Capítulo 15.

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Era tarde, quizás demasiado tarde para estar despierta, pero Emma no podía conciliar el sueño. Estaba acostada en su cama, mirando el techo de su habitación, perdida en sus pensamientos. La mansión estaba en completo silencio, excepto por el suave susurro del viento que se colaba por las ventanas.

De repente, unos pequeños golpes en la puerta la hicieron incorporarse de golpe. Frunciendo el ceño, se levantó, preguntándose quién estaría despierto a esas horas. Al abrir la puerta, se encontró con Alec, parado frente a ella con los ojos enrojecidos, lágrimas surcando sus mejillas. Antes de que pudiera decir algo, él se lanzó hacia ella, rodeándola con sus brazos en un abrazo desesperado.

Emma, sorprendida, no dudó en abrazarlo de vuelta, acariciando su espalda en un intento de consolarlo.

—¿Alec? —preguntó en voz baja, con suavidad —¿Qué pasó?

Alec tardó unos segundos en responder, como si estuviera tratando de calmarse lo suficiente para hablar. Cuando lo hizo, su voz era quebradiza, llena de dolor.

—Tuve una pesadilla —confesó, manteniéndose cerca de ella, como si temiera que el contacto se rompiera y lo dejara nuevamente expuesto a sus miedos.

Emma lo guió suavemente hasta la cama y se sentó con él, sin dejar de abrazarlo. Sabía que había más detrás de esas lágrimas, y estaba dispuesta a escuchar.

—He estado teniéndolas desde que estaba en SHIELD —continuó Alec, con la mirada perdida en el suelo—. Veo a mi padre... lo veo herido. Lo veo llevarme a misiones que se sentían como campos de guerra. Misiones en las que no sé cómo sobreviví. Y... Sokovia... —hizo una pausa, apretando los ojos con fuerza, como si estuviera tratando de borrar las imágenes de su mente —La batalla en Sokovia trajo todo eso de vuelta. Las pesadillas volvieron, más fuertes que nunca.

—No tienes que pasar por esto solo —le dijo, con firmeza pero con ternura mientras acariciaba su mano—No más.

Alec respiró profundamente, dejando que el consuelo de Emma lo envolviera. No sabía si las pesadillas desaparecerían, pero en ese momento, con ella a su lado, sentía que al menos no tendría que enfrentarlas solo.

—Yo... perdón, no quería molestarte— Emma tomó cuidadosamente la barbilla del joven para que sus miradas conectaran.

—No pidas perdón. Siempre vas a contar conmigo— el joven puso su mano sobre la mano de la chica que acariciaba su mejilla.

—Gracias...— Emma lo miró y le regaló una tierna sonrisa

—Ven aquí— la joven lo rodeó con sus brazos —Sé lo que se siente y no debes pasar por esto solo.

El joven asintió sintiendo todo el apoyo de la joven, mientras seguían abrazados mientras su cabeza descansaba en el hombro de la joven. —¿Quieres intentar dormir?— preguntó la joven al sentir como el castaño se separaba del abrazo.

Durante unos segundos, él se mantuvo en silencio —¿Puedo dormir esta noche contigo? No quiero ya sabes... molestar— aquella pregunta la tomó por sorpresa, si habían dormido juntos antes pero no había esta conexión, ni es vulnerabilidad en él.

—Claro que puedes ¿Quieres ver algo?— respondió mientras le regalaba una sonrisa. El castaño asintió sin decir ni una palabra.

La joven se levantó de su lugar y comenzó a arreglar la cama para que ambos pudieran acostarse mientras Alec, prendía el televisor para después buscar algo que ver. Al estar acostados, Emma podía sentir cómo temblaba ligeramente a su lado. Se giró para quedar frente a frente con él, sus rostros apenas separados por unos centímetros.

Poco a poco, Alec comenzó a relajarse. Emma podía sentir cómo su respiración se volvía más lenta y profunda, para ser honestos, ninguno de los jóvenes prestaba atención a la película. Cuando estuvo segura de que Alec se había calmado, cerró los ojos, dejándose arrullar por el suave sonido de su respiración y de fondo el sonido del televisor.

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