Capítulo 3.

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Después de la intensa misión con los Vengadores, Emma regresó a su departamento en Nueva York, buscando un momento de tranquilidad y paz. Cerró la puerta detrás de ella, dejando atrás el bullicio de la ciudad, el apartamento estaba tranquilo, iluminado por las luces de los edificios de la ciudad, la vista daba a toda la ciudad, sin duda esa había sido la razón principal por la cual decidió vivir en aquel edificio, Kai, su gato, la recibió con un maullido suave, frotando su cabeza contra las piernas de Emma con afecto.

—Hey, amigo— dijo Emma, inclinándose para acariciar a Kai. El felino ronroneó en respuesta, y Emma sonrió, sintiendo el peso del día desvanecerse lentamente. Se dirigió a la cocina y preparó una taza de café, disfrutando del aroma reconfortante que llenaba la habitación.

Con su taza caliente en la mano, Emma se dirigió al sofá y se instaló cómodamente. Encendió la televisión y seleccionó un episodio de "Friends", una de sus series favoritas. La risa y las bromas familiares la envolvieron, brindándole un sentido de familiaridad y calma.

Durante un momento, Emma se permitió simplemente existir, sin preocupaciones ni responsabilidades. Se sumergió en el mundo de la comedia televisiva, dejando que el estrés y la tensión se desvanecieran en el fondo.

Después de un rato, Kai saltó al sofá y se acurrucó en el regazo de Emma, buscando calor y compañía. Emma sonrió, acariciando suavemente al gato mientras continuaba viendo el programa, la joven no supo en qué momento el cansancio la venció y se quedó dormida en el sofá.

La mañana en las oficinas de Industrias Stark pasaba rápidamente para Emma. Sentada en el escritorio de la oficina de Tony, se sumergió en una montaña de papeleo, enviando correos electrónicos, preparando informes y asegurándose de que todo estuviera en orden, órdenes del mayor. Sin embargo, un pequeño error de la asistente de Tony la llevó a una situación embarazosa.

—Maldición— murmuró Emma frustrada cuando se dio cuenta de que los archivos que debían ser enviados a Industrias Mercury habían sido olvidados, ¿qué no puede hacer nada bien? Pensó la joven debido a aquel olvido de la asistente de Tony. Se levantó de la silla, tomando las carpetas y dirigiéndose hacia la puerta.

Montada en su motocicleta, Emma se abrió paso por las calles de Nueva York, ansiosa por entregar los documentos personalmente y rectificar el error. Cuando llegó a las oficinas de Industrias Mercury, se detuvo frente al edificio imponente y entró con determinación, caminó hacia el elevador y oprimió el botón para dirigirse al nivel 20.

Sin embargo, su confianza se desvaneció cuando llegó a la recepción y se encontró con que la puerta de la oficina del jefe estaba cerrada. Emma se instaló en uno de los sillones de la sala, esperando pacientemente a que alguien la atendiera.

Pasaron varios minutos antes de que la puerta se abriera y un joven alto, vestido con traje, se acercara al escritorio del asistente. En ese momento, Emma supuso que él era el asistente del señor Johnson y se preparó para entregarle los documentos.

—Disculpa— dijo Emma con amabilidad, extendiendo las carpetas hacia el joven. —Estos documentos son para el señor Johnson, ¿podrías asegurarte de que los reciba por favor? Son por parte de Industrias Stark—

El joven, miró a Emma con sorpresa antes de rechazar los documentos con un gesto de la mano —Lo siento, no puedo ayudarte. El señor Johnson no está disponible en este momento— respondió con tono seco.

—Entiendo, ¿podría dejárselos a usted para que se los entregue? —preguntó Emma, tratando de mantener la paciencia.

El hombre levantó una ceja y esbozó una sonrisa sarcástica —Lo siento, pero tienes que esperar—

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