EL INICIO

19 4 0
                                    


Desde que era muy pequeña, siempre me fascinó el mundo de la moda y soñaba con convertirme en diseñadora. Mis primeros recuerdos están llenos de imágenes de mí misma hojeando revistas de moda a la tierna edad de cinco años, maravillándome con los diseños de íconos como Coco Chanel y Christian Dior. A los ocho años, ya me entretenía cortando telas y confeccionando vestidos improvisados para mis muñecas, mientras fantaseaba con desfilar como si estuviera en una pasarela.

Para cuando cumplí quince años, mi madre ya me había enseñado los conceptos básicos de la costura, y ya estaba creando mis propias prendas. De hecho, cuando se acercaba la graduación, todas las chicas de mi clase querían que yo diseñara y confeccionara sus vestidos para la ocasión.

La moda era mi pasión, y mi determinación no pasó desapercibida. Cuando tenía veinticinco años, después de años de trabajo y el apoyo financiero de mi abuela, finalmente reuní suficiente dinero para comprar un local donde podría vender mis propias creaciones. Y, por supuesto, ¿qué mejor lugar para establecer mi tienda que París, la cuna de la moda?

Convencer a mis padres para que me dejaran ir no fue tarea fácil, considerando que vivíamos en Brujas, Bélgica. Sin embargo, después de muchas conversaciones y algunos momentos emotivos, logré persuadirlos. Así que dejé todo atrás y me embarqué en una nueva aventura hacia París.

La despedida fue agridulce, pero mientras me sentaba en el avión, rumbo a la ciudad de mis sueños, una sensación de emoción y determinación me invadía. Estaba lista para comenzar mi viaje hacia la realización de mi sueño.

Cada detalle estaba meticulosamente planeado. Alquilé un apartamento encima del local que se encontraba en una calle concurrida, a solo diez minutos de la famosa Agencia Luxton, un epicentro en el mundo de la moda. Aunque mi sueño de trabajar allí con mis diseños parecía una meta lejana, no podía evitar emocionarme ante la posibilidad.

Cuando finalmente llegué al apartamento que había reservado, desempaqué rápidamente para poder dirigirme al local que alquilé a través de una agencia en línea. Cruzaba los dedos, esperando que todo estuviera tal como se prometía y no fuera una decepción.

Al abrir la puerta del local, me costó contener las lágrimas de emoción. Ver el espacio vacío representaba el comienzo de todo lo que había soñado. Con cada paso, ya me imaginaba cómo serían los muebles y cómo lucirían mis diseños en ese espacio.

Después de dedicar un tiempo a limpiar y preparar el local para el gran día, finalmente regresé al apartamento para descansar. Había sido un día agotador, pero mañana, el inicio del sueño de mi vida estaba por comenzar.

RunwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora