No dejaré que te consumas (Caryl fanfic)

Capítulo 6 - Como un niño

Capítulo 6 – Como un niño

Carol siguió mirando fijamente la puerta por donde Daryl había desaparecido llevándose consigo trozos de su corazón roto, el labio le tembló amenazando con romper la fortaleza que intentaba aparentar. El nudo en la garganta se hizo más grande a medida que se adentró en la casa oscura, caminando hacia su habitación mientras luchaba contra sus sentimientos para mantenerse firme. No podía llorar, no podía ser frágil. 

Cerró la puerta tras de sí, apoyando su espalda contra la madera para finalmente dejarse caer hasta el suelo quedándose sentada. Llevó su mano hacia su boca e inevitablemente, comenzó a llorar dejando salir toda la tensión nerviosa que había estado acumulando durante todo el día, dándose cuenta que había cometido un auténtico error. Se había dejado llevar por algo que era completamente irreal, Daryl no sentía, ni sentiría nunca nada por ella. 

¿Quién te va a querer? ¿Es que no te has visto? Nadie quiere estar con una mujer débil, tan poco atractiva y encima mayor. Nadie te querrá.

Cerró los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran por su rostro, al mismo tiempo que las frases de Ed se repetían otra vez en su mente. Era una estúpida por creer que Daryl iba a sentir algo por ella, por una mujer débil, poco atractiva y mayor. ¿Cómo se había podido dejar llevar por semejante estupidez? ¿Daryl y ella juntos? ¿Cómo una pareja? Una auténtica locura. Debía aceptar la realidad y dejarse de fantasías de adolescentes que no llegaban a ningún sitio. Lo peor de todo es que sabía que seguramente había perdido la amistad tan especial que tenían. Y era lo más doloroso de todo. Ojalá pudiera volver atrás para volver a verle como ese amigo tan especial, en vez de sentir esa sensación de que le había perdido para siempre por su estupidez.

Aquella noche se acostó, con lágrimas en los ojos y un dolor profundo en su alma, creyendo que ella no era digna de ser amada por nadie. 

Sin apenas haber dormido nada por la batalla emocional de sus sentimientos respecto a Daryl y aún con destellos de recuerdos dolorosos por lo sucedido con los lobos, intentó olvidarse de todo, volviendo a fingir ser una de ama de casa frágil, que ella creía – equivocadamente ‒ que le proporcionaba seguridad. 

Tras hacer el desayuno para su grupo y dejarlo preparado, se dispuso a ir casa por casa de la comunidad para ser esa mujer servicial y alegre que todos esperaban de ella. No volvió a la casa del grupo de Rick hasta la noche, ni siquiera coincidió con ninguno de ellos hasta ese momento, ya que había pasado gran parte de la tarde en casa de Jessie con Sam y con ella. Allí pasó un buen rato hablando sobre su pasado con Ed. A pesar de que se movieron muchísimos sentimientos en ambas, pareció que fue muy terapéutico al darse cuenta que ambas habían vivido situaciones demasiado parecidas. Lloraron, y se apoyaron una a la otra.  

A medida que se iba acercando a la casa en que compartía con su grupo, el estado de ánimo de ella decayó casi al instante. Estaba demasiado sensible por lo sucedido con Daryl, con los lobos y los recuerdos que aquella tarde le habían sacudido de manera brutal.

Cuando entró en casa se encontró a todos ya preparados para la cena. Por algún motivo que ella desconocía, el ánimo entre sus compañeros del grupo era bastante alegre. Sin que prácticamente nadie se diera cuenta de su presencia se adentró en la sala de estar de la casa de los jóvenes, mientras las risas de Tara y Rosita dominaban la estancia aquel día en contraste a su estado de ánimo casi depresivo.

Avanzó hacia el hueco libre que Michonne y Rick habían dejado para ella, sentándose, antes de dirigir una mirada rápida a todos ellos, viendo a Daryl en la otra parte de la mesa. Por un segundo, sus miradas coincidieron, pero rápidamente él evitó su mirada. Así que ella con un nudo en la garganta, se centró en la comida que tenía enfrente: una estupenda ensalada que Glenn había preparado, aunque Eugene aseguraba que él había sido el autor de ese plato culinario tan delicioso, mientras los demás entre risas y reproches dejaban claro que no creían en sus palabras.