Capítulo 2

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Los días siguientes los pasé dedicada a ordenar la ropa y a colgar el cartel con la ayuda de Lisa. Sin embargo, pasaban los días y nadie se presentaba para el puesto de ayudante. La situación comenzaba a desesperarme.

- Hola, abuela, ¿cómo estás?-, la llamé con nostalgia, echándola muchísimo de menos.

- Bien, ¿y tú, linda? ¿Cómo te va allí en París?- , respondió con su cálida voz.

- Bien, abuela. Ya he conseguido organizar el local y he hecho una amiga, pero sigo sin encontrar un ayudante y solo quedan dos días para la apertura-  compartí con ella mi preocupación.

- Paciencia, Cloé. Todo llegará a su debido tiempo. Mientras tanto, tú puedes arreglártelas sola -, me reconfortó con sabias palabras.

- Sí, pero pienso en todo lo que me queda y me da miedo" - confesé, cuando de repente empecé a escuchar pitidos en el teléfono. ¿Sería mi futuro ayudante?

- Abuela, me están llamando. Ahora te llamo. Te quiero -, me despedí apresuradamente.

Colgué con mi abuela y rápidamente contesté la nueva llamada.

- Dígame -, respondí.

- Buenas, soy Bastián. Llamaba por el puesto de ayudante, ¿sigue disponible? -, preguntó una voz al otro lado de la línea.

- Claro, claro. Es tuyo -, respondí emocionada.

- Pero, ¿no vas a hacerme una entrevista? -, preguntó Bastián con sorpresa.

- Bueno, sí. ¿Puedes pasarte esta tarde por la tienda? -, propuse.

- Por supuesto -, aceptó Bastián.

La esperanza volvió a mí con esta llamada. Quizás al fin había encontrado a mi ayudante y podría abrir la tienda sin más preocupaciones.

Lleno de emoción por haber encontrado finalmente a un ayudante, esperaba ansiosa la llegada de la tarde para poder entrevistar a Bastián y, con suerte, contratarlo. Sin perder un segundo, me apresuré hacia la cafetería de Lisa para compartir la buena noticia.

 -¡Lisa! -, exclamé emocionada al entrar.

 - ¿Qué pasa, Cloé? - , respondió ella, siempre lista para celebrar mis logros.

- He encontrado un ayudante -, anuncié con una sonrisa que apenas cabía en mi rostro.

- No sabes cuánto me alegro -, dijo Lisa, corriendo a abrazarme.

- Yo también estoy feliz. Lo conoceré esta tarde, espero poder contratarlo -, compartí mi entusiasmo.

- Por supuesto que sí. Ven, vamos a tomarnos un capuchino para celebrarlo -, sugirió Lisa.

Después de disfrutar el capuchino con Lisa, regresé a casa para prepararme para la entrevista de la tarde. Me puse una falda lápiz hasta la rodilla en un elegante tono azul marino y una camisa blanca con un lazo en el cuello. Para completar el look, elegí unos tacones de aguja en el mismo tono azul marino. Recogí mi cabello en un elegante moño bajo, dejando suelto mi flequillo. Un toque de labios rojos para dar confianza y lista.

No podía permitirme dejar escapar a Bastián; estaba decidida a que fuera mi ayudante, sin importar qué. Cuando dieron las cinco de la tarde, la hora acordada, bajé a la tienda para esperarlo. La emoción y la anticipación llenaban el aire mientras aguardaba su llegada.

Me senté en el mostrador, adoptando la postura de una auténtica jefa, cuando llamaron a la puerta. Rápidamente, fui a recibirla y allí estaba Bastián. Con sus 24-26 años, aproximadamente los mismos que yo, era alto, rubio y tenía unos ojos azules que realmente destacaban. Era, indudablemente, atractivo.

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