Capítulo 19.

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Al llegar a la habitación de la castaña, Alec la empujó suavemente hacia la cama, provocando que ambos soltaran una carcajada.

—Shh, tenemos que guardar silencio— dijo Alec, tratando de contener la risa —Si Tony o Steve nos escuchan, estaremos muertos.

Emma asintió, aún riendo, y se llevó un dedo a los labios en un gesto de complicidad. Se acomodaron en la cama, con la luz suave de la lámpara de noche iluminando apenas la habitación. Emma encendió su computadora y buscó la película que habían decidido ver. Se acomodaron juntos, hombro con hombro, mientras las primeras escenas llenaban la pantalla.

Pasaron las siguientes horas inmersos en la película, compartiendo susurros y risas contenidas. Cuando la película terminó, Alec volteó hacia Emma, notando cómo sus ojos comenzaban a cerrarse de sueño.

—¿Tienes sueño? —le preguntó en voz baja, acariciando su cabello.

Emma asintió, con una sonrisa cansada.

—Sí, bastante.

Alec sonrió y apagó la computadora, dejando la habitación en penumbra. Se acostaron juntos, acomodándose bajo las mantas. Emma se acurrucó contra el pecho de Alec, quien la rodeó con un brazo.

—Buenas noches, Emma —murmuró Alec, besándole la frente.

—Buenas noches, Alec —respondió ella, dejándose llevar por el sueño mientras sentía el cálido abrazo de Alec.

En silencio, en la seguridad de la habitación,

Emma cerró los ojos, pero un pensamiento le cruzó la mente y los volvió a abrir, mirándolo con ternura.

—Alec, antes de que me duerma...— dijo en voz baja, casi un susurro —21 de noviembre— el joven la vio extrañado —Mi cumpleaños es el 21 de noviembre.

Alec la abrazó con más fuerza, pegándola a su cuerpo. Sentía el latido de su corazón sincronizándose con el de ella, creando una melodía tranquila y constante.

—El 21 de noviembre— repitió Alec, grabando la fecha en su memoria —el mío es el 08 de diciembre.

Emma sonrió y cerró los ojos nuevamente, sintiendo una calidez especial al conocer ese detalle íntimo de Alec. Se acurrucó aún más cerca de él, disfrutando de la sensación de estar protegida y querida.

—Prometo no olvidarlo— dijo ella, su voz suave y adormilada.

—Yo tampoco olvidaré el tuyo— respondió Alec, besándole la frente una vez más

—Y antes de que se me olvide, me encantas, niño bonito— dijo la chica mientras se acomodaba debajo de las cobijas —Buenas noches, Alec —murmuró ella, finalmente sucumbiendo al sueño.

—Buenas noches, hermosa.

En la quietud de la noche, con el sonido de sus respiraciones suaves y sincronizadas, Emma y Alec encontraron paz en la compañía del otro. En esos momentos compartidos, se sentían invencibles, como si el mundo exterior no pudiera tocarlos.

El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Emma despertó, todavía acurrucada contra Alec. La tranquilidad de la noche anterior parecía un sueño, pero la realidad era aún más dulce. Alec, sintiendo que Emma se movía, abrió los ojos y le sonrió con ternura.

—Buenos días— murmuró, acariciando suavemente su mejilla.

—Buenos días— respondió Emma, su voz suave y adormilada.

Alec se estiró y luego la abrazó una última vez antes de levantarse de la cama.

—Voy a regresar a mi habitación antes de que alguien note que no estuve allí— dijo en voz baja.

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