32. La entrega II

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🎶Banda sonora: Believer - Imagine Dragons 🎶

Seúl. Martes. 10:00 horas.

I.N abrió los ojos con el sonido del teléfono móvil zumbando en alguna parte de la habitación. Estaba desnudo, en el sofá del salón frente al gran ventanal, con una manta por encima. Se talló los ojos incorporándose, buscando de dónde venía el maldito sonido.

Sintió el pinchazo de dolor en su culo en cuanto se sentó. Joder. Estas eran las mierdas que le pasaban por dejarse llevar por chicos guapos. Lo de anoche había sido un error por tantas razones que prefirió no pensar en ello.

El sonido seguía rebotando por todas partes. Hizo acopio de todas sus fuerzas y se levantó. Caminó a tientas por el espacio hasta que encontró el teléfono en el suelo. A su lado un jarrón de 300 mil wones estaba hecho añicos. Gruñó fuerte y contestó al maldito dispositivo que no paraba de sonar.

—¿Qué pasa?

—¿Mala noche, Jeongin? —La voz de Lim Namsik sonaba risueña y despierta, todo lo contrario, a la suya.

—No tan mala, ha sido peor por la mañana.

—Oh... ¿No sabes que no hay que follar antes de un gran partido? —bromeó el comandante de su hermano al teléfono—. ¿Estaba buena? ¿La chupaba bien?

Hyung, no somos tan cercanos como para hablar de esta mierda —contestó secamente, pero sonrió. En realidad, había conseguido, con diferencia, la mejor mamada de su vida.

—¿Me dirás al menos si era guapa? ¿Cómo se llama?

—Era un tío, Namsik hyung, y no sé su nombre. —Se había acostado con un hombre anónimo que le había dejado dolores y agujetas en todo el cuerpo. Además de unas cuantas marcas en la piel.

—¡Ah, aún mejor! —El hombre reía de forma estúpida y estaba mermando la paciencia de I.N. Eran las 10 de la mañana, había dormido apenas unas horas y solo quería una puta taza de café, o tres galones.

—¿Por qué me estás llamando?

—Cierto, casi lo olvido. Te vas a Gangwon-do, cuanto antes.

—¿Voy a recibir los camiones en el almacén?

—No, te vas a la cabaña de Chiaksan a cuidar del chico hasta que tu hermano te llame esta noche con las órdenes.

—¡Joder...! —empezó una exclamación, pero la contuvo. Lim Namsik se lo diría a su hermano y su hermano aprovecharía cualquier puto momento para vengarse de él por sus quejas—. ¿Algo más?

—Nada más, Jeongin. Aprovecha el viaje.

Colgó el teléfono y lo dejó sobre el mueble. Miró su salón rodando los ojos con cansancio. La alfombra persa que había tenido que mandar a limpiar volvía a estar sucia. Una mancha de güisqui justo al lado de la mesa de café decoraba el estampado azul. El vaso estaba tirado a su lado.

Los cojines de los sofás estaban regados por todas partes. En el comedor, una de las sillas estaba en el suelo, con sus pantalones y sus calzoncillos. Sobre la mesa grande había una camisa roja estampada con los botones rotos.

Él había roto los botones de esa camisa anoche, subido sobre la mesa, con las manos y la boca de ese hombre por todas partes. El pensamiento del tipo volviendo desnudo a su casa fue como un chiste. Pensó también en lo bien que se veía con la cara cubierta de semen y saliva, arrodillado ante él.

«Basta, I.N, céntrate». Se puso el pantalón de deporte sin calzoncillos y se dirigió a la cocina para prepararse un café. Fue al baño bajo la escalera y levantó un pedazo de baldosa de mármol tras el retrete. Sacó una bolsa llena de dinero en efectivo y la llevó a la cocina.

Estación de lluvias: VERANO | Minsung | ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora