¿Y cómo es el?

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Francisco se sentía feliz.

Después de la noche en el jaripeo había confirmado que Esteban era el amor de su vida y que si no era con el, no sería con nadie.

Esa noche no solo descubrió la naturaleza fogosa y salvaje de Esteban, descubrió mucho más de él.

A Esteban le gustaba bailar de cartoncito de cerveza, técnicamente agarrándole los glúteos pero de igual forma le pareció bonito y gracioso.

También supo de las canciones favoritas de Esteban, Tucanazo de los tucanes de Tijuana y Belleza de Cantina de los cardenales de Nuevo León.

Eran muy distintos, Francisco solía escuchar música más romántica como la de Julio Iglesias y Luis Miguel.

Le gustaba bailar las canciones que los Dj ponían en el antro, por algo se había hecho amigo de todos y cada uno de ellos.

Pero con todo eso, Francisco disfrutaba conocer más de el alfa, acompañarlo a todos lados y seguirle el juego en todo.

Ahora que estaban más juntos que nunca, no se querían separar.

Probablemente no lo harían.

🪩

Esteban andaba entregando la mercancía para pasarla por la noche, llevaba 2 días muy ocupado y por lo mismo no pudo ir a ver a Francisco.

Por supuesto, eso no significaba que no estuvieran llamándose y mensajendose todo el tiempo.

O que Esteban le estuviera mandando a gente de su confianza a darle rondines, nomas para asegurarse que estuviera bien.

Y para extrañarlo menos.

De todos modos, y después de terminar todos los pendientes que traía, decidió ir a visitar a Francisco a su casa.

En todo este tiempo que habían estado juntos, Esteban solía pasar por el o visitarlo cuando estuviera solo, Esteban le había dicho que era por seguridad y para no hacer escándalo al llegar.

La realidad era quizás, muy diferente.

Le daban miedo las mamás de Francisco, no podía imaginarse topándoselas y tener que rendirles cuentas sobre sus intenciones con su hijo y mucho menos en su ropa de huerta.

Así que cuando Francisco le dijo que fuera a verlo no imagino que la persona que le abriría la puerta sería una alfa rubia con ojos azules mirándolo con cara de pocos amigos.

Tembló, por primera vez en su vida.

Tú. — dijo la mujer frente a él. — Adivino que vienes a ver a Francisco, ¿verdad? —

Esteban se puso pálido del susto.

Si, señora. — apenas y podía hablar. — Soy Esteban Kukuriczka, para servirle. — le dijo quitándose la gorra que traía puesta. —

En el ambiente se sentía una tensión de la verga, Esteban luchaba contra no desviarle la mirada y ella parecía que en cualquier momento se lo iba a agarrar a putazos.

Pasa, esta arriba. — le dijo haciéndose a un lado. — Espéralo aquí, no tarda. —

Esteban asintió y pasó caminando con absoluta cautela, se sentía como en los controles de la mercancía, cualquier movimiento que hiciera definiría todo.

La mansión (que más bien era un palacio) era bonita, diviso muchas fotografías, entre ellas la foto de bodas de las mamás de Francisco, su viaje de luna de miel y otras celebraciones.

Hasta que al adentrarse más vio fotos del nacimiento de Francisco, de cuando era un bebé y cuando era pequeño, una sonrisa se plasmó en su rostro al pensar en cómo se verían sus hijos, si como el o Francisco.

Oro de Ley /        Esteban Kukurizcka x Francisco Romero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora