La noche con Gabriel había sido perfecta, pero ahora tenía que enfrentarme a la realidad de que ya no tenía un dependiente en mi tienda y debía ocuparme de todo sola.
—No me lo puedo creer, no me lo esperaba de él —decía Lisa al otro lado del teléfono mientras le contaba lo sucedido con Bastián.
—Ya, estoy destrozada —respondí, sintiendo el peso de la situación.
—Normal, yo tampoco entiendo nada. Intentaré hablar con él a ver si puedo solucionar un poco las cosas.
—Muchas gracias, Lisa.
—No te preocupes, y si algún día necesitas que me quede yo en la boutique, no dudes en decírmelo.
—Lo sé. Gracias otra vez.
La mañana fue tranquila, al igual que la tarde. Se me hacía raro estar allí sin Bastián, pero tenía que adaptarme. No se lo había contado a mi abuela aún; no quería imaginar la decepción que se llevaría, ya que Bastián le caía muy bien.
Después de una dura semana sola, empezaba a acostumbrarme a la ausencia de Bastián.
—¡Hola, cariño! Queríamos verte —dijeron Alexis y Hellen, entrando en la boutique con una energía contagiosa.
—Queríamos ver tu boutique —añadió Hellen, mirando a su alrededor con admiración.
—Es divina, querida. ¿La llevas tú sola? —preguntó Alexis.
—Bueno, ahora sí. Tenía un dependiente, pero se ha ido —respondí, tratando de mantener una sonrisa.
—Vaya, si quieres le digo a mi novio. Está buscando trabajo —dijo Alexis, siempre dispuesto a ayudar.
—Gracias, pero quiero esperar si él cambia de opinión. Éramos amigos. —Por muy enfadada que estuviera con Bastián, aún esperaba que volviera.
—¿Érais novios? —preguntó Alexis, directo como siempre.
—¡Alexis! —gritó Hellen, escandalizada.
—¿Qué pasa? —replicó Alexis.
—No puedes ser tan descarado.
—Ay, ¿qué tiene de malo? ¿Te ha molestado, Cloé? —preguntó Alexis, genuinamente preocupado.
—No, no te preocupes. No éramos nada, pero nos peleamos.
—¿Por qué? —insistió Alexis.
—No le hagas caso, es un entrometido. Lo siento, seguro que lo solucionáis —dijo Hellen, tratando de suavizar la situación.
—Gracias —dije, apreciando su apoyo.
—Bueno, vamos a probarnos algo, que hemos venido a comprar —dijo Alexis, cambiando de tema.
—¡Es verdad! Necesitamos algún modelito, nena —añadió Hellen con una sonrisa.
—Pues aquí tenéis de todo.
Alexis se probó unos vaqueros plateados y un top rosa, mientras que Hellen optó por uno de mis diseños favoritos, un vestido largo boho que le quedaba genial.
—Bueno, nena, ¿y tú qué te vas a poner? —dijo Alexis.
—¿Cómo? —respondí, un poco desconcertada.
—Hemos venido para irnos de fiesta —respondió Hellen, guiñándome un ojo.
—Pero no estoy lista.
—Cariño, estás en tu boutique, ponte lo que quieras.
Elegí un vestido largo verde caqui con la espalda descubierta y unos tacones plateados.
—¡Guau, nena! Hoy a ti se te olvida la pelea con ese pelele —dijo Alexis, admirándome.
—Que no eran novios —dijo Hellen, rodando los ojos.
—Pero seguro que hubo algo. ¿A que sí? —insistió Alexis.
Yo me limité a reír. Cerré la tienda y nos dirigimos a un bar de copas. Irónicamente, era el mismo bar donde había visto a Gabriel por primera vez.
—¡Qué sitio más maravilloso, Hellen! Perfecto para hacernos fotos —dijo Alexis, emocionado.
—Sabía que os gustaría —respondió Hellen.
—Yo ya he estado aquí, es un sitio increíble —añadí, recordando mis experiencias anteriores.
—Pues vamos dentro de una vez —dijo Alexis, impaciente.
El bar estaba llenísimo, y nos abríamos paso entre la multitud para llegar a la barra y pedir algo. Empecé a ponerme melancólica, recordando cuando vine con Bastián por primera vez. La emoción de esos primeros días, todo lo que me esperaba, y cuando conocí a Gabriel...
—¡Nena, en qué piensas! —me sacó de mis pensamientos Alexis, señalando hacia el fondo—. Mira al buenorro que te está mirando.
—¿Cómo? —pregunté confundida.
—Allí —dijo, indicando con la cabeza. Era Bastián.
—¡Bastián!
—¿Lo conoces? —preguntó Alexis, curioso.
—Espérame aquí. —Fui directamente hacia Bastián, pero se alejó rápidamente. Intenté buscarlo entre la multitud, pero desapareció.
—¿Quién era? —me preguntó Hellen cuando regresé.
—Era Bastián.
—Ah, sí, Bastián. Lo conozco bastante bien —dijo Alexis de manera irónica.
—Mi dependiente —aclaré.
—Ya lo entiendo todo. Estaba enamorado de ti, ¿verdad? —dijo Alexis, tratando de descifrar la situación.
—Sí —respondí simplemente.
—¿Y cuál era el problema? —preguntó Hellen, confundida.
—No me gusta —dije de forma evasiva.
—Chica, ¿eres lesbiana? Cómo no te va a gustar ese hombre. Yo dejaría a mi novio por él —comentó Alexis sin filtro.
—¡Alexis! —exclamó Hellen, visiblemente incómoda.
—No, lo que pasa es que... —vacilé un momento, sintiendo la presión de la situación—. Quiero centrarme ahora en el concurso solo.
—Bueno, pero un poco de distracción nunca viene mal... —intervino Alexis, con su tono despreocupado de siempre.
—Alexis... —Hellen intervino, intentando suavizar las cosas.
Decidimos dejar de lado el tema de Bastián y enfocarnos en pasarlo bien esa noche. El ambiente del bar estaba lleno de energía y música, y necesitaba disfrutar de la compañía de mis amigas para olvidar temporalmente mis preocupaciones.
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Estaba exhausta tras la fiesta, pero no podía permitirme quedarme en casa. Tenía que abrir la boutique. Sin embargo, al llegar, me sorprendí al ver que ya estaba abierta.
—¡Buenos días, Cloé! —saludó Juliette, la chica del otro día que había salido con Bastián.
—Eh... ¿cómo has abierto? —pregunté, confundida.
—Ah, lo siento, creía que Bas te había avisado. Me dijo que podía reemplazarlo estos días.
—Ah, vale, me parece genial. Realmente lo necesitaba —respondí, aliviada por tener ayuda.
—Pues aquí estoy yo para ayudarte. Mi hermano puede ser a veces un poco cabezón.
—¿Bastián es tu hermano? —pregunté, sorprendida.
—Sí.
—Ah, no lo sabía.
Juliette parecía simpática y dispuesta a colaborar. Aunque seguía preocupada por la situación con Bastián, me sentí agradecida de tener a alguien que me apoyara en la tienda durante estos días.

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Runway
RomanceChloé una joven de 25 años consigue cumplir su sueño de abrir una boutique en París tras mucho esfuerzo. Sin embargo, se encuentra la gran oportunidad de participar en un concurso que le podría dar la fama necesaria para convertirse en una gran dis...