~Capítulo#5~

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Me encuentro sentada bajo la sombra de una sombrilla de rayas rojas y blancas, esperando mi preciado y delicioso helado de vainilla, mientras juego con los pétalos amarillos del ramillete de margaritas que decora la mesa.

A lo lejos veo a Nate charlando con el heladero, quien le entrega las barquillas y recibe gustoso su dinero.

-¡Al fin!-. Exclamo alegre-. Llegué a pensar que nunca tomaría ese helado-. Nate niega entre risas, entregándome la barquilla-.

-Eres demasiado impaciente, la vida hay que tomarla con calma, ojitos-. Lamo la nieve, degustando su cremosa textura-.

-¿Por qué me llamas ojitos?-. Pregunto intrigada, saboreando la exquisitez que tengo entre mis manos-.

-Tienes unos ojos hermosos-. Responde sin más, tomando asiento en la silla al otro lado de la mesa. Me atraganto con su respuesta y comienzo a toser como loca-.

-¿Cómo puedes decir esas cosas tan a la ligera?-. Intervengo, luego de evitar morir ahogada con mi propia saliva-.

-Es la verdad. Tus ojos son hermosos-. Se encoge de hombros, restándole importancia-. Además, tienen un brillo que llama la atención, si te permites observarlos como se debe-. Frunzo el ceño por su extraña respuesta-. A ver...-. Se lo piensa unos segundos-. En tu mirada hay una gran nube de dolor y tristeza, y a pesar de eso tienes un brillo particularmente atractivo, parecido al Sol-. Termina de devorar su barquilla. Ni había notado que estaba terminando-. El azul de tus ojos representa el océano, y lo que te dije antes una tormenta, porque sí, Allison, tus ojos son océanos en tormenta, una destructiva, pero atractiva para quienes se atreven a mirar a través del caos que los consume-. Sonrío, y él hace lo mismo-.

-No sabía que eras poeta-. Me burlo, en un intento de borrar la incomodidad que embarga a mi cuerpo, la tensión es tanta que puede ser cortada con una tijera-.

-Solo con quienes lo merecen-. Trago grueso, sonrojándome al recibir el impacto directo de su mirada sobre la mía-. ¿Te gustó el helado?-. Cambia de tema, y lo agradezco-.

-Mucho-. Contesto, lamiendo mi labio inferior. Alzo la vista, y entonces lo descubro observando fijamente mis labios-. ¿Nate?-. Me muerdo el labio, y no se me pasa el movimiento de su manzana de Adán-.

-Tienes un poco de helado en la comisura de tus labios-. Me señala el lugar-.

Así que era eso...-. Me decepciono un poco, pero disimulo, sin entender las cosas que pasan por mi mente-. Gracias-. Intento limpiarme, pero solo consigo ensuciarme más-.

-Espera, ya lo quito yo-. Dice con seriedad, pasando su pulgar por encima de mis labios. El roce me estremece, el calor comienza a subir a mi rostro-. Listo, como nueva-. Sonríe satisfecho-.

-Gracias-. Rasco mi nuca, nerviosa sin razón alguna-. Creo que es momento de irnos, debo ir a fisioterapia en unas horas-. Aviso, frustrada, pues me la pasaba bien-.

-Claro, pero antes...-. Su sonrisa se ensancha, dejando expuesta su perfecta dentadura-. Debo pedirte algo-. Arqueo mis cejas, confunfida-

-¿Y eso es...?-. Dejo la pregunta en el aire, esperando que continúe-.

-Tu amistad-. Abro los ojos como platos, y una sonrisa espontánea se exhibe en mi fisonomía-. Quiero que seamos amigos, por eso le pedí al heladero que colocara margaritas amarillas como decoración-. Quedo boquiabierta con esa declaración-. Entonces... ¿aceptas?-. No tengo que pensarlo mucho, aunque mi lado pesimista me supere-.

-Sí, acepto-. Él se sorprende por mi respuesta, al parecer creyó que me negaría. Su típica sonrisa arrebatadora aparece, provocando que me sonroje un poco, una vez más-. Ahora sí...

-Vámonos-. Completa la frase, haciéndome reír-. ¿Te dejo en casa?. ¿El rubio te lleva?-. Interroga, caminado a la par de mi silla de ruedas-.

-Sí, él me acompaña todo el tiempo, ya que Beth se la pasa en el bufete en las afueras del pueblo-. Él asiente, comprendiendo mi corta explicación-.

-¿Y si voy contigo?-. Propone de la nada, ocasionando que me detenga en seco-. ¿Qué ocurre?. Perdón, no debí sugerir eso...-. Habla rápidamente, volteándose en mi dirección-. Yo... ¿estás sonriendo... y llorando?-. Su rostro se contrae, preocupado y asombrado en partes iguales-. ¿Estás bien?-. Pregunta, arrodillándose frente a mí, colocando sus manos sobre mis rodillas-.

-Sí, solo que...-. Intento limpiar las lágrimas, que se empeñan en seguir su camino-. Me haz alegrado el día que prometía ser igual de desastroso que el de ayer y el anterior a ese...-. Nate acuna mi cara entre sus manos, limpiando la humedad de mis mejillas-.

-Perdón por hacerte llorar-. Intento refutar, pero me detiene depositando un beso en mi frente, dejándome muda-. Aunque sea de alegría, no debes llorar. La alegría se muestra con grandes sonrisas y sonoras carcajas. Así eres más linda-. Quedo petrificada-. Gracias por aceptar ser mi amiga-. Expresa, regalándome una hermosa sonrisa-. ¿Vamos?-. Me extiende su mano derecha-.

-Vamos-. Acepto, apretándola con fuerza, permitiendo que me ayude a entrar al auto-.

Nate se ha vuelto la mejor sorpresa que la lluvia me ha entregado. Antes me quitó a mis más grandes tesoros, ahora me permitió conocer a una persona que estoy segura se convertirá en alguien importante en mi vida. Ambas cosas las hizo en mi cumpleaños... Ironías de la vida.

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Luego de regresar de la fisioterapia recibí una gran noticia por parte de Beth y Jonan, su esposo.

Al parecer Beth llevaba una semana con malestares y muchas naúseas, lo que la llevó a ir al hospital en busca de respuestas.

¿Y saben qué?.

Mi querida tía, amiga y hasta madre, la que en algún momento de su vida fue una chica impulsiva que cometía errores, está embarazada.

La noticia trajo muchas lágrimas e inmensas sonrisas de felicidad.

Jonan me contó cada detalle, hasta el momento en que se desmayó de la emoción.

Soy muy feliz, y ellos lo son el triple, pues llevaban tiempo intentando quedar encinta, pero no lo lograban, y ahora, cuando menos lo esperaban, su tan anhelado deseo se cumplió.

Sé que quieren a mi hermano como si fuese su hijo, pero entiendo que querían tener a un pequeño o pequeña, solamente suyo.

Y sé muy bien, que Beth siempre ha anhelado que el fruto de su amor creciera en su interior.

Lo ha logrado, y a pesar de la dicha, puedo ver un atisbo de tristeza en el rostro de la rubia. Extraña a su hermana y mejor amiga, y en estos momentos, yo también lo hago.

(...)

Pov: Desde un punto de vista romántico, las margaritas de color amarillo significan alegría y amistad.

El diario de Allison Campbell: Besos de Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora