—¿Llevas todo? —me preguntó Bastián antes de salir de casa.
—Sí.
—Pues vamos al aeropuerto.
Lisa iba sentada detrás conmigo mientras que a Bastián lo teníamos de chófer. La brisa cálida del verano se colaba por las ventanillas entreabiertas del coche, haciendo que mi nerviosismo se entremezclara con la sensación de una ligera brisa en mi rostro. En el avión iría con todos los concursantes; por una parte, me tranquilizaba porque iba acompañada, pero por otra, me inquietaba, ya que no me llevaba muy bien con ellos.
Al llegar al aeropuerto, Bastián bajó las maletas del coche y, junto a Lisa, me acompañaron hasta la zona de encuentro donde habíamos quedado todos los participantes. El bullicio del lugar se mezclaba con el arrastrar de las ruedas de las maletas y las conversaciones animadas de los viajeros. Los otros concursantes estaban allí, todos con unos maletones gigantes, como si fueran a quedarse a vivir allí. Solo íbamos a estar 5 días y llevar maletas de 42 kg me parecía una exageración.
Todos empezaron a saludarse entre ellos, con una amabilidad exagerada que solo lograba irritarme más. Sabía que a mis espaldas, esas mismas personas que ahora se abrazaban y reían, se criticaban con crueldad. Los odiaba. Eran tan irritantes.
El vuelo salía a las 13:25 y ya eran las 12:50. Era hora de irse despidiendo de Lisa y Bastián. El corazón me latía con fuerza mientras abrazaba a Lisa y lloraba un poco, sintiendo su cálido y reconfortante abrazo.
—Cariño, todo va a ir bien, tú puedes. Te quiero muchísimo. Cuando lo necesites, me llamas.
—Ojalá vinieras conmigo.
—Ya, pero no puede ser.
Tras despedirme de Lisa, me dirigí a Bastián, que tenía mala cara. Sus ojos evitaban los míos, y su expresión mostraba una mezcla de tristeza y resolución.
—¿Podemos hablar un momento a solas? —dijo Bastián con voz quebrada.
—Sí, claro.
Nos apartamos un poco del grupo, encontrando un rincón más tranquilo cerca de una tienda de souvenirs. Bastián tomó aire, como si se preparara para una confesión difícil.
—Cloé, primero de todo quería pedirte disculpas por cómo he estado algunos días contigo. Sé que he estado cortante y frío —comenzó Bastián, mirando al suelo, evitando mi mirada—. Supongo que ya lo sabrás, pero me gustas mucho, Cloé.
—Bastián...
—No, no me cortes, por favor, Cloé. Yo me he dado cuenta ya de que mis sentimientos no son correspondidos, ya que te gusta Gabriel igual que tú a él. Quiero que seas feliz con él, Cloé. Así que disfruta mucho allí con él. Yo voy a ser siempre tu amigo y aquí voy a estar para lo que necesites.
Sus palabras me dejaron sin aliento. No sabía qué decir. La sinceridad y el dolor en su voz me conmovieron profundamente. Sin decir nada, simplemente lo abracé, muy fuerte. Pude notar cómo intentaba no llorar, sintiendo sus brazos tensarse alrededor de mí. El momento era agridulce, cargado de emociones no expresadas y sentimientos no correspondidos.
—Bueno, volvamos con el resto, ¿no? —dijo Bastián tras el abrazo, intentando sonreír, aunque sin éxito.
Los concursantes ya se estaban yendo, y no se molestaron en esperar. Me despedí rápidamente de Lisa y Bastián, corriendo hacia ellos. Tomé mi maleta y me apresuré para alcanzar al grupo que ya se dirigía al embarque. El bullicio del aeropuerto, con sus anuncios constantes y el flujo incesante de personas, se sentía menos intimidante en medio de mi apresurado caminar.

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Runway
RomansaChloé una joven de 25 años consigue cumplir su sueño de abrir una boutique en París tras mucho esfuerzo. Sin embargo, se encuentra la gran oportunidad de participar en un concurso que le podría dar la fama necesaria para convertirse en una gran dis...