Capitulo 12

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Desde aquel dia, supe que lo nuestro no solo iba a ser una relación que era por trabajo. Era más que eso, compartíamos un mismo interés y amor por todo lo que estuviera relacionado con él mar, y eso era suficiente para hacernos cercanos. Hasta incluso me atrevería a decir que habían sentimientos más profundos que una simple amistad.

Ya era costumbre para mi salir cada mañana, tomar mi bicicleta y recorrer esa pequeña calle llena de flores, pasto y cielo azul que me acompañaba mientras iba hacia el mar con mi bicicleta. Pero ese día resultó ser más especial que los otros, pues llegando a la playa me encontré con la escena de un chico que estaba parado justo a la orilla del mar, sin moverse, solo observando el paraíso que traía consigo esa mañana. A decir verdad, solo iba a pasar de largo ese momento, pero mi corazón decía que debía hacer algo por el.

Dejé tirada mi bicicleta en la arena, me dirigí lentamente hacia aquel chico tratando de no hacer ruido. Estando a lado de él, ni siquiera se inmutó, no quitaba la vista del mar y ni del cielo. Su rostro estaba tranquilo, en sus ojos solo se reflejaba aquella vista y tenía una débil sonrisa. La pequeña brisa que iba y venía hacia que mechones de su cabello se movieran, pero el no hacía ni un solo gesto.

Y aún así, el fue el primero que habló.

-La vista es hermosa ¿No es así?. Lastima que hasta aquí puedo llegar. Si no, iría hasta lo más lejos del mar para ver con más claridad ese paraíso.

-¿Y que es lo que te detiene?

Se quedó unos segundos callados mientras su sonrisa se hacía más notoria. -El mar. ¿Que pasaría si entro?¿Sería correcto?

-No entiendo que es lo que te detiene, nada te prohibe ir y nadar.

-¿Cuándo fue el momento en la vida en el que los humanos consideramos que el mar fuera una zona para explorar y nadar libremente? Suficiente tenemos con solo estirar nuestra mano y aventar toda esa basura que ya no ocupamos.

Me volteó a ver esperando a que diera una respuesta, pero yo jamas había pensado en eso, no podía si quiera pensar en otra cosa. Hasta que nuestras miradas se encontraron. Su rostro no cambió, siguió relajado como el primer segundo. Me resultaba difícil de descifrar lo que pensaba o quien era.

-¿Cómo sabemos que a los peces no les molesta que hagan eso? Son seres que no están llenos de codicia, venganza u odio. Esa es la única diferencia entre los animales y los humanos.

-Tal vez tengas razón, pero si nosotros al estar allí adentro no les hacemos ningún daño, entonces no está mal.

Quitó su mirada de mí y volvió a mirar hacia enfrente.-Soy Seungmin.

-Soy Chris.

-¿Chris? Me miró confundido.

-Soy se Australia. Mis padres abrieron un restaurante cerca, deberías venir.

-Algún día lo haré.

Ya no sabía cuanto tiempo llevaba ahí, cuantas personas habías estado en la playa y cuantas se fueron. El tiempo con el se sentía más tranquilo, como si no existiera prisa alguna. Y sabía por qué.

-No es la primera vez que piensas en eso. ¿Verdad?

-¿Qué?

-También amo el mar de la misma manera en que tu lo haces. Lo único que nos diferencia es la perspectiva en la que lo vemos; tu por una parte le tienes respeto, pero mantienes distancia, yo igual lo respeto, y no estoy haciendo nada malo al querer tener el mayor contacto que pueda.

-¿A que quieres llegar con esto?

-Tenemos el mismo sueño. No te limites a pensar que tu no tienes ese derecho de poder disfrutar el mar. Podemos hacer algo al respecto.

Secretos entre las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora