capítulo O9.

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—¡Papi, papi!

Rosé dejó caer la pesada hacha al suelo, quitó el sudor de su frente y achinó los ojos para intentar ver algo entre tanta bruma solar. 

Natty corría rápidamente en su dirección, enredándose un poco en el overol que seguramente su madre le había colocado luego de despertarla y despojarla del pijama. Su largo cabello ya estorbaba su visión y Rosé se preguntó cuando sería el momento en que lo cortarían. 

La pequeña alfa llegó a su lado con la respiración entrecortada, inspiró varias veces hasta que logró recuperar el aliento y fijo su mirada en ella. 

—Hola, cachorra —lo tomó entre sus brazos y besó sus mejillas—. ¿Qué sucede?

—¡Quiero un plumpio, papi! —la niña dejó la dulce sonrisa de patito que había heredado de Lisa a la vista cuando sonrió ampliamente. 

—¿Un qué, mi vida? —Rosé intentó contener la risa, pero pequeñas notas traviesas escaparon de entre sus labios. 

—¡Un pumplio! —repitió con obviedad. 

Ah... Ya entiendo, cachorra, quieres un columpio. 

—¡Sí! por favor... ¿Puedo tener uno?

Rosé lo meditó unos momentos mientras sostenía con mayor fuerza a su hija, evitando que cayera al suelo. 

—¿Qué dijo mamá sobre el columpio? —inquirió con una ceja alzada. 

—Dijo pregúntale a papá y yo pregunté, papi. 

Esta vez fue inevitable contener la risa. Su cachorra era tan ocurrente cuando quería. 

—Está bien, amor, papá promete ponerse en ello cuando acabe aquí, ¿Te parece? 

—¡Sí! ¡Gracias! —y dicho esto, besó su mejilla y fue depositada nuevamente en el suelo. 

La madera que restaba fue cortada y depositada en el lugar correspondiente, luego tomó el camino que prácticamente conocía de memoria, el cual la llevaba a la puerta de la casa principal. Allí, Lisa preparaba su típica limonada libre de azúcares mientras tarareaba una suave melodía que reconocía como las canciones de cuna que solían cantarle a las cachorras cuando no podían conciliar el sueño. 

A lo lejos pudo escuchar las risitas de las niñas, probablemente entretenidas con algún juego que la mayor de ellas creaba. 

Se acercó a paso lento hasta que sus manos hicieron contacto con la cintura contraria, rodeó a Lisa por la espalda y terminó besando varias veces su marca y mejillas. La omega ronroneó de puro gusto, dejándose caer sobre el pecho de la mayor. 

—Amor, Natty quiere un columpio. —murmuró la alfa.

—Me lo dijo, aunque creo que es algo peligroso. 

—Tranquila, lo haré a una altura cercana al suelo para evitar accidentes grandes. Sin embargo, siempre puede haber una rodilla o un codo raspado, y es normal, son niñas. 

Lisa se dio la vuelta cuando la última rodaja de limón quedó dentro de la jarra de agua helada y se abrazó a su pecho con un tierno puchero resaltando en sus facciones. 

—Lo sé... Pero no deja de asustarme. 

Rosé besó su sien, permitiendo que todos los sentimientos angustiantes que rondaban la cabecita rizada se drenaran lo mayor posible. 

Tiempo después, luego de un merecido almuerzo y una breve siesta, se encaminó con la mayor de sus hijas al cobertizo principal. Allí tenía todas las herramientas y cosas que necesitaría para armar el ansiado columpio. 

the family's farm ଓ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora