CAPITULO FINAL

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Deniz

Me apresuro en llegar a las fosas y me encuentro con una batalla campal, entre los hombres de mi padre y los que identifico como guardias de una de las familias —señor —se acerca uno apenas me visualiza —estamos de su lado —con desconfianza solo le arrebato el arma y me lanzo adentro.

Cada hombre que se me cruza lo golpeo, disparo hasta matarlo, encuentro puntos rojos en mi pecho que caigo al suelo a tiempo de que una bala pase, pero de igual forma otra es disparada dando en el blanco, "debe haber hombres resguardando el perímetro". Entro en el lugar y deprisa me apresuro a llegar a la parte baja y la escena que me recibe es a Amelia siendo sujetada por David, Joseph y Celdric con las manos arriba y mi padre mirándola con satisfacción con mi hijo echado en el suelo sin moverse. Este se da cuenta de mi presencia y extiende sus brazos.

—Bienvenido hijo —saluda y bajo rápidamente hasta donde esta Ahmed.

—¿Qué le hiciste?

—Lo que te advertí —intento ir contra de él, pero el grito de Amelia me detiene.

—¡SI LO MATAS TAMBIEN LO HARA AHMED! —mi cuerpo se paraliza y giro a verla —le inyectó un veneno, uno que a mayor tiempo pase irá paralizando todos los órganos del bebé —vuelvo a ver a mi padre —no es creación de Bernardi, es de la Triada.

—Y solo con una orden mia te darán la cura —trago y veo a mi hijo, parece dormido, pero al tocar su piel esta frio —es hora de las negociaciones o mejor dicho de que decidas, hijo.

—Es solo un bebé —gruño haciendo puños mis manos —¿es que tú no tienes limites? —me toma de las mejillas.

—Esto es la mafia, Deniz —dice —aquí los hijos solo son monedas de cambios o soldados —los ojos que compartimos están fríos y llenos de maldad —si están niños o débiles, se los utiliza para manipulación, como es el caso de Ahmed —mira hacia Amelia —y mi otro nieto —puedo escuchar como Amelia se mueve de rabia, pero el agarre de David es fuerte —bien, las fichas están sobre la mesa, estas son tus opciones; regresas todo como estaba antes, siendo solo la cara para la maffiya o ves como muere tu hijo y amada Amelia —asiente y veo hacia mi mujer —te recomiendo que decidas rápido, porque en el momento que los órganos comienzan a paralizarle, ni siquiera la cura podrá salvarlo. Mi cabeza palpita entre mis ganas de asesinar y mi miedo de perder a los que quiero.

—Deniz —habla Amelia llamando mi atención —hazlo —mira hacia Ahmed —es tu hijo, es lo más importante siempre —mi garganta se cierra, la simple acción de tragar se me hace difícil, "no, no quiero escoger", pero el tiempo corre que tomo en brazos a mi hijo muy despacio y no vuelvo a mirar hacia nadie. Por la periferia veo a mi padre sonreír y me hace el ademan para salir. Cada maldito paso siento como las cadenas vuelven, pero esta vez más pesadas, más gruesas que cuando estoy en la entrada me detengo y veo a mi hijo, "lo siento Ahmed, lo siento Selene, su padre aún es débil".

Doy una respiración profunda y camino abandonando a la mujer que amo, a los camaradas que son como hermanos. Con cada paso voy alejándome y mi corazón muere, todo lo que mi mente piensa es salvar a mi hijo y matar al hombre que tengo detrás. Cuando la luz me empapa, noto a los hombres que me respaldaron siendo sometidos o muertos. Un hombre de ojos rasgados se acerca y lo reconozco de la pelea del muelle —gusto en verte de nuevo, León —"ya sabían cuál sería mi respuesta", su burla es notoria que me quedo callado. Saca una jeringa de su bolsillo y le inyecta en la pierna a mi hijo —en dos horas estará como nuevo.

—Duerme con un ojo abierto —susurro —porque cuando menos te lo espere, te mataré —me alejo con mi padre pisándome los talones. El guardia al que le quite el arma me mira y puedo ver la decepción reflejada en la mirada. Cuando estoy cerca de llegar al auto veo como el líder asiático cae de una bala y más empiezan a caer cosa que aprovecho y pateo a mi padre a modo de huir.

ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora