Capítulo 9 - Viaje al pasado

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Atlanta, 29 de enero del 1998

Sus dedos palparon suavemente su mejilla notando el dolor físico bajo su piel. Apretando los dientes, presionó un poco más sobre la carne que ya tenía un color azulado, evaluando la gravedad del moratón. Iba a necesitar mucho más maquillaje para ocultar el cardenal. Contempló la imagen de sí misma en el espejo, una mujer de 31 años de rostro angelical pero visiblemente demacrado. Su pelo largo y ondulado caía por encima de sus hombros, mientras sus ojos azules estaban llenos de absoluta tristeza. No reconocía a la mujer que tenía enfrente, la alegría que siempre la había caracterizado se había quedado en algún lugar de su camino.

Levantó la mirada hacia el techo dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. El dolor físico no dolía tanto como la humillación o la vergüenza que sentía en ese momento, por permitir qué aquello estuviera pasando. No reprimió las lágrimas que sin cesar se precipitaban contra el suelo del baño. Una patada del bebé le sobresaltó desde su interior, seguida de un par más con mayor intensidad.

- Shhh, mi pequeña – susurró entre lágrimas – te prometo que no voy a permitir que te haga ningún daño – sus pequeñas manos frotaban su abultada barriga de seis meses y medio en un intento de calmar al bebé que crecía dentro de ella y a su vez a sí misma.

Intentó serenarse utilizando métodos de relajación que había aprendido en los cursos de preparación al parto. Le llevó más de veinte minutos hasta que logró calmarse un poco. Su vida se había convertido en una vorágine cuando se casó con Ed, donde la tranquilidad y la paz no formaban parte de ella. No conseguiría nunca tranquilizarse del todo, porque en cuanto Ed estuviera en casa de nuevo, volvería estar en alerta. Y su estado de nerviosismo aumentó desde que estaba embarazada.

Algo más calmada salió del baño dirigiéndose hacia la habitación de matrimonio, sentándose en la cómoda y amplia cama doble. Su marido estaba a punto de llegar, y eran los últimos minutos para estar tranquila sin tener esa sensación que le aprisionaba el pecho de la angustia. Se inclinó hacia la mesita de noche, abriendo el último cajón sacando una caja pequeña visiblemente rota y estropeada, tratándola como si fuese un tesoro, y la posó en la cama antes de abrirla y ver lo que escondía en su interior. Un suspiro salió de su boca cuando, con delicadeza, agarró varias fotos que permanecían ocultas de las manos de su marido.

Había una enorme cantidad de fotografías en blanco y negro, todas pertenecientes a su tierna infancia. Cuando la presión era demasiado dolorosa para ella, miraba las fotos y recordaba todos esos años donde simplemente era la niña más feliz, querida y adorada del mundo. Echaba de menos a su familia con la cual ya no tenía contacto desde que Ed le había separado de ellos. Y su familia, tampoco quería saber nada de ella... al menos, mientras siguiera casada con él. La decisión era muy sencilla para ellos, pero para Carol era demasiado difícil.

Había fotos de sus amigas, con las que había perdido el contacto también por culpa de Ed. Asimismo ellas le habían presionado para que se separara de su marido, pero parecían no entender que ella no podía dejarle solo. Ed había tenido una vida complicada y si se separaba de él, se quedaría solo. Además, estaba segura que Ed cambiaría, con el nacimiento de su hija tenía que hacerlo. Iban a formar una familia, algo que llevaba soñando desde que era pequeña. Y él le había vuelto a prometer que iba a dejar de beber, que era lo que le solía nublar la razón y ponerle violento.

Vio la fotografía en blanco y negro de sus padres con ella recién nacida y deseaba poder tener una foto igual cuando naciera su hija. Sus padres, Marie y James formaban una pareja envidiable para todos, inclusive para ella. La felicidad que irradiaban sus padres con ella en brazos era a lo que ella aspiraba. Siempre había admirado lo felices que se les veía y siempre había deseado tener una relación como la que tenían ellos.

No dejaré que te consumas (Caryl fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora