Parte 24

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Porsche

💟


Y ahí estaba, Pete restregaba sus labios sobre los del hombre al cuál tenía en un pedestal . Mi corazón crujió amenazando con derrumbarse en cualquier segundo y mi razonamiento se detuvo, simplemente dejé de pensar.

  –¿Vegas? –dijo con la mirada vacía.

  No tu...

  Confiaba ciegamente en Vegas, de eso no había duda, pero por alguna razón me tragué lo primero que percibí.

  –¿Que hacen?

  –Porsche –Vegas soltó a Pete sin importarle que cayera fuertemente sobre el piso –. Yo no lo pedí

  Si lo sé pero...

  Mis emociones simplemente explotaron. Actúe más rápido de lo que pensé, me acerqué a Vegas, tomé la daga que siempre traía en el bolsillo y la posicioné en el cuello de Pete.

  –¡Porsche! –Vegas exclamó sin tener tiempo de detenerme.

  –¿Quieres morir?

  –Espera... –Vegas estiró la mano, tratando de darme una señal de tranquilidad, pero eso me hizo enojar aún más.

  ¿Por qué de repente le importaba la vida de las personas? Me prometió que mataría por mi, ¿Por qué me detiene?

  –¿Te quieres quedar con él, eh? Dímelo –la rabia fue tanta que mis ojos se volvieron vidriosos.

  –¿De que hablas? –dijo tomando mi mano –Oye.

  Me arrebató la daga, sentí como mis piernas perdieron fuerzas, así que me tambalee hacia atrás.

  –Suéltame.

  –Oye, mírame –decia una y otra vez.

  –Si quieres que me vaya lo haré.

  –¡¿De qué estás hablando?! –gritó sin delicadeza. Había colmado su paciencia.

  Repentinamente regresó esa aura que tanto lo caracterizaba. El ambiente se volvió tenso y amenazante. Sus ojos me miraron algo sombríos, sabía que estaba jugando con fuego, así que recupere un poco la cordura.

  –Mierda –suspiró como si estuviera cansado de todo.

Dió unas dos vueltas revolviendo su cabello con brusquedad.

  –¿Quieres que lo mate? –dijo tomando violentamente a Pete del cabello haciendo que este se quejara del dolor –. Está bien, lo haré.

  Tomó la daga entre sus manos, la posicionó en su cuello, justo a nivel de la carótida. Antes de hacer algo se acercó lo suficientemente a mí como para ver el rostro de Pete de cerca. Un rostro que imitaba valentía pero que hasta el más tonto podría ver qué en realidad estaba bañado en miedo

  –Pero tu vas a ser mi primer testigo, por qué tú me lo estás pidiendo, ¿Quieres una prueba de amor? Bien, entonces te ofrezco su sangre y su última imagen –me dedicó una mirada llena de decisión –. Abre bien los ojos porque esto es para ti.

  –¡Espera! –dije repentinamente.

   Respiré asimilando la situación en la que estábamos.

  ¿Por qué había encaminado la situación a esto? ¿Por qué de repente mis sentimientos me habian controlado y cegado tanto? Mis manos estaban limpias, ¿de verdad iba a ensuciarlas de sangre por algo así?

  Algo mareado me puse de pie, pase mi mano por mi frente sudorosa, miré a mi alrededor.

  Necesito volver.

  –De ahora en adelante viviré con Porchay.

 




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