Capítulo 17.

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Era una tarde tranquila en el complejo de los Vengadores, habían pasado varios días desde aquella interacción de los jóvenes y como era previsto, Alec y Emma la pasaban juntos, eran inseparables. La luz del sol se filtraba por las ventanas, bañando la sala de estar en un resplandor dorado. Emma estaba sentada en el sofá, con un libro en las manos, tratando de relajarse después de un día de entrenamiento. Natasha, con su aguda mirada, se sentó a su lado, observándola en silencio por un momento antes de romper el hielo.

—¿Qué pasa entre tú y Alec? Ya sé, durmieron juntos por una pesadilla, se la pasan casi todo el tiempo juntos— preguntó Natasha con su tono directo y sin rodeos.

Emma levantó la vista del libro, sorprendida por la pregunta. Intentó ocultar su incomodidad con una sonrisa ligera —¿Qué quieres decir? Somos amigos, nada más.

Natasha arqueó una ceja, claramente no convencida —Emma, soy buena leyendo a las personas. Y lo que hay entre tú y Alec no es solo una amistad normal. Puedo verlo en cómo se miran, en cómo se preocupan el uno por el otro— Natasha, desde hace días, sabía que la conversación que tuvo con Alec, la iba a tener también con Emma.

Emma suspiró y cerró el libro, sabiendo que no podía engañar a Natasha —Nat, de verdad, solo somos amigos. Y es mejor que se quede así.

Natasha se inclinó hacia adelante, su expresión suavizándose un poco —¿Por qué? ¿Qué te detiene?

Emma miró hacia abajo, jugueteando nerviosamente con el borde del libro. —Es... complicado. Tengo miedo de que, si dejamos que esto avance, podría lastimarlo. No tengo control total sobre mis poderes aún. ¿Y si en un momento de estrés o de emoción intensa, hago algo que lo lastime? ¿Si HYDRA vuelve?

Natasha asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de las preocupaciones de Emma —Entiendo tu miedo, pero mantener tus sentimientos reprimidos tampoco es una solución. Alec es fuerte, y está aquí para apoyarte. Tal vez él pueda ayudarte a encontrar ese control.

Emma negó con la cabeza, sus ojos llenos de incertidumbre —No puedo correr ese riesgo, Nat. No podría vivir conmigo misma si le hiciera daño. Prefiero mantener nuestra relación como ahora, segura.

Natasha colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Emma —Lo entiendo, Emma. Pero también sé que no puedes vivir con miedo para siempre. Tarde o temprano, tendrás que enfrentarlo y cuando lo hagas, estoy segura de que Alec estará allí para apoyarte. Quizás deberías darle una oportunidad de decidir por sí mismo.

Emma asintió, apreciando el apoyo de Natasha. Mientras la veía alejarse, sintió una pequeña chispa de esperanza. Sabía que su camino no sería fácil, pero quizás, con el tiempo, podría encontrar una manera de reconciliar sus miedos con sus deseos, pues muchas veces de ha reprimido de hacer cosas que le gustan por miedo.

En el gimnasio del complejo, el sonido de los golpes resonaba mientras Alec, Steve y Bucky entrenaban. Entre series de ejercicios y golpes al saco de boxeo, Alec finalmente reunió el valor para hablar sobre lo que últimamente ha estado rondando en su mente.

—Necesito un consejo— dijo Alec, bajando los guantes y tomando una respiración profunda. Los dos veteranos lo miraron con curiosidad.

—¿De qué se trata?— preguntó Steve, limpiándose el sudor de la frente con una toalla.

Alec se pasó una mano por el cabello, claramente nervioso —Es sobre Emma. Creo que estoy... bueno, creo que... bueno no la quiero solo como una amiga...

Bucky sonrió, bajando su propio par de guantes —Eso no es una sorpresa, chico. Se nota a leguas.

Alec sonrió tímidamente, pero la preocupación en sus ojos era evidente. —El problema es que no sé cómo decirle lo que siento sin que ella me rechace. No quiero arruinar nuestra amistad.

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