Capítulo #30

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Nadie.

Un mes.

Un mes ha pasado desde aquel tiroteo en el que por alguna razón Damaris estuvo presente.

Un mes ha estado en coma y un mes en el que mi vida ha estado en una tranquilidad que no deseo.

No pude visitarla en su cumpleaños y tampoco me he atrevido a visitarla desde entonces, no porque haya dejado que quererla o algo por el estilo.

Más bien, me duele verla en ese estado.

Además de que he estado preparando algo.

Ese día llevé una guitarra al trabajo, hubo preguntas claro, no tuve problemas en responderlas.

Sin embargo, antes tuve que ir a ver a Antonia a petición de la doctora Caimanes ya que seguía insistiendo en la planificación de la boda.

Cuando entré a la habitación me recibió con una sonrisa, había vuelto a ser la egocéntrica que ví la primera vez, pero ya no tenía el mismo brillo en sus ojos desde lo que sucedió.

Era comprensible, cualquiera lo perdería ante lo que le pasó. Está recibiendo también ayuda psicológica por parte del hospital gracias a su tía pero igual todos sabemos que no volverá a ser la misma como tal.

-¿Me traes una serenata? Sé que soy encantadora pero recuerda que estás comprometida, tonta -bromeó en cuanto me vió cargando la guitarra.

Oh, si. Olvidé mencionar que últimamente hemos convivido más y nos llevamos al menos un poco mejor.

-No es para ti -fruncí el seño haciéndome la ofendida.

-Es bueno saberlo porque yo también estoy reservada -arquee una ceja ante eso-. Pronto tendré sugar mommy -insinuó mordiéndose el labio.

-Ya te dije que la doctora Ángeles está casada -le recordé en un regaño.

-¿Y qué? Puedo ser su amante -bromeó. O eso espero.

En respuesta solamente rodé la ojos y tomé asiento frente a ella.

-Bueno, ¿cómo funciona esto de la planificación de la boda? -cambié el tema-... ¿Qué necesitas saber?

-Oh, cierto -recordó sacando una libreta de vaya a saber donde-. Necesito saber tus expectativas. Es decir, ¿cómo es la boda de tus sueños?

-No sé, no pensaba casarme tan pronto. Siempre he tenido cosas más importantes en la cabeza.

-¿Ni de niña te lo imaginaste alguna vez? -preguntó incrédula. Yo negué con la cabeza-... Bien -suspiró-. Esto será más difícil de lo que pensé pero está bien. ¿Qué lugar consideras más adecuado o romántico para el evento?

Me quedé pensando en la pregunta por unos minutos considerando todos los pros y contra que podría tener cada uno también de acuerdo al clima, la fecha y etc.

-No sé. Creo que lo que sea está bien mientras no sea al aire libre -pensé en voz alta-. Hay muchos mosquitos en ésta época del año.

-Ok, anotado -informó mientras tomaba el bolígrafo y hacía lo mencionado-... ¿Qué dices de la comida?

-Nada de mariscos de ningún tipo -respondí automáticamente-. A Damaris no le gustan.

-De acuerdo -añadió con una sonrisa-. ¿Música?

-Morat.

-¿Solo Morat? -cuestionó apuntando. Yo asentí.

Y de esa forma nos pasamos todo mi descanso, ell me hacía preguntas y yo las respondía. En algún punto Erick me ayudó llevándome comida porque sabe que aveces se me olvida comer y tampoco quiere que Damaris me regañe luego.

Él sigue un poco molesto con Antonia, sin embargo, no le dice nada, solamente aveces también le lleva comida y habla un poco con ella. No más ni menos de lo necesario.

Al terminar mi turno llevé mi guitarra hasta la habitación de Damaris, pude observar que su cabello se veía maltratado, sus labios estaban secos y su piel bastante pálida.

Mentiría si digo que no sentí un vuelco en el corazón ante eso, su imagen era dolorosa para mí porque estaba dejando de ser la chica que conocí sin que siquiera ella misma lo quisiera.

Tomé asiento a un lado de la camilla y simplemente me dediqué a observarla un rato aún sintiendo la mirada de personas que pasaban por ahí.

Y con eso me refiero a aquellas enfermeras que les gusta el chisme.

Luego de unos segundos, posicipné la guitarra en mis piernas y me preparé para tocar, no sin antes un pequeña introducción.

-Sé que no he venido en varios días y lo lamento, pero no sabía que decirte exactamente -expliqué-. Extraño tu presencia en mi vida, en el departamento y en mi mente. Extraño tu sonrisa, tu halagos y tus frases egocéntricas. Extraño también el brillo de tus ojos y cantar canciones de Morat contigo en el auto -confesé con esfuerzo-. Me haces falta en todos los aspectos.

Guardé silencio por un momento no porque esperara una respuesta, más bien, para reunir fuerzas y no llorar de nuevo porque cad que la visito lo hago, y cuando no también.

-Morat sacó una nueva canción -informé con un intento de sonrisa que era más una mueca-. Es genial y no sé porqué pero representa justo como me siento ahora. Te extraño demasiado y nada es lo mismo sin ti.

Volví a tomarme un momento para secar las lágrimas que sin previo aviso comenzaron a salir. Con un suspiro comencé a tocar.

-Como galaxia sin estrellas, como un zapato sin su media, cuando me faltas tú -cantureé concentrándome más que nada en no equivocarme con los acordes ya que mis dedos aún son torpes con esto.

Cuando menos lo esperé ya había varias enfermeras y doctores afuera de la habitación viendo todo fijamente. No los ví pero sentía su mirada y aunque me puse nerviosa, clavé mi mirada en la guitarra para no equivocarme.

-No importa el mes ni la estación, igual yo aquí te esperaré, por más que tú digas que no, yo sé que sí vas a volver; porque eres una en un millón, ¿cómo es que te voy a perder?, ¡¿cómo aceptar que se acabó?! -aquella estrofa la canté con más entusiasmo.

Pues me daba fuerzas y esperanzas de una forma que no podía explicar realmente.

Al terminar seguí ignorando la multitud y bajé la guitarra para seguirle hablando a mi prometida.

-Lamento si no sonó muy bien, mis dedos son algo torpes porque aún estoy aprendiendo -me excusé-. He tenido tiempo libre y me puse a practicar porque no he tenido mucho sueño últimamente y quería hacer algo que no fuera pensar.

Suspiré mirando al suelo cuando sentí que la multitud se dispersó y volvieron a lo suyo. Aquello me extrañó un poco hasta que levanté la mirada.

La castaña estaba levantando el dedo corazón en dirección de la puerta de cristal con el seño fruncido.

-Chismosos -pronunció con la voz ronca-. Hasta a mí me ponen nerviosa -expresó aún mirando al frente hasta que finalmente me miró-. Hola, Ads -murmuró con una sonrisa y el brillo de sus ojos que tanto extrañé.

Yo me había quedado paralizada hasta que se dirigió a mí y con delicadeza la abracé.

Mis piernas flaqueaban y estaba temblando por la impresión pero no me importaba. Ella estaba bien, despertó y eso era todo lo que me importaba.

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No tengo mucho que decir, solo que casi lloro...

Dejen su opinión si quieren...

Cambio y fuera...

86 días siendo nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora