Capítulo 16

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Por la mañana me despierto abrazada a Gabriel. Aún somnolienta, recuerdo que después de un rato en la sala, nos fuimos a su habitación donde pasamos un buen tiempo juntos. Los recuerdos de la noche anterior se arremolinan en mi mente. ¿AHORA ERA LA NOVIA DE GABRIEL LUXTON?

—Buenos días, preciosa —salgo de mis pensamientos al escuchar la voz de Gabriel. Me doy cuenta de que él ya está despierto.

—Buenos días, ¿cómo has dormido? —le pregunto, sonriendo. La verdad es que no me importaría acostumbrarme a verlo tendido en la cama a mi lado.

—Genial, ¿y tú? —responde él, mirándome con esos ojos brillantes que siempre me derriten—. Por cierto, ¿quieres algo de desayunar? Puedo hacerte unas tostadas riquísimas.

—Jajaja, sorpréndeme —le digo, divertida.

Gabriel se levanta de la cama para preparar el desayuno. Desde mi posición, puedo verlo como Dios lo trajo al mundo, y no puedo evitar sonreír al pensar que este hombre increíble es mi novio ahora. Siento una mezcla de felicidad y sorpresa que me llena el pecho.

Después de unos minutos, Gabriel regresa con una bandeja. Trae tostadas que se ven un poco quemadas, pero él las presenta con una sonrisa.

—Vale, están un poco quemadas, pero lo que importa es el interior —dice con un toque de humor—. Además, siempre podemos llamar al servicio.

—No hace falta, así están bien —le aseguro, riendo.

Gabriel se inclina y me da un beso corto y dulce antes de sentarse a mi lado. Comenzamos a desayunar juntos en la cama, disfrutando de la simplicidad del momento y de la compañía mutua.

Después de desayunar, me doy cuenta de que tengo que marcharme. Tengo muchas cosas que preparar para el desfile de esta noche. Nos despedimos con un beso más largo y prometemos vernos después del evento. Salgo de su casa con una sonrisa en el rostro, sintiendo que todo es posible y que este es solo el comienzo de algo maravilloso.

—----

Estoy agotada cuando llega la hora del desfile. Todos los concursantes están muy nerviosos ya que cada vez falta menos para el final. Para tranquilizarme, llamo a mi abuela, quien con su voz suave y calmada consigue relajarme un poco.

—¿Estáis todos listos? Vamos a empezar ya —dice uno del equipo de organización con voz firme.

Todos asienten, intercambiando miradas llenas de anticipación y ansiedad. Cada uno de los diseños de los concursantes es impresionante; se nota el esfuerzo y dedicación en cada detalle. Las telas, los cortes, los colores... todo habla de pasión y talento.

Las modelos se colocan en orden, listas para salir a la pasarela. Esta vez, mis diseños son los primeros en desfilar. Las puertas se abren, dejando que los murmullos expectantes del público se cuelen en el backstage.

—Me flipa.

—Están súper bien —escucho decir a algunos concursantes mientras observan mis creaciones.

Lo había bordado. Fuera, los aplausos comienzan a resonar. Al público también le han encantado mis diseños. La emoción me invade, y cuando me doy cuenta, todas las modelos ya han salido y regresado. El desfile está en pleno apogeo.

Durante el descanso, quiero buscar a Gabriel. Sin embargo, unos reporteros se acercan para preguntarme sobre el concurso. Mientras contesto a cada una de sus preguntas, veo a Gabriel aparecer a lo lejos. Se queda a unos pasos de los reporteros durante unos instantes, observándome. Su mirada, en lugar de ponerme nerviosa, me tranquiliza profundamente.

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