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Narradora

Una vez ya instalados alrededor de la fogata Elizabeth comenzó a pasar tazones de comida a cada uno. Todos le dieron un suave gracias, incluso Wukong pero ella le hizo caso omiso pues ni siquiera le miró al entregarle su porción. 

Wukong sólo chistó con su lengua y se dispuso a comer. No dejaría las cosas así, pero era demasiado orgulloso para hacer algo al respecto frente a los demás, así que esperaría a que todos durmieran para hablar con Elizabeth. 

Por su parte ella y Wujin mantenían una plática animada, el hombre pez le platicaba todo lo que habían visto en el camino y ella le contaba las tareas que hizo para ganar algo de dinero y poder conseguir lo suficiente para la comida. 

- Realmente te esforzaste mucho.- comentaba Wujin.

- La verdad lo hice con gusto, fue bueno ayudar a esas personas y me animaba el hecho de poder compartir algo rico con ustedes.-le decía la chica.

- Me gustaría que nosotros pudiéramos hacer lo mismo, pero ya sabes.- Wujin bajó un poco la mirada.- La gente se asusta al vernos, han de pensar que somos demonios que solo buscan dañarlos. Tienes una gran suerte de que tú puedas esconder tus alas.

- Supongo - respondió ella.- me imagino que de tenerlas presentes todo el tiempo incluso serían estorbosas. 

Ambos rieron un poco. 

- ¿Cómo le hacían antes? Digo, sé que su viaje ya tiene un tiempo de haber empezado.- preguntó curiosa Elizabeth.

- Bueno nos conformábamos con lo que lográbamos recolectar, muchas veces, por facilidad de movilidad, Wukong era quien se encargaba de encontrar algo.

- ¿Y encontraba cosas buenas?

- Bueno...es Wukong.- respondió Wujin y ambos rieron.

A poca distancia, del otro lado de la fogata, un mono con el ceño fruncido les miraba con bastante molestia. Sobre todo su mirada estaba en Wujin. 

¿Cómo es posible que él sí lograra llevarse bien con Elizabeth?  ¿Cómo es que la hace reír tan fácil? ¿Por qué lo hace ver tan fácil? Eran algunas de las preguntas que tenía en mente al ver a ese dúo disfrutando de la cena. 

Wukong se sentía molesto pero también algo frustrado, las veces que había intercambiado palabra con Elizabeth terminaban en momentos incómodos provocados principalmente por él, era bastante consciente de eso.  Resignado terminó de comer y decidió subir a uno de los árboles  de copas altas que había cerca, el aire fresco que tocaba ahí  le ayudaría a calmarse un poco. Nadie le cuestionó que se fuera, puesto que era el que solía alejarse y regresar después de un rato. 

Pasaron algunas horas, el fuego de la fogata ya era pequeño, pero Elizabeth todavía no dormía. Se quedó observando los alrededores esperando el regreso del mono.

- Será mejor que descanses Liz.- la voz del monje recostado le hizo mirarle.- Wukong regresará cuando le apetezca, seguro no está lejos.

- ¿Siempre ha sido así?- preguntó la chica.

- Así, ¿cómo?

- Pues...tan él, insoportable, terco y gruñon.- el monje rió.- Disculpe monje Xuanzang, no debería expresarme así de uno de sus pupilos.

- No hay cuidado.- el monje se sentó.- Podría decir que sí, siempre ha sido así. Pero también es temeroso.

- ¿Temeroso? 

- Sí, tiene miedo de encontrase con sus sentimientos. Tiene miedo de que le importe.

- ¿A qué se refiere?

Libertad - Sun Wukong x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora