Capítulo 15

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La palabra 'destino' perdería su significado si tuviéramos la capacidad de retroceder y corregir nuestras decisiones, ajustándolas a lo que consideramos correcto. Sin embargo, la vida avanza implacable, y cada elección que hacemos traza un nuevo camino, explorando un mundo de posibilidades que nos lleva a experimentar momentos de dicha o pequeñas desventuras. Este ciclo de decisiones y consecuencias es interminable, moldeando nuestra existencia en un constante flujo de causa y efecto.

En este sentido, el destino no es una fuerza predeterminada, sino el resultado de nuestras elecciones, que se entrelazan y se influyen mutuamente, creando un laberinto de sendas que se bifurcan y se cruzan.

Y es por eso que comprendí que todos esos momentos me condujeron a esa noche, donde Minho comenzó a acercarse a mí, rodeando mis hombros con sus brazos y regalándome una mirada que, ni en un millón de años, podría descifrar.

—Esto puede parecer extraño —decía Minho mientras respiraba profundamente y cerraba los ojos, manteniendo sus manos frías y suaves sobre mis hombros—. Pero es necesario para que recuerdes todo.

Asentí sin decir palabra alguna y depositado toda mi confianza en el, aunque una parte de mí estaba aterrada, ya que estaba consciente de que Minho podía controlar el agua de formas desconocidas.

De repente, sin advertencia alguna, el agua a nuestro alrededor adquirió la forma de un torbellino que parecía surgir desde las profundidades del mar, arrastrándonos lentamente hacia abajo. Aunque Minho mantenía su firme agarre en mis hombros, ya no podía abrir los ojos para verlo. En medio de aquel inexplicable momento, Minho seguía hablando, pero sus palabras se perdían en el estruendo ensordecedor del agua. Nos hallábamos inmersos en el corazón mismo del torbellino.

El estruendo fue desvaneciéndose lentamente, al igual que la sensación del agua que ya no alcanzaba a percibir. Al abrir los ojos, me encontré con destellos de luces azules suspendidas arriba, que iluminaban cada rincón de lo que parecia ser una cueva. Las rocas circundantes estaban cubiertas de algas de una especie desconocida, y en el centro de la cueva se distinguía un círculo enigmático.

—Eres el primer humano en entrar aquí, Jisung. Todo lo que ves forma parte de los Neotzitanos, un lugar impregnado de nostalgia. Y que, de alguna manera, esta sensación nos hace sentir más vivos —comentaba Minho desde su asiento en una de las rocas, acariciando con delicadeza los diamantes que colgaban—. Es curioso, ¿no? Esta esencia que contemplas es la que nos otorga vida; sin ella, no podríamos existir ni llevar a cabo todo lo que hacemos.

Las palabras de Minho resonaban en mi mente, pero nunca me prepararon para el momento en que descubriría nuevas formas de vida, y menos cuando se trataba de vida bajo el mar. Todo parecía irreal, como un sueño del que no quería despertar. Sentía la suavidad de la brisa en mi piel y el latido acelerado de mi corazón, cada impulso recordándome que estaba ahí, en ese lugar tan mágico, plenamente presente. Era un instante de revelación, donde la vida cobraba nuevos significados ante mis ojos.

—Pareciera estar en un sueño, pero se siente tan real. —Dije entre suspiros de asombro. Mientras Minho, parecía divertirse viendo mi reacción.

—Lo es, pero te traje aquí para que recuerdes. — Indicó Minho mientras se dirigía al círculo del piso que se formaba en el centro. —Sólo acercaté aquí y cierra los ojos.

Dudé por unos segundos sobre la orden de Minho, pero no tenía otra opción y la curiosidad me consumía. Avancé lentamente hacia el centro, sintiendo la intensidad de su mirada siguiendo cada uno de mis pasos. Al llegar, él comenzó a alejarse, hasta quedar fuera del círculo.

—Jisung, concéntrate en esa noche, no pienses en nada más.— Ordenó Minho, sentándose en una de las rocas.

Asentí y cerré mis ojos, respirando suavemente para concentrarme. Los recuerdos tardaron un poco en aflorar, pero cuando finalmente tomaron forma, me sumergí en ellos y dejé de percibir los ruidos que me rodeaban. Solo escuchaba el sonido de la tormenta que azotaba ese día.

Secretos entre las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora