Capítulo 6

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Sibila aparcó delante de la casa familiar de aquellos asustados hermanos. Miró el paisaje, al que ellos ya no prestaban atención. Era realmente increíble. Estaban retirados de todo, en lo alto de una leve colina, rodeados del huerto de la madre de Paula. Sin embargo, de fondo se veía el mar, como si fuese infinito, como si no tuviese fin, como si acogiera todas esas casas blancas que estaban lo más cerca que podían de su orilla. Era realmente alucinante.

-No sé si quiero entrar... - comentó Rubén mientras observaba la puerta de la casa

-No tenemos mucha opción- le contestó su hermana, mientras observaba también la puerta principal

Antes de que aquellos pasajeros pudiesen moverse, Paula ya había salido por la puerta y se había dirigido al coche. Eso sí, con su nueva mascota sentada en su hombro cual loro. Rubén, al ver el dragón, se hizo encogió y se abrazó a sí mismo en aquellos asientos. Si antes no sabía si entrar o no, ahora estaba convencido.

- ¿Ese es el dragón que decías? – preguntó Nerea, mientras observaba el hombro de su madre

Rubén asintió con la cabeza, intentando que no se le viese. En cambio, Sibila se había quedado embelesada mientras observaba el dragón. Ese ser mitológico era impresionante. Sabía que iba a ver cosas alucinantes, pero ese ser superaba todas sus expectativas.

Como no salían del coche, Sibila fue quién salió. Después de todo, se había acoplado a una aventura que no le correspondía. ¿Qué menos que ser educada?

-Hola, Paula. ¿Qué tal? ¿Cómo va todo en el restaurante? – preguntó Sibila, con una amplia sonrisa.

Sin embargo, había un problema, Paula no se acordaba de su nombre. La que prestaba atención a las juntas de sus hijos era Nanami, no ella. ¿Dónde estaba su mujer cuando la necesitaba? Paula intentó disimular su confusión y sonrió de oreja a oreja.

-¡Hola! Bien, todo bien. ¿Qué tal el viaje?

Bien, una pregunta que no dejaba claro que no sabía si era amiga de Nerea, de Rubén, ligue de alguno o cualquier otra cosa. Con frases así podría sobrevivir hasta que Nanami llegase.

-No ha habido tráfico. Finales de Junio es una buena fecha para viajar. El problema ha sido más bien que ellos dos estaban durmiendo mucho. Ahora saldrán, están intentando asimilar la situación – indicó Sibila con una amplia sonrisa mientras se dirigía al maletero del coche.

Paula se quedó mirándola. No sabía quién era, pero le parecía una persona bastante interesante. Tenía un pelo sumamente rizado, una piel algo morena y una mirada pura y tierna. Tenía un estilo de vestir alternativo, en el que reinaba los verdes y la ropa ancha y cómoda. Por un momento, esperó que viniese porque fuese la pareja de Rubén. Hacía tiempo que quería que su hijo tuviese pareja. Una pena que fuese a llevarse una gran decepción...

Mientras tanto, el dragón amarillo sólo podía mirar a Rubén, el cual huía de él como podía. Finalmente, voló hasta la ventanilla del asiento de Rubén, para poder observarle mejor. Este se dio un susto al verlo ahí.

- ¿Qué pasa, cobarde? ¿Después de tanto juntos, me huyes? – gritó el dragón en chino, con los brazos cruzados y cara de pocos amigos - ¡No soy uno de tus ligues! ¡Soy el gran dragón amarillo y por eso debes adorarme como mínimo!

- ¡Oh! ¡Qué bien! ¡A Dorito le cae bien Rubén! – exclamó Paula, mirando como su nueva mascota hablaba a su hijo.

Nerea se quedó extrañada al ver esto. ¿Cómo podía cambiar tanto la escena para su madre al no entender lo que decía? Finalmente, decidió salir del coche. Iba a saludar a su madre, a comenzar una conversación habitual, cuando su madre se lanzó directamente a abrazarla. Sin decir nada, ella abrazó a su madre de vuelta. Se quedaron así un rato, mientras Sibila iba sacando las cosas.

La elegida de Poseidón (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora