~Capítulo#15~

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Si encuentran algún error, por favor, avísenme. Minimaratón 1/3.

Este capítulo es muy triste para mí. Sufro tanto con todo lo que ha vivido Allie y con lo que descubrió Nate (ToT).

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Mis manos tiemblan, no sé si por la ira o la tristeza.

¿Acaso él...?.

No, no.

Él no pudo acercarse a mí para darle paz a su maldito padre, ¿verdad?.

Mi respiración comienza a fallar, y no logro ver los gestos en el rostro del chico frente a mí por culpa de las lágrimas que se amontonan en mis ojos.

¡Maldita sea!.

-¿Desde cuándo?-. Logro escupir de forma demasiado gélida la pregunta que se encontraba atascada en mi garganta, la misma que no me permite respirar correctamente-.

-¿Qué?-. Me molesta tanto, nunca había odiado tanto esa pregunta tan corta-.

-¡¿Desde cuándo lo sabes?!. ¡Que tu padre asesinó a los míos!. ¿Te acercaste a mí por culpa?-. Cada una de mis interrogantes destila puro veneno, mas no me interesa, ahora todo me da igual-.

-No me malentiendas, Allison, lo descubrí ayer cuando te marchaste del hospital-. Mi corazón palpita de manera desenfrenada, un pitido horrendo se adentra en mis oídos y mi estómago se retuerce ante cada una de sus palabras-. Lo pensé mucho, y al final creí que lo mejor sería contártelo, pues no es un secreto que yo desee ocultarte a ti. De verdad, yo...-. Trago grueso, mi boca se encuentra seca, necesito beber agua-.

-¡Cierra la boca de una maldita vez, Natanael!-. Grito, colocando una mano sobre mí pecho-. ¿Y ahora qué?? Esto no puedo ignorarlo, no puedo, no puedo, no-. Lloriqueo como una niña indefensa-.

-Hay algo más-. Me interrumpe. Su voz ahora se escucha lejana, y eso él lo ignora por completo-. Mi madre fue la doctora que ayudó a tu madre a dar a luz, fue quien llamó al 911 esa noche, y nosotros nos conocimos ese día, también...-. Veo borroso, su voz es casi inaudible. Un ataque, estoy a punto de sufrir un ataque de ansiedad-. También cuidé de ti hasta que tus tíos llegaron a por ti. Solo tenía 8 años, Allison-. Nate agacha la cabeza, al parecer él también sufre con esto-.

-Yo...-. Clavo mis iris celestes en su cabello cedoso, intento tocar su mano sobre la mesa, pero pierdo todas las fuerzas, desplomándome por completo encima de la misma-.

-¡Ojitos!.

Eso es lo último que escucho antes de ser absorbida por una espesa oscuridad.

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Calma. Hay tanta paz, que imagino que estoy en el cielo, junto a mis amados padres y mi hermosa abuela.

Si me concentro, logro escuchar la risa de mi madre, los chistes de mi padre y los consejos de mi abuela.

Los extraño, pero nada es eterno.

El sonido de los pasos de alguien acercándose causa que abra los ojos rápidamente, y busque con la mirada al causante del mismo.

Rulos castaños, ojos marrones, piel ligeramente bronceada... Nate.

Al verlo, me dan ganas de llorar desconsolada como niña pequeña, sin embargo, las aguanto, pues no deseo volverme a mostrar vulnerable frente a él. No lo voy a permitir nunca más.

-Hola, ¿cómo te sientes?-. Interroga cauteloso, acercándose a mí-.

-Estoy bien, gracias-. Respondo, girando la cabeza en dirección contraria a la suya-.

-Bueno, ya avisé a Beth y Alex, todos están en camino-. Informa, sentándose en el sillón al lado de la cama-.

Silencio. Ninguno habla, no hay de qué o quizás sí, mas no sabemos cómo hacerlo.

-¿Cuándo fue la última vez que tuviste un ataque de ansiedad?-. Esa consulta provoca que me voltee hacia él, con evidente recelo en la mirada-. El doctor me lo preguntó, y no supe qué decirle. Nunca me hablaste de esto-. Pongo los ojos en blanco ante su acusación-.

-No era de tu incumbencia-. Contesto cruzándome de brazos-. Y sigue sin serlo-. Noto la sorpresa en su fisonomía, no se esperaba esa respuesta-.

Sé que estoy siendo una verdadera perra, pero no sé qué hacer.

Su padre, él...

No soy capaz ni de repetirlo en mi cabeza.

-Vale, no quieres hablar de eso-. Expresa relajado, recomponiéndose rápidamente-.

-No quiero hablar de nada, Natanael-. Susurro más para mí, sin embargo, él logra oírme, pues asiente con la cabeza y guarda silencio-.

Los minutos se vuelven eternos y la espera me desespera. No entiendo qué tanto revisan los doctores, yo estoy bien, pueden darme la libertad.

No soporto los hospitales.

-¿Señorita Campbell?-. La gruesa voz de un doctor regordete y anciano capta mi atención, sacándome por completo de mis desvaríos-.

-¿Sí, doctor?-. Algo en su rostro no cuadra, o tal vez, solo son mis traumas-. ¿Ya me puedo marchar?-. Fuerzo una sonrisa, esperando una respuesta positiva de su parte. Una que nunca llega, ya que niega levemente-. Entonces...

-Hace unos minutos llegó una ambulancia con víctimas de un accidente automovilístico-. Inicia su explicación lentamente, a pesar de que no comprendo qué relación guarda eso conmigo-. La única persona que se encontraba consciente nos dijo que era su tío-. Mi pulso se acelera, tanto que puedo sentir el palpitar de mi corazón en los oídos-.

No. No. No.

Otra vez no. Por favor.

Dirijo mis iris celestes al chico a mí lado, mordiendo mi labio inferior con fuerzas, en un intento de evitar que los sollozos escapen.

¿Por qué?.

-Tú...-. Lo agarro del cuello de su polera negra con rabia-. Abrázame, por favor-. Las murallas de indiferencia se derrumban una vez más, dejando expuesta a la Allison débil, a la verdadera yo, a la que tanto odio-.

Nate no dice nada, únicamente me rodea con sus brazos, y como hice ayer con él, me da suaves palmaditas en la espalda.

-Llora, ojitos, déjalo salir-. Deposita un beso en mi frente-. Aquí estoy para ti, no te voy a dejar-. No necesito nada más, el llanto desgarrador que se encontraba atorado en mi garganta, fluye con intensidad, mostrando a los presentes que solamente soy una niña que carga con demasiado dolor-.

Ellos van a estar bien...

Son mi razón de existir.

El diario de Allison Campbell: Besos de Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora