Cuatro años atrás...
Lisa estaba sentada en una de las sillas giratorias del despacho que le habían otorgado al ingresar a la empresa hace ya cinco años atrás.
Trabajaba en una de las sucursales en Tailandia, pero cuando le ofrecieron un puesto de Community Manager no dudó en dejar todo atrás y mudarse al corazón de Seúl, Corea. Allí empezó de cero en un pequeño pero acogedor departamento que la empresa le costeó y apenas algunos muebles que había podido enviar desde su anterior piso.
Los primeros meses fueron duros, su lobita estaba sumida en la depresión que cogió al verse sola y sentirse un tanto desamparada. Casi nadie en la sede le prestaba atención, mucho menos al enterarse que su jefa era una omega. Le dolió, demasiado, pero pronto se acostumbró a elevar la barbilla y pasar por encima a quien quisiese hacerla sentir menos.
Una de las noches en donde se había tenido que quedar hasta tarde para terminar algunos pendientes, cruzó caminos con la jefa. Era la primera vez que podía observar de cerca el rostro de la alfa y cuando su aroma la cubrió no pudo contenerse más.
Luego de eso le siguieron citas y salidas, teniendo como resultado una pareja sumamente enamorada.
Dos años después de empezar su noviazgo, Lisa decidió mudarse al departamento de la mayor. Era lujoso, sin dudarlo, pero en el fondo ambas sabían que no querían eso para el resto de sus vidas.
Una vez enlazadas tenían el plan de mudarse, aunque aún no sabían bien dónde.
Tuvo que cortar el flujo de sus pensamientos cuando arcadas la atacaron de golpe. Llegó corriendo al baño de la oficina y justo segundos después vacío su estómago por completo en el retrete. Su lobita gimoteaba en su pecho y no le sorprendió para nada que su alfa pareciera detrás de la puerta en un santiamén.
—Mi amor, ¿Estás bien? ¿Que sucede, Lili? —murmuró la alfa cuando observó su rostro pálido y ojeroso.
—No lo sé, alfa, empecé a sentirme mal de repente.
—Ven, vamos por algo de agua y luego irás directo a casa. No puedes seguir trabajando así.
—Pero, Chaeng... —puchereó. No quería estar sola en el departamento.
—Nada. Soy la jefa, amor, y digo que no estás apta para seguir hoy. Ve a descansar y prometo llevar para cenar esa sopita de pollo que tanto te gusta.
Asintió, rendida porque muy en el fondo sabía que la mayor tenía razón. Estaba agotada, su cabeza palpitaba, le dolía el pecho y la espalda y no entendía muy bien porque.
Dejó que su frente fuera besada mientras era prácticamente bañada en el aroma potente de la alfa.
Una vez recostada entre la calidez de las mantas de su nido supó exactamente que era lo que le estaba sucediendo. Haber pasado su celo en sincronización con el de su alfa era una pista enorme.
No dudó en colocarse un chandal sobre su cuerpo y salir en busca de una herramienta que la ayudaría a confirmar o, por el contrario, descartarla.
El trámite en la farmacia fue rápido y en un abrir y cerrar de ojos estaba sentada sobre el retrete con las manos cubriendo su rostro. Una prueba de embarazo con un positivo resplandeciente la acechaba desde el lavabo.
No tuvo tiempo de juntar todas las cosas cuando la voz de su alfa irrumpió desde la entrada. El departamento era grande, pero Lisa estaba segura de que en menos de tres segundos tendría a la mayor llamando a la puerta en su búsqueda.
—¿Lili, amor? ¿Dónde estás? —lo sabía.
—¡En el baño, Rosie, ahora voy!
—¿Lisa? —la alfa abrió la puerta apenas para poder pasar su cabeza—. ¿Sigues sintiéndote mal?
—Algo así —sacudió la cabeza de lado a lado y sonrió con el plástico de la prueba quemando en su mano escondida detrás de su espalda—, digo... Estoy bien, alfa. ¿Trajiste la cena?
—Sí, está en la cocina.
—Pues vayamos. —Lisa besó levemente sus labios y tomó su mano para sacarla del cuarto.
Tuvo que contener las ganas de vomitar cuando la sopa que tanto amaba ingresó en su boca. No era específicamente a ella a quien parecía sentarle mal.
En la noche se tumbaron juntas en el sofá a ver una película. Lisa buscaba inconscientemente el aroma y protección que solo los brazos de su alfa podían otorgarle y Rosé, sin problema alguno, la apretaba con mayor fuerza a su pecho.
—Amor... —murmuró la mayor.
—¿Mhm?
—¿Qué sucede? Mi alfa me está volviendo loca al no saber que tiene mal a su omega.
—Nada, alfa, estoy cansada. Solo es eso, ¿Sí? —besó con suavidad sus labios—. ¿Me llevas al nido?
Y ambas rieron cuando Rosé cargó entre sus brazos el cuerpo de la más joven.
Días después Lisa logró por medio de muchos pucheros y besos convencer a su alfa de levantarle el permiso por enfermedad. Rosé estaba un tanto recia, pero le hizo prometer que se cuidaría y que no realizaría tareas excesivas.
Cuando regresó esa tarde, demasiado agotada por todo el trabajo, no encontró a Rosé por ningún lugar. Guiada por sus instintos se dirigió a la habitación y casi cae de rodillas cuando la divisó sentada al filo de la cama con la prueba de embarazo entre sus manos. No se movía, pero sí sollozaba levemente.
—¿Alfa? Yo... Puedo explicarlo. —murmuró cohibida.
—Ven aquí, Lili —la tomó entre sus brazos cuando la tuvo enfrente y apoyó su cabeza en el aún plano abdomen—. ¿Estamos esperando un bebé?
—Sí, mi amor, vamos a ser papás. —acarició entre los finos cabellos rubios mientras dejaba que sus lágrimas corrieran al igual que las del amor de su vida.
Las feromonas eran de todo tipo y los aromas se fundían con fuerza, haciendo que la pareja se sintiera aún más dichosa.
—También tengo una sorpresa. —Rosé la miró a los ojos antes de ponerse de pie.
Sustrajo del cajón de su mesilla de noche un sobre marrón y posteriormente lo dejó entre las manos de la Tailandesa.
Un jadeo escapó de entre sus labios y su llanto incrementó gradualmente.
—¡¿Compraste la granja?! —chilló emocionada.
—Sí, Lili, es nuestra. Nuestro lobito crecerá en donde siempre planeamos.
—Te amo, alfa.
—Yo mucho más.
Y pasaron el resto de la noche entre besos y promesas por cumplir. Planes de comprar animales, preparar un huerto y vivir a base de ellos.
Rosé le prometió que haría lo posible, y Lisa a cambio juró poner todo de su parte para cumplir lo que tanto anhelaban.
Una hermosa granja familiar.
¡Gracias por leer!
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the family's farm ଓ chaelisa
De Todo❝Rosé y Lisa se conocieron años atrás en una circunstancia demasiado diferente a la de hoy en día. Sin embargo, ahora, siendo alfa y omega, se establecieron en una bonita granja a las afueras de la ciudad mientras cuidan de sus dos cachorritas. ¿Po...