Capítulo #28

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Nadie.

Transladaron a Damaris a cuidados intensivos, ella está bien pero me temo que está en coma.

Lo cual no tengo la menor idea de si debería estar feliz porque está viva o porque puede que jamás despierte.

Me encuentro sosteniendo su mano, y tal y como alguna vez ella lo hizo conmigo desde que me permitieron verla no la suelto ni por un instante.

Me siento la peor persona del mundo ahora mismo.

Sé que no lo soy, sé que cometí un error como cualquier ser humano lo hace, sé que no es mi culpa tampoco que Damaris esté ahora en esa camilla luchando por su vida.

Lo sé, y tampoco paran de decírmelo cada que pueden tanto la doctora Ángeles como Erick.

Sin embargo, quisiera escucharlo también de Damaris...

Quisiera que abriera los ojos y me mirara con ese brillo característico de ellos, que me sintiera de manera arrogante y me coqueteara o dijera algo egocéntrico.

Quisiera que me tomara la mano mientras escuchamos canciones de Morat y ella cantureara desafinadamente, o que bailaramos con alguna de ellas.

Quisiera que me besara y que hiciéramos lo que ella quisiese en el momento, quisiera no haberla detenido esa vez en el apartamento, quisiera haberle dicho en la mañana anterior que la quería.

Quisiera ser yo quien estuviera en esa camilla y no ella.

Pero no es así...

Y sé también que debo aceptarlo y continuar por ella y por mí, lo sé muy bien por supuesto.

Pero no quiero...

Al menos no aún...

—Hola —saludó Antonia, quien sinceramente olvidé que existía pero tampoco tengo ganas de tratar con ella—. Yo- vine en cuanto me enteré, y sé que no es el mejor momento, de hecho sé que no existe peor momento pero soy planificadora de bodas y estoy encargada de la de ustedes y-

—No sé si te hayas dado cuenta, Antonia, pero una de las novias está en coma. No puede haber una boda con una de ellas inconsciente y mucho menos y si no sabemos si va a despertar —señalé con un tono de notable molestia.

—Lo sé, lo sé, no soy tonta, Adelaida y conozco la ley —coincidió luego de un suspiro —. Pero mi tía insiste en tener todo listo por si llegase a despertar.

Suspiré con frustración. ¿Era en serio? ¿No se podían esperar a que se recupere?

Creo que claramente la respuesta es no, sin embargo, me molesta bastante. Por un momento tuve ganas de mandar a todos a por un caramba.

—De acuerdo, pero vuelve luego, no tiene porqué ser ahora —cedí fríamente.

—Buen, podemos dejar eso para luego, pero no voy a irme, también es mi prima la que está en esa camilla —bromeó, ¿cierto? Porque realmente tiene que ser una broma.

—No pensaste en eso cuando se desapareció por tú culpa, ¿o sí? —reclamé.

—Oh, vamos, supéralo. Igual iba a terminar regresando —minimizó—. ¿Crees que es la primera vez que pasa algo así? ¿Que sale huyendo luego de enterarse de algo que era más que obvio pero de igual forma es la última en enterarse? No.

—Entonces sí sabías dónde estaba —acusé sintiendo como poco a poco me calentaba por el coraje.

—No, por supuesto que no. No sé de cosas que no me importan.

86 días siendo nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora