

—Yo estoy enamorada de ti también, Damaris.

🌈🌲

Finalmente después de terminar de limpiar, decidimos que lo mejor sería ir a dormir desde ahora para evitar que se repita lo de la mañana.

Estaba por irme a mi habitación cuando la contraria me detuvo.

—Quédate otra vez, quédate toda la noche. Quédate otra vez, quédate más de las doce —Cantureó en propuesta, y con una sonrisa, acepté.

¿Cómo iba a decirle que no? Tampoco es que tuviera porqué hacerlo finalmente, así que luego de ir por unas cosas me acosté a su lado.

Entre la oscuridad de la habitación nos mirábamos como hace unas horas mientras bailábamos.

—Sueña conmigo —susurró la más baja con una sonrisa y un guiño. Yo reí en voz baja recordando también cuando me dijo eso por primera vez en mi cumpleaños y sin que ella se lo esperara, le respondí.

—Y tú conmigo —devolví también con un guiño sorprendiéndola gratamente ya que me miraba con ambas cejas levantadas y una sonrisa.

—No me hables así, bonita porque de lo contrario tendremos que ir practicando de una vez para la luna de miel —Bromeó. Creo.

Yo reí y le hice caso porque conociéndola si me lo cumple y realmente tenemos que dormir.

Luego de esa mini conversación volvimos al silencio y después de apreciar la imagen de la otra por unos minutos que a mí me parecieron una eternidad muy bonita y entrelazar nuestros meñiques con una pequeña sonrisa, finalmente pudimos dormir.

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Ay, son tan tiernas... 😩🤧

Y si, ya sé que es corto el capítulo...

Prometo que me esforzaré por que el siguiente sea más largo...

Es todo por ahora, cambio y fuera...

86 días siendo nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora