El reloj marcaba las tres de la tarde cuando sonó la campana final del día escolar.Izan recogió sus pertenencias con calma, evitando las miradas curiosas y los comentarios despreocupados de sus compañeros. Salió del aula con la misma sensación de alivio y cansancio que lo acompañaba cada día.
El bullicio del instituto se desvanecía lentamente mientras los estudiantes se dispersaban, ansiosos por dejar atrás las lecciones y los exámenes.Caminó solo por los pasillos, su mochila colgando pesadamente de un hombro. Al salir al patio, se detuvo un momento para observar a los grupos de amigos que reían y charlaban animadamente. La sensación de ser un extraño en su propio mundo lo invadía nuevamente.
—¿Por qué la gente tiene que ser tan cruel? —murmuró para sí mismo, recordando las miradas y los murmullos que había soportado durante el día.
Decidió tomar el camino más largo a casa, prefiriendo la tranquilidad de las calles menos concurridas. La caminata le permitía ordenar sus pensamientos, alejarse del bullicio y encontrar un poco de paz en la soledad.
Al llegar a casa, fue recibido por el silencio familiar. Dejó su mochila en la entrada y se dirigió a la cocina. En la mesa, encontró una nota de su madre.
—"Izan, he dejado tu merienda en la nevera. Salí por unos recados y volveré tarde. Te quiero. Mamá" —leyó en voz alta, sonriendo levemente ante el cuidado constante de su madre.
Sacó la merienda de la nevera y se dirigió a su habitación. Encendió su ordenador y se sumergió en su mundo virtual, donde podía escapar de la realidad que lo rodeaba. Los videojuegos y las series animadas eran su refugio, un lugar donde podía ser quien quisiera sin temor al juicio de los demás.
Horas más tarde, el sonido de la puerta principal le indicó que su madre había llegado. Izan apagó el ordenador y fue a saludarla.
—Hola, mamá. ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó mientras la ayudaba a quitarse el abrigo.
—Largo y agotador, como siempre —respondió ella con una sonrisa cansada—. ¿Y el tuyo? ¿Cómo te fue en el instituto?
—Izan dudó un momento antes de responder—. Lo de siempre. Nada nuevo.
Su madre lo miró con una mezcla de preocupación y cariño, sabiendo que Izan rara vez compartía lo que realmente sentía.
—Bueno, espero que mañana sea un mejor día para ambos —dijo, dándole un suave apretón en el hombro antes de dirigirse a la cocina para preparar la cena.
La rutina de la tarde continuó en su curso habitual: una cena tranquila, algunos deberes escolares y luego la preparación para el día siguiente. Pero mientras Izan se acostaba en su cama, no podía evitar pensar en cómo su vida podría cambiar. En medio de su rutina monótona y sus pensamientos oscuros, una chispa de esperanza comenzaba a encenderse, aunque aún no sabía que pronto, algo o alguien llegaría a alterar su solitaria existencia.
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UNTITLED (Una historia real)
RomancePrólogo En el bullicioso instituto, Izan y Brissa provenían de mundos opuestos. Brissa, popular y rodeada de amigos, contrastaba con Izan, un chico tímido que prefería la soledad, marcado por un doloroso pasado. Un día, mientras Izan jugaba al básqu...