oh darling !

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— Los dolorcitos que sientes son contracciones de Braxton Hicks, en otras palabras, son contracciones falsas. — explicó Rebecca moviendo el aparato por todo su vientre. —

Había venido con Esteban a la cita del 8 mes, algunas semanas pasaron desde que la fiesta pre-nacimiento había sucedido, todo muy bien.

Pero el día anterior, había comenzado a sentir un dolor tipo calambre, que de alguna manera lo asustó.

— ¿Entonces no es malo? — Rebecca negó ante la pregunta de Francisco. — ¿Como se cuando es una falsa y una verdadera? —

Rebecca comenzó a guardar el ecografo y se sentó frente a ambos.

— Las construcciones de Braxton son débiles, nunca se fortalecen y si comienzan fuertes después se vuelven más débiles. — Francisco estaba más tranquilo al oír eso. —

— Aunque hay algo que necesitan saber. — el tono de Rebecca se volvió serio. — Annya ya está encajada, y al ya estarlo, podría nacer en cualquier momento, ya se que todavía no estás en el noveno mes, pero podría querer nacer en algunas semanas. —

Francisco se estaba muriendo de miedo, pensar en el parto, la bebé, todo tan rápido.

La cara de Esteban era de absoluta felicidad, y eso al menos lo calmo un poco.

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Esteban estacionó la maleducada y lo ayudó a bajar del auto.

Con 8 meses, o como a Francisco le gusta llamar para hacerse el interesante, 34 semanas, todo le era más difícil.

Desde caminar, hasta bajarse del auto o simplemente estar parado durante mucho tiempo.

Pero eso no le importaba, era feliz sólo de saber que su hija iba a nacer en un ambiente feliz, y que si dios quiere nacerá sana.

Tocaron el timbre de la mansión para esperar que les abrieran, ya que a Francisco se le olvidaron las llaves por las prisas.

Y abrió Victoria.

Y Esteban todavía se moría de miedo al verla con sus cara de pocos amigos.

— Mi vida. — dijo la alfa mirando a Francisco. — ¿Como te fue? ¿Qué te dijo la doctora? — le tomó la mano. —

— Me explicó lo de las contracciones falsas, me dijo que son normales en este mes y en cómo diferenciarlas con las reales. — tomó la mano de su madre y volteó a ver a Esteban. — Adiós amor, te amamos. — le dijo a Esteban antes de darle un beso y abrirse paso adentro. — 

Esteban seguía sonriendo como un tonto enamorado.

— Adiós mi rey, yo también los amo. — se despidió Esteban. — Nos vemos Doña Victoria. — dijo Esteban. —

Victoria al menos se despidió, un avance.

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— Me van a ayudar a hacer la maleta para el hospital. — estaban todos sus amigos reunidos en su casa. — Esteban ya armó todo lo que compró entonces nada más faltaría la maleta. —

Todos empezaron a ordenar una por una las cosas que llevarían para el día del parto, se había dado a la tarea de que la ropita y cualquier cosa que su hija usaría estuviese limpia.

Habían entre trajecitos, calcetines, pañales de recién nacido, toallitas húmedas, y algunos otros accesorios para la bebé.

— Ayyy tiene todos los trajecitos que le regalamos. — Matías era este emoji 🥹. — ya quiero conocer a la preciosa Annya neta que no puedo esperar para verla. —

— Créeme que yo tampoco, cuento los días para tenerla en mis brazos. — Francisco no mentía, últimamente su vida entera giraba en torno al inminente nacimiento de la bebé creciendo dentro de él. —

La pequeña Annya también estaba ansiosa por nacer.

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3 semanas después, Francisco se fue de escapada romántica con Esteban.

Fueron al restaurante favorito de Francisco, Esteban amaba complacerlo en todo, más ahora.

Comieron delicioso en su comida, rieron, hablaron sobre el futuro y se dieron besitos.

Francisco comenzó a sentir las contracciones falsas de nuevo, pero ahora se sentían raras.

Más regulares.

Pudo haberle dicho a Esteban, avisarle sobre lo que sentía, pero ya que sabía el por qué de ellas, no le importo tanto.

Esteban lo llevo a su casa, con la promesa de verse al día siguiente.

Francisco sentía que algo iba a ocurrir.

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— A dormir. — Francisco había terminado de hacerse su skincare, eran alrededor de las 8 de la noche cuando se preparaba para dormir. — Buenas noches, Annya. — dijo acariciando su vientre. —

Annya, sin embargo, tenía otros planes.

Unas dos horas después, las contracciones se volvieron intensas y altamente dolorosas.

No sabía si estaba soñando o si de verdad pasaban, un sueño vivido o una realidad.

Eran las 12 cuando no aguanto más, y comenzó a llorar.

— No, no puedes nacer ahora. — susurraba adolorido. — Es muy tarde, necesitas dormir. — decía como si Annya lo fuera a escuchar. —

Con mucho cuidado se levantó de la cama y fue hacía la habitación de sus mamás, llorando y gimiendo del dolor.

Abrió la puerta y se quedó en el marco de esta por unos minutos, no quería despertarlas, pero una contracción particularmente dolorosa hizo que soltara un gritito de dolor, lo que alertó a las dos mujeres.

— ¿Cariño? — preguntó su mamá prendiendo la luz. — ¡Victoria, despierta! — gritó mientras iba donde el omega, que estaba parcialmente sentado en el piso de mármol. —

— ¿Ya viene? — preguntó alarmada Victoria mirándolos a ambos y corriendo hacia Francisco. — Shh, no pasa nada, aquí estoy. — trató de calmarlo, pero Fran seguía llorando por el dolor.

Al final Victoria tomó la decisión de cargar a Francisco hasta el auto, y neta haciéndole competencia al pelón de brazers, llegó en fa al hospital.

Luego tuvo que llamar a Esteban.

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Esteban andaba en media balacera cuando Victoria le informó que la bebé ya venía.

Se quiso morir.  

Oro de Ley /        Esteban Kukurizcka x Francisco Romero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora