Nadie.
Hoy era el día.
Hoy Damaris tenía que irse.
Tomaría un vuelo con destino a Bogotá a las once en punto de la mañana.
Me pregunté porqué tenía que ser tan temprano, porqué no teníamos más tiempo, sin embargo, no importaba realmente.
Lo único que importaba al menos ahora es este momento, en el que; con dolor tendría que despedirme.
Aún así, aunque fuera doloroso, era un evento de suma importancia no solo para mí.
Erick y yo estábamos impacientes con el reloj, a cada rato lo mirábamos ansiosamente.
Pronto terminaría nuestro turno y podríamos ir directo al aeropuerto para pasar el mayor tiempo posible con la castaña antes de que se ausente por cuatro años.
Sí, yo también me molesté al saber el tiempo que sería. Aún me parece excesivo pero no hay nada que pueda hacer en cuanto a ello.
Tanto mi amigo como yo teníamos unas ojeras terribles debido a que tomamos el turno nocturno para salir temprano y poder llegar a tiempo, no obstante, a pesar del cansancio y nuestra imagen demacrada; creíamos que valía la pena por ella.
El reloj finalmente marcó las siete en punto de la mañana y como si lo hubiéramos ensayado, corrimos sincronizadamente directo al estacionamiento, el tomó el asiento del conductor y yo no tuve problemas.
Apenas fue posible salimos del hospital a toda la velocidad que se nos permitió ya que una multa o un accidente nos retrasaría bastante y era lo último que necesitábamos.
La penúltima cosa que necesitábamos era que hubiera tráfico y justo nos habíamos quedado atrapados en él.
Llevabamos ya cuarenta minutos y tan solo llevábamos la mitad del camino, estaba demás decir que ambos estábamos bastante molestos y desesperados.
En especial yo ya que tenía algo importante que decirle, o quizás no tanto pero algo que desde hace dos días quiero decirle y no había tenido la oportunidad.
Ahora es el momento pero los inútiles de enfrente no se mueven.
Frustrada y sin previo aviso, toqué la bocina del auto repetidas veces, e incluso el mismo cínico me mentó la madre y yo no dudé en contestar.
—¡La tuya en vinagre! —devolví asomándome por la ventana—. ¡Pero muévete primero inútil de pacotilla! —exigí.
Cuando miré a Erick estaba bastante sorprendido ya que no era de hacer esas cosas.
O al menos no frente a él...
Yo simplemente al ver su expresión sorprendida me encogí de hombros y fui sincera.
—Cortesía de Damaris.
—Lo- lo- lo sé —se exaltó—. Solo —hizo una pausa en la que por un momento bajó la mirada—... Me alegra que de una u otra manera no se vaya a ir por completo durante tanto tiempo, es todo —confesó con una sonrisa y los ojos algo llorosos—. Y también a pesar de todo me alegra estar aquí contigo.
—Yo también te aprecio mucho, Erick —declaré—. Y me alegra poder decir que eres mi amigo —respondí también con una sonrisa.
Y sí, ya nos habíamos puesto sentimentales, sin embargo, por el momento parecía ser lo mejor que podíamos hacer.
No podíamos hacer nada para acelerar el tráfico, ni teletranportarnos ni tampoco salir del auto y correr hasta el lugar porque aún quedaba demasiado lejos.
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86 días siendo nadie.
RomanceAdelaida quería hacer un verdadero acto de amor por su novia Verónica. Pero no contaba con que la misma ya no estaría más en su vida. Adelaida se queda con el corazón roto y las consecuencias de su acto de amor por 86 días. ¿Qué hará 86 días siend...