Capítulo 18

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Casi todos los Neotzitanos conocían la existencia de Han y su conexión conmigo. Algunos lo despreciaban, mientras que otros lo consideraban magnífico, como el más pequeño de todos, quien después de ver a Han y regresar, me preguntaba cómo era él y su mundo. El parecía desafiar las reglas, siempre anhelando ascender a la superficie y conocer a los humanos. Por ello, muchos se encargaban de vigilarlo y protegerlo, para evitar alterar
-más de lo que ya estaba-nuestra vida.

-¿Es tan inteligente como dicen?¿Sabe conducir?¿Toma café?¿Puede bailar?.

Jeongin no dejaba de seguirme de un lado a otro, y no paraba al menos de que contestara una de sus millones de preguntas.

-No vivo con el para saberlo. ¿Puedes parar de preguntar?

-Al menos deberías remediar tus errores respondiendo eso.

Volteé a verlo ofendido, a lo que el se encogió de hombros, mirándome sin una pizca de miedo.

- No responderé nada.

-¿Por qué no?

- Porque no lo sé.

-Claro que lo sabes.

-¿Cómo estás tan seguro?

-Porqué todos los días vas a verlo y observarlo cada que puedes, ya debes haber visto suficiente.

El era tan inteligente que no podía mentirle.

-Suena a que me estas llamando acosador. Estaba a punto de decirte algunas cosas, pero ahora estoy ofendido.

-Entonces le diré a todos que te vi besándote con el.

Lo que dijo me dejó completamente atónito. Durante esos días, vivía con la tranquilidad de saber que solo el humano que nos seguía en aquel momento había sido testigo de eso. Ahora mi vida se sentía destrozada por alguien que era más joven que yo.

-¿Cómo lo....?

-De todos los días en los que pensé seguirte, justo fue aquel momento, y no sólo eso vi. Supe que lo llevaste a la cueva de los recuerdos.

Estaba condenado a pasar el resto de mis días a contarle cada detalle de la vida de Han.

-Esta bien, haremos esto: yo te diré todo lo que quieras escuchar, y tu no dirás nada a nadie.

Jeongin se quedó pensando por unos instantes, hasta que finalmente accedió.

-Es un trato, pero tienes que contarme todo desde el principio.

-Eso no‐

-Sin excusas Minho.

Él sabía cómo manipular a las personas, pero su rostro tierno ocultaba ese control de manera tan efectiva que, a veces, incluso a mí me resultaba difícil negarle algo. Pero esta vez me había sorprendido por completo.

-Como sea.-Dije rendido.-¿Qué quieres saber?

-¿Qué piensas de él?

Trataba de pensar en una respuesta, pero resultaba ser más complicado de lo que pensé describir a un humano.

- Es.... raro. Su estado de ánimo cambia repentinamente, sus palabras y acciones son tan imprevistas. Ah, también le gusta beber alcohol cuando se siente mal.

-¿Es todo lo que dirás sobre el?

-Si, es todo lo que sé.

- Cuéntame algo interesante.

Jeongin esperaba que fuera algo extraordinario, pero era tan común como cualquier otro.

- Algunas veces...sus ojos brillan.
Dudaba mucho en hablar, pues no sabía si era correcto pensar de esa manera de Han.

Secretos entre las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora