Me encuentro sentada bajo la sombra de una sombrilla de rayas rojas y blancas, esperando mi preciado y delicioso helado de vainilla, mientras juego con los pétalos amarillos del ramillete de margaritas que decora la mesa.
A lo lejos veo a Nate charlando con el heladero, quien le entrega las barquillas y recibe gustoso su dinero.
-¡Al fin!-. Exclamo alegre-. Llegué a pensar que nunca tomaría ese helado-. Nate niega entre risas, entregándome la barquilla-.
-Eres demasiado impaciente, la vida hay que tomarla con calma, ojitos-. Lamo la nieve, degustando su cremosa textura-.
-¿Por qué me llamas ojitos?-. Pregunto intrigada, saboreando la exquisitez que tengo entre mis manos-.
-Tienes unos ojos hermosos-. Responde sin más, tomando asiento en la silla al otro lado de la mesa. Me atraganto con su respuesta y comienzo a toser como loca-.
-¿Cómo puedes decir esas cosas tan a la ligera?-. Intervengo, luego de evitar morir ahogada con mi propia saliva-.
-Es la verdad. Tus ojos son hermosos-. Se encoge de hombros, restándole importancia-. Además, tienen un brillo que llama la atención, si te permites observarlos como se debe-. Frunzo el ceño por su extraña respuesta-. A ver...-. Se lo piensa unos segundos-. En tu mirada hay una gran nube de dolor y tristeza, y a pesar de eso tienes un brillo particularmente atractivo, parecido al Sol-. Termina de devorar su barquilla. Ni había notado que estaba terminando-. El azul de tus ojos representa el océano, y lo que te dije antes una tormenta, porque sí, Allison, tus ojos son océanos en tormenta, una destructiva, pero atractiva para quienes se atreven a mirar a través del caos que los consume-. Sonrío, y él hace lo mismo-.
-No sabía que eras poeta-. Me burlo, en un intento de borrar la incomodidad que embarga a mi cuerpo, la tensión es tanta que puede ser cortada con una tijera-.
-Solo con quienes lo merecen-. Trago grueso, sonrojándome al recibir el impacto directo de su mirada sobre la mía-. ¿Te gustó el helado?-. Cambia de tema, y lo agradezco-.
-Mucho-. Contesto, lamiendo mi labio inferior. Alzo la vista, y entonces lo descubro observando fijamente mis labios-. ¿Nate?-. Me muerdo el labio, y no se me pasa el movimiento de su manzana de Adán-.
-Tienes un poco de helado en la comisura de tus labios-. Me señala el lugar-.
Así que era eso...-. Me decepciono un poco, pero disimulo, sin entender las cosas que pasan por mi mente-. Gracias-. Intento limpiarme, pero solo consigo ensuciarme más-.
-Espera, ya lo quito yo-. Dice con seriedad, pasando su pulgar por encima de mis labios. El roce me estremece, el calor comienza a subir a mi rostro-. Listo, como nueva-. Sonríe satisfecho-.
-Gracias-. Rasco mi nuca, nerviosa sin razón alguna-. Creo que es momento de irnos, debo ir a fisioterapia en unas horas-. Aviso, frustrada, pues me la pasaba bien-.
-Claro, pero antes...-. Su sonrisa se ensancha, dejando expuesta su perfecta dentadura-. Debo pedirte algo-. Arqueo mis cejas, confunfida-
-¿Y eso es...?-. Dejo la pregunta en el aire, esperando que continúe-.
-Tu amistad-. Abro los ojos como platos, y una sonrisa espontánea se exhibe en mi fisonomía-. Quiero que seamos amigos, por eso le pedí al heladero que colocara margaritas amarillas como decoración-. Quedo boquiabierta con esa declaración-. Entonces... ¿aceptas?-. No tengo que pensarlo mucho, aunque mi lado pesimista me supere-.
-Sí, acepto-. Él se sorprende por mi respuesta, al parecer creyó que me negaría. Su típica sonrisa arrebatadora aparece, provocando que me sonroje un poco, una vez más-. Ahora sí...
-Vámonos-. Completa la frase, haciéndome reír-. ¿Te dejo en casa?. ¿El rubio te lleva?-. Interroga, caminado a la par de mi silla de ruedas-.
-Sí, él me acompaña todo el tiempo, ya que Beth se la pasa en el bufete en las afueras del pueblo-. Él asiente, comprendiendo mi corta explicación-.
-¿Y si voy contigo?-. Propone de la nada, ocasionando que me detenga en seco-. ¿Qué ocurre?. Perdón, no debí sugerir eso...-. Habla rápidamente, volteándose en mi dirección-. Yo... ¿estás sonriendo... y llorando?-. Su rostro se contrae, preocupado y asombrado en partes iguales-. ¿Estás bien?-. Pregunta, arrodillándose frente a mí, colocando sus manos sobre mis rodillas-.
-Sí, solo que...-. Intento limpiar las lágrimas, que se empeñan en seguir su camino-. Me haz alegrado el día que prometía ser igual de desastroso que el de ayer y el anterior a ese...-. Nate acuna mi cara entre sus manos, limpiando la humedad de mis mejillas-.
-Perdón por hacerte llorar-. Intento refutar, pero me detiene depositando un beso en mi frente, dejándome muda-. Aunque sea de alegría, no debes llorar. La alegría se muestra con grandes sonrisas y sonoras carcajas. Así eres más linda-. Quedo petrificada-. Gracias por aceptar ser mi amiga-. Expresa, regalándome una hermosa sonrisa-. ¿Vamos?-. Me extiende su mano derecha-.
-Vamos-. Acepto, apretándola con fuerza, permitiendo que me ayude a entrar al auto-.
Nate se ha vuelto la mejor sorpresa que la lluvia me ha entregado. Antes me quitó a mis más grandes tesoros, ahora me permitió conocer a una persona que estoy segura se convertirá en alguien importante en mi vida. Ambas cosas las hizo en mi cumpleaños... Ironías de la vida.
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Luego de regresar de la fisioterapia recibí una gran noticia por parte de Beth y Jonan, su esposo.
Al parecer Beth llevaba una semana con malestares y muchas naúseas, lo que la llevó a ir al hospital en busca de respuestas.
¿Y saben qué?.
Mi querida tía, amiga y hasta madre, la que en algún momento de su vida fue una chica impulsiva que cometía errores, está embarazada.
La noticia trajo muchas lágrimas e inmensas sonrisas de felicidad.
Jonan me contó cada detalle, hasta el momento en que se desmayó de la emoción.
Soy muy feliz, y ellos lo son el triple, pues llevaban tiempo intentando quedar encinta, pero no lo lograban, y ahora, cuando menos lo esperaban, su tan anhelado deseo se cumplió.
Sé que quieren a mi hermano como si fuese su hijo, pero entiendo que querían tener a un pequeño o pequeña, solamente suyo.
Y sé muy bien, que Beth siempre ha anhelado que el fruto de su amor creciera en su interior.
Lo ha logrado, y a pesar de la dicha, puedo ver un atisbo de tristeza en el rostro de la rubia. Extraña a su hermana y mejor amiga, y en estos momentos, yo también lo hago.
(...)
Pov: Desde un punto de vista romántico, las margaritas de color amarillo significan alegría y amistad.
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El diario de Allison Campbell: Besos de Primavera
RomantikAmaba el verano, pero mis días se habían vuelto un tormentoso invierno. De mi boca, que antes profería hermosos poemas, ahora escapan gritos de terror atroces. Mi piel ya no tenía color, solo mostraba el aspecto de un triste lienzo en blanco. Mi cab...