Capítulo #8

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Nadie.

A la mañana siguiente, me desperté de algo parecido a una siesta que tomé para ya no dormirme mientras escribía y revisaba análisis clínicos y más.

En este trabajo uno no puede darse el lujo de equivocarse, si bien es cierto que también somos seres humanos imperfectos; uno error nuestro por lo regular le cuesta la vida a alguien.

Fuí al baño para arreglar un poco mi uniforme y cabello, me puse algo de loción, desodorante y me lavé la cara y las manos. Cuando finalmente me ví algo presentable me reporté comencé de nuevo a trabajar.

🌈🌲

Al cabo de unas horas mi turno terminó. Por ahora solo trabajo de dos a tres veces a la semana, ya que, según la ley; un médico no puede trabajar más de 80 horas semanales, y al menos a los primerizos nos respetan eso.

Mis turnos suelen durar de 24 a 36 horas, es por eso que debo llevar una mochila con cosas personales porque aveces nos tomamos solo una horas para descansar.

Y sí, es hipócrita porque recomendamos dormir mínimo 8 horas diarias y tener una sana alimentación, pero la verdad es que nosotros no podemos darnos esos lujos.

Entre turnos dormimos máximo 4 horas y fuera de turno ya podemos dormir un poco más pero no tanto, pues tenemos que prepararnos para el siguiente turno.

Y sí, también es bastante agotador. Pero a pesar de todo amo mi trabajo, digo, no le recomendaría a un niño o estudiante que escogiera la carrera de medicina pero amo lo que hago.

No creo que salvemos vidas, he visto más gente morir que salvarse en la sala de urgencias, y no es nada bonito, cada una de esas personas que ves morir es un trauma horrible que te persigue por el resto de tu vida, pero también puedo jurar que hacemos el esfuerzo.

Realmente hacemos el esfuerzo, y el mal humor y los errores que muchas veces traemos es porque no hemos comido o dormido, nuestro alimento principal es el café.

Ahora estoy frente a la puerta del apartamento de Damaris tal y como le prometí. Me pregunto si estoy haciendo lo correcto al darle una oportunidad más de explicarse o tal vez de engañarme.

Y es que realmente no estoy molesta con ella, tengo miedo de que vuelva a engañarme y me siento herida.

Me siento herida porque comenzaba a confiar en ella y lo poco que comenzaba a reconstruir de mi mundo se vino a bajo cuando lo supe.

Me siento herida porque me estoy acostumbrando a ella y ella me toma como un juego o algo por el estilo. Algo, no alguien, algo que puede manejar a su antojo.

Aún así, dispuesta a escucharla al menos, me adentré en el apartamento. Encontrándome con su ausencia. Sé que probablemente esté trabajando, más tarde le preguntaría cuál es su especialidad para tener en cuenta sus horarios.

Y ahora aunque muero de sueño, opté por dejar mis cosas, cambiarme la ropa y salir de allí.

Deambulé por las calles sin algún rumbo fijo, hasta que, a mi parecer; tuve una gran idea.

Me adentré en un bar, viendo que aún siendo bastante temprano había bastante gente, tanto en las mesas como en la pista de baile.

La barra era la que más asientos libres tenía, así que me dirigí a ella y pedí una cerveza.

Estaba harta de tanto, tantas emociones, tantos descubrimiento, tanto trabajo, tanta charla. Simplemente quería descansar un poco de todo eso, y pensé que una buena opción sería esa.

86 días siendo nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora