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NARRADORA

Ese día avanzaron por mucho hasta adentrarse en un bosque, el monje agradeció no estar en temporada invernal pues de lo contrario el frío sería insoportable. Al encontrar un buen lugar y caer la noche decidieron que era momento de prender la fogata y descansar. 

Todos ayudaron a recolectar comida y pudieron cenar en tranquilidad, bueno, casi tranquilos ya que no había día en que Bajie le peleara de su porción a Wukong, y este siempre ganaría dejando al cerdo con uno que otro golpe.

Alrededor de la fogata el grupo se acomodó y se dispuso a descansar. Elizabeth estaba un poco más alejada viendo el cielo estrellado, pasado un rato notó que el resto dormía. Se acercó pero vio que Wukong seguía despierto, con una ramita en la boca miraba fijamente el fuego.

Tomó aire y se acercó a él. Se sentó a su lado y él sólo la miró con una ceja alzada.

- Gracias por lo de hoy.- dijo ella suavemente.- No había tenido la oportunidad de agradecerte.

- No es nada.- dijo Wukong regresando su mirada al fuego. Ella le imitó.

- ¿No piensas dormir?- preguntó la chica después de un rato de silencio.

- Realmente no lo necesito.- respondió el mono encogiéndose de hombros.

- Claro.- rió un poco.- Olvido que se trata del gran Sun Wukong.

- Así que sí sabes de mí.

- Bueno, ¿cómo no hacerlo? Eres el Rey de los Monos, el gran inmortal, el gran sabio igual al cielo. Eres toda una celebridad.

Wukong rió ligeramente y le miro con una pequeña sonrisa.

- Me sorprende- habló y la chica le miró.- no pareces ser alguien de por aquí.

- No lo soy.- aseguró la chica. Wukong no se equivocaba, Elizabeth no era asiática sus rasgos la delataban. Ella era de piel morena, ojos grandes y cabello castaño ligeramente ondulado. Las mujeres ahí por lo general eran de piel pálida, ojos pequeños y curvos, y de cabellos negros totalmente lacio.

- ¿De dónde eres? - Wukong dejó ver parte de su curiosidad en su pregunta.

- Solo podría decirte que originalmente soy de alguna región de América, no sé bien de dónde.- Elizabeth bajó un poco la mirada.- Llegué a oriente muy pequeña, por lo que no recuerdo mucho de mi hogar natal.

- ¿Tus padres no te hablan de tu tierra?

Ella le miró con una pequeña sonrisa.

- No tengo padres, al menos no los recuerdo.- respondió con sorprendente calma.

Wukong se golpeó mentalmente, no pretendía hacerla sentir mal. Él mejor que nadie sabía lo que se sentía, toda su vida se lo habían reprochado, era el rey solitario, sin familia.

- Lo siento, no ...-

- Está bien.- interrumpió la chica.- Realmente no me causa conflicto hablar al respecto. Por favor, Rey Mono, no se disculpe.

Wukong no dijo más y volvió a poner su atención en el fuego. Pasado el tiempo notó que la chica se había quedado dormida, no pudo evitar reír al respecto. Sabía que tarde o temprano caería pero se sorprendió en no darse cuenta en qué momento se había recostado para dormir.

Amaneció y el grupo se preparó para seguir con su camino.

- Parece que no estamos lejos de un poblado.- habló el monje bajando de su caballo.- Tal vez sea bueno pasar la noche cerca de ahí.

- Ojalá tengan comida.- habló Bajie ayudando a su maestro con el caballo.

- Ojalá no esté infestada por un demonio malvado como la última.- Wujin expresó su preocupación.

Libertad - Sun Wukong x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora