~Capítulo#19~

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—Ojitos—. Me llama Nate, de forma cálida—.

—¿Sí?.

—No tomes mis palabras como un adiós, yo solo... quería confesar lo que por ti siento—. Noto como sus ojos se cristalizan, provocando que mi corazón se agriete un poco—. Desde que te conocí he pensado en ti y... en hacerte feliz, pero en un mes me marcharé y no sé cómo lo estás tomando—. Aclara su voz, para luego ponerse a mi altura y apoyar sus grandes manos en mis piernas—. ¿Estás bien?.

—Yo...

Si le digo que no se sentirá culpable y quizás... renuncie a perseguir sus sueños. Eso no me lo perdonaría jamás.

—Estoy bien—. Le regalo una sonrisa al percibir inseguridad en su mirada—. ¿Nos seguiremos escribiendo y llamando, no?—. Pregunto con esperanza, a lo que él asiente muy seguro—. Pues no tienes que devanarte los sesos con esto—. Tomo sus manos, propiciándole leves caricias con los dedos—. Tal vez en dos años te acompañe en tan magnífica aventura, ¿no crees?—. Bromeo, a lo que él asiente dubitativo—.

Me inclino hacia delante para abrazarlo, y evitar que vea como diminutas lágrimas comienzan a amontonarse en mis ojos.

Duele, realmente duele...

Inhalo su perfume mentolado, permitiendo que un par de lágrimas realicen su recorrido por mis mejillas y que la brisa marina golpee mi fisonomía.

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Han pasado dos semanas desde que Nate y yo tuvimos esa extraña cita o como quieran llamarle, y no logro sacar de mi cabeza su confesión; por tanto, no logro centrarme a la hora de estudiar, ya que lo hago con el castaño.

Es tétrico quedarme embobada mirando su rostro.

Además, en los pasillos del instituto se escuchan los murmullos de los estudiantes de último año, quienes festejan la llegada del baile de graduación, en dos semanas más.

Verónica y una de sus amigas han invitado a Alex y Mark. Yo decidí no asistir.

—Allie—. Mark me propicia un golpe en la nuca, trayéndome de vuelta al presente—.

—¿Qué quieres, inútil?—. Pregunto fulminándolo con la mirada—.

—Nate se está acercando, y no quiero que mi amada mejor amiga pase vergüenza por estar dando un viaje astral—. Me susurra al oído—.

—Estúpido.

—Enana.

—Cavernícola.

—Medio metro.

—Infantil—. Zanjo la lluvia de insultos al notar la presencia de Nate a un par de metros—.

Inconscientemente coloco un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, y muerdo mi labio inferior ansiosa.

Espero que...

—Hola, ojitos—. Me saluda con su típica sonrisa, tomando asiento en la silla al otro lado de la mesa—.

—Hola, Nate—. Le devuelvo el mismo con una sonrisa diminuta—.

—Bueno, los dejo a solas, para que puedan coquetear con libertad—. Expresa burlón el pelinegro a mí lado, para luego ponerse en pie y alejarse rápidamente—.

Oh, mierda, que vergüenza.

—Mark es muy...—. Susurra el de rulos de chocolate, captando mi atención y permitiéndome ver como sus mejillas se encuentran teñidas de rojo—.

El diario de Allison Campbell: Besos de Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora