Nadie.
Después de aquella conversación con la doctora Ángeles ella tuvo que irse de la habitación y por desgracia yo también ya que pronto comenzaría mi próximo turno.
Sinceramente no tenía ganas de nada, solo de quedarme a su lado esperando alguna señal de ella.
Resignada tuve que ir al apartamento y en cuanto abrí la puerta, su aroma me invadió así como muchos recuerdos de todo lo que hemos vivido juntas.
Mi objetivo de solamente hacer lo necesario e irme al instante de terminar se fue por la culata cuando escuché el toque de la puerta.
Confundida iba a abrir, pero no iba a hacerlo así como así, debía asegurarme de que no fuera un asesino serial quien estuviera tras la puerta o algo por el estilo.
—¿Quién? —Pregunté audiblemente como si en caso de que fuese un asesino o un secuestrador me lo fuesen a decir.
Me dí un zape mental ante eso y luego de escuchar un "yo" de la parte con contraria que por su voz reconocí como Antonia, abrí la puerta con desgana.
—¿Qué? —cuestoné hostilmente y sin rodeos, sin embargo, ese sentimiento de enojo hacia ella se fue en cuanto vi su estado.
A duras penas se mantenía de pie con ayuda de la pared del edificio, tenía múltiples golpes por todo el rostro con sangre, hinchado y la ropa desgarrada mientras sostenía su abdomen con una mano, la cual ya estaba bastante ensangrentada.
Inmediatamente corrí a la cocina buscando en cada rincón de la misma con desesperación un frasco de miel, u es que quiero decir, sí, me desagrada y no estoy contenta con ella. Aún así no le deseo la muerte.
Cuando finalmente dí con él, no perdí tiempo y fuí hacia ella, quien; con mucho esfuerzo, logró entrar al departamento por su cuenta.
La ayudé a recostarse en el piso, que era lo más cercano a una superficie plana y firme que había en el lugar, levanté su remera con cuidado por si estaba relacionada con la herida y al verificar que no fue así, comencé a untar miel en la misma.
Aquello no la curaría pero al menos nos daría suficiente tiempo de aquí a que llegamos al hospital porque sí, era más rápido que yo misma la llevara a que llegara la ambulancia.
Tomé las cosas más esenciales que necesitaría más tarde y no sin antes tomar una gran bocanada de aire, la tomé en mis brazos y no la bajé hasta que llegamos al auto que aunque por un momento estuve tentada a ponerla en la cajuela, no lo hice y la recosté en los asientos traseros.
Agradecí que en esa ocasión no había tráfico y pudimos llegar a tiempo al hospital. Por supuesto aproveché el camino para preguntarle por la causa de su estado.
La asaltaron, y como no estuvieron satisfechos con lo que le quitaron, la golpearon, la violaron y todavía los muy hijos de la manzana le dieron una puñalada en cuanto los amenazó diciéndoles que la pagarían ya que era militar.
Creo que quizás lo último pudo haberse evitado de no haber hablado demás, sin embargo, cosas así no tienen justificación y por eso y más mejor no opino.
Fue llevada de inmediato al quirófano donde le trataron mejor la herida y yo no participé ya que conozco más allá de lo profesional a la paciente y es ley que alguien que un médico (de cualquier especialidad) no puede involucrarse personalmente con el paciente, de lo contrario no puede participar en su tratamiento porque aunque suene ridículo pone en riesgo el tratamiento.
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86 días siendo nadie.
RomanceAdelaida quería hacer un verdadero acto de amor por su novia Verónica. Pero no contaba con que la misma ya no estaría más en su vida. Adelaida se queda con el corazón roto y las consecuencias de su acto de amor por 86 días. ¿Qué hará 86 días siend...