CAPITULO 1

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Deniz

La cabeza me palpita, escucho quejas y peleas entre los mismos miembros por los negocios de ambos y el cómo le afecta supuestamente al otro, "son puras mierdas". Hace 1 año que estoy al frente de la maffiya, 1 año de que me volví líder y dueño de toda Turquía, aunque para la gente común, mi familia solo es una de las familias antiguas de este país y por eso es que tiene tanto dinero.

Para el mundo común, somos inversionistas en distintos rubros, como también ayudamos a ciertos partidos políticos, según por el bien de la gente, aunque eso es una mierda de fachada, "tener de los huevos a los altos mandos es de ayuda cuando traficas armas y también...", ni siquiera puedo terminar la oración que empeoraría mi dolor de cabeza.

—Jefe, por alá, dígale a este ignorante de que, si sigue siendo tan descuidado, ni siquiera con los contactos que tenemos con la policía, pararíamos un escándalo.

—¡JA! —replica el otro jefe de familia —tu solo eres un puto miedoso —junta la punta de sus dedos y los lleva a sus sienes —entiende que el sexo y la droga siempre será mejor que cualquier otro negocio que hagamos.

—¿Así que sugiere que solo nos enfoquemos en ser proxenetas, señor Lamar? —intervengo y toda la valentía que antes tenía se ha esfumado.

—Eso no es lo que quise decir, señor —escucho como duda al hablarme. Suelto un suspiro y me levanto abrochándome el saco.

—Todo negocio es importante, no importa que origen tenga —veo al señor Yavuz —quiero nuevas rutas para la entrega de armas. Es mejor tener alternativas por cualquier inconveniente —este asiente y miro al otro —y si bien sacamos provecho al darle a la gente la posibilidad de disfrutar los placeres oscuros, no quiere decir que lo tengamos que hacer ver a los cuatro vientos —este traga y baja la cabeza —no quiero volver a oír ningún inconveniente entre ustedes o los mandos a las fosas —sin más me retiro y siento a Celdric a mi espalda.

"Se ha vuelto un apoyo muy necesario en mi vida, después de ese día". Al salir de la sala de conferencias, donde prefiero llevar mis temas de trabajo, cada empleado baja la cabeza hasta que entro en el ascensor personal —esos dos son unos inútiles —dice Celdric.

—Lo sé, pero los prefiero ya que son fáciles de controlar —ninguno dice nada y veo como el ascensor baja.

—¿Te han enviado algo? —pregunta y siento la garganta en un nudo cuando saco mi teléfono y busco el archivo que me envían todos los meses —está más delgada...

—Se había rehusado a comer después del nacimiento de mi hijo —puedo sentir su rabia, mas no hace nada y me devuelve el teléfono.

—¿No has podido aun localizarla? —gruñe justo antes de que las puertas se abran.

—Aun no —respondo y ambos salimos con la misma mascara de seriedad que hemos dominado todo este tiempo. El auto llega y ambos entramos en silencio. Celdric fue lo único que me concedió mi padre cuando me tuvo en sus manos. El solo recordarlo siento las ganas de asesinar salir por mis poros.

Al ver hacia las calles mis ojos captan una cabellera negra que me hace latir rápido el corazón —¡DETENTE! —grito y el conductor para el auto abruptamente que salgo y veo hacia un lado, donde mis ojos captaron esa cabellera.

—¿Deniz, que pasa? —pregunta Celdric parándose al lado mío. Yo no respondo y sigo buscando en medio de la gente, mas no vuelvo a percibirla, "¿Qué fue eso? ¿mi imaginación? ¿mi mente jugándome una mala pasada?" —¿Deniz? —al no encontrarla la decepción me embarga y vuelvo a entrar en silencio.

Al llegar lo que todos llamarían casa, los guardias nos reciben y Dalia sale cargando a mi hijo en sus brazos —bienvenido Deniz —sonríe ampliamente. Le doy un beso en la frente y cargo a mi hijo quien sonríe alegremente al verme.

ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora