Capítulo 8

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Luego del accidente que tuve el día de la lluvia de diamantes, mis sueños empezaron a hacerse repetitivos. Se relacionaban siempre con estar en el mar, hundido en su tranquilidad, donde unas veces estaba alguien que por alguna razón sentía una conexión especial, estábamos enamorados, y aún así jamás nunca podía ver con claridad su rostro. Otras veces, esa persona sufría, y yo podía verlo, pasaban diferentes situaciones pero en todas desaparecía y jamás pude salvarlo.

                                          ...

-¡Sólo necesito saber algo y me voy!

Una vez más, la intriga controlaba cada parte de mí, estaba en el mar a plena luz del día, y en el mismo lugar de la noche pasada, esperando encontrarme con aquel hombre que probablemente había sido un ilusión, pero de un modo, me causaba tanta curiosidad.

En el poco tiempo que llevaba estudiando el mar, jamás pasó por mi mente si las sirenas o especies relacionadas a ellas realmente existían, pero el mar es tan extenso y tan misterioso que nadie sabe lo que podemos encontrar ahí adentro. Así que mi respuesta quedaba siempre abierta a tantas posibilidades. Por lo tanto, ese tema jamás se hablaba en la empresa. Nadie tenía certeza ni nadie podía dar una respuesta específica sobre la existencia de esas especies, hasta ahora.

Antes de entrar al mar, había ido por una tabla de surf para aparentar estar haciendo algo que no fuera estar esperando a ese hombre de la noche anterior. Tenía muchas preguntas que hacerle, incluyendo la razón de su existencia, como es que el sintió mi presencia y si todo este tiempo, lo que me atraía al mar era el.
Era una mañana tranquila, el mar ahora se mantenía frío y las olas cada vez se presenciaban menos, el agua estaba más cristalina, podía ver a los peces pasar, las algas moviéndose al ritmo del mar y los pájaros acompañando el ritmo.

Era un momento tan perfecto, que me hizo arrepentirme de todos esos años en los que evitaba a toda costa acercarme al mar, pero esa vez, sentía como el mar me volvía a dar la bienvenida, un regreso propio y digno de pertenecer ahí.

-¡Quiero preguntarte algo, y luego me iré y ya no regresaré, te lo prometo!

Mientras mi voz resonaba clamando en vano por una respuesta, fui sorprendido por una bomba de agua que impactó mi espalda. Por un instante, estuve al borde de caer al gua pero logré mantenerme firme aferrándome a la tabla de surf. Confundido, me volví hacia atrás donde finalmente pude verlo.

A pesar de ser apenas visible, su mirada seria lo identificaba de inmediato. Sin embargo, en ese instante pude apreciarlo con nitidez, los rayos del sol se posaban sobre él, resaltando su piel perlada, sus ojos avellana y su cabello oscuro desordenado por el agua, con algunos mechones cayendo sobre su frente, otorgándole una apariencia más madura de la que yo había imaginado. En ese momento, no había dudas: él era real, existía de verdad.

La ciencia podía ofrecer innumerables definiciones para todo lo que descubría, pero en ese preciso momento, nada podía compararse con lo que mis ojos presenciaban. No podía apartar mi mente de lo que realmente era él. Aunque tenía forma humana, su verdadera esencia trascendía esa apariencia. Era algo más, algo superior y único.

-Ya estoy aquí. Pregunta lo que tengas que preguntar y ya no regreses más.

— Esto no parece real.

—Lo es, pero no estoy aquí para esperar a que termines de procesar mi existencia. No puedo estar aquí, así que dime rápido.

— Quiero saber que eres en verdad.

—Es complicado explicarlo. No creo que lo entiendas.

—¿Qué te hace pensarlo?

— Los humanos han vivido con tantas intrigas, sobre todo ignorando tantas cosas, que al explicar algo les resulta imposible creerlo.

Secretos entre las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora