capítulo 1O.

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Era martes por la mañana y Rosé había tenido que salir de emergencia a la ciudad para atender un contratiempo que había surgido en la empresa. Gracias a su repentino despertar, Lisa ya no pudo conciliar el sueño, por lo que se dedicó a cuidar y mimar las flores que con tanto esmero plantaba en los alrededores de la casa.

Horas después escuchó llantos en la casa, por lo que sin dudarlo se puso de pie, sacudió la tierra de su overol y quitó los guantes que protegían sus manos. Se dirigió a paso rápido al piso superior, encontrándose con su hija menor de pie en la cuna y ambas manitos aferradas a los barrotes. 

La pequeña Danielle sollozaba con un enorme puchero, mejillas sonrosadas y lágrimas pesadas. Sintiendo a su loba rasgar su pecho, por lo que se apresuró a tomarla entre sus brazos y liberar su dulce aroma para marcarla. 

—Ya, mi vida... ¿Qué sucede, cachorrita? —murmuró sin dejar de mecerse de un lado al otro—. Mami está aquí, bebé, no hay nada que temer. 

Danielle gimoteó un poco más, pero lentamente fue calmándose. Tomó entre su manito un rizo de su mamá y sonrió cuando Lisa se quejó al jalarlo. 

—¿Así que ya estamos traviesas? —la omega soltó su cabello y sonrió—. Vayamos a ver si tu hermana despertó y les prepararé el desayuno. ¿Qué quieres comer hoy, bebé? 

Vena y patano. —murmuró con voz gangosa por el llanto. 

 —Avena con plátano me parece una increíble elección. Bien hecho, cachorra. 

Cuando verificaron que Natty efectivamente continuaba durmiendo se dirigieron a la cocina. Lisa depositó a la bebé de cabello rizado en su sillita especial y dejó sobre la mesita una hoja y varios crayones para que se entretuviera en lo que la comida estaba lista. Solo por si acaso también cocinaría una porción para la cachorra mayor, quien solía despertarse a eso de las diez de la mañana. 

Má. —llamó. 

—Dime, Dani. 

Tuyo, mami. —Danielle señaló sobre su mesita y sonrió con dientitos pequeñitos. 

Lisa tomó entre sus manos la hoja y sonrió con devoción ante las líneas de todos los colores y grosores posibles. 

 —¡Esto es hermoso! Serás una gran artista. Ahora lo pondremos en el rincón del arte, ¿Qué dices? 

Hace tiempo que Lisa y Rosé habían implementado con sus hijas el rincón del arte, que no era más que el refrigerador principal. Allí pegaban todos los dibujos, fotos o escritos que las cachorras realizaban ayudándose de diferentes imanes decorativos. Hasta ahora casi todos habían sido de la autoría de Natty, dado que era la mayor y que por consecuente sus habilidades motrices y finas estaban más desarrolladas, pero el orgullo de poner una de las primeras obras de la menor recorría de arriba a abajo a la omega. 

Danielle aplaudió desde su lugar mientras saltaba levemente por la emoción, la cual incrementó varios niveles cuando su plato del desayuno se colocó sobre la mesita. Lisa había cortado el plátano por la mitad, pero dejó el resto de la cascara para que su hija pudiera tomarlo con seguridad y alimentarse sin ningún tipo de riesgo.  

El ceño de la omega se frunció apenas cuando empezó a divisar el desastre generado por las manitos emocionadas. Danielle tenía avena hasta en el cabello y agradeció a alguna deidad superior cuando decidió bañarla luego de desayunar.

Como había previsto, Natty apareció por la cocina con su pijama de estrellitas y cabello alborotado. Corrió hasta las piernas de la mayor y trepó hasta quedar sentada sobre su regazo. Lisa la abrazó con fuerza y cubrió con su aroma como había hecho con anterioridad.

the family's farm ଓ chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora