Sven se hallaba en el Muspelheim, el lugar de los gigantes de fuegos. Aquel reino que estaba encima de todos los demás. Aquel reino que creaba las estrellas con sus destellos. Gracias a su poder del fuego, había conseguido llegar hasta allí. Estaba rodeando una fogata en un mundo lleno de llamaradas. Se encontraba con varios gigantes de fuego, grandes guerreros, bastante rudos. No por ello, había que subestimarlos. Habían elegido tres de los mejores guerreros para acompañarlo en los juegos. Para fortalecer el equipo, se habían ido a cazar, para que Sven se acostumbrara al dulce sabor de la matanza. Después de todo, como repetían varías veces: "Si no puedes matar, no puedes mandar". Los gigantes de fuego querían que Sven mandase a los humanos, para crear el caos que necesitaban para hacer el mundo a su semejanza. Este sólo era un paso más de su gran plan.
Comían la carne de reno cruda. Al devorarlo, creaban fuego en sus bocas y así, lo cocinaban dentro de ellos, según lo que le indicaba su paladar. Sven conseguía hacer esto gracias a su poder del fuego, pero no conseguía cocinarlo a la perfección, lo que hacía malgastar el gran sabor de esa carne, la gran vida perdida para que ellos comieran ese manjar.
-Tu sed de sangre me ha cautivado, Sven, eres un gran compañero – comentó el más joven de los tres guerreros
-Gracias, espero poder ganar los juegos y ser el héroe que el mundo necesita – contestó Sven con una amplia sonrisa
-Obviamente lo conseguirás. Dudo que haya alguien más fuerte que tú. Si lo hay, ya nos encargaremos de eliminarlo – intervino el mayor de los gigantes de fuego
Eso le dio confianza a Sven, pensando en la elegida de Poseidón. No sabía nada de ella, sólo que lo había ridiculizado en Bergen. Por suerte, en las otras demostraciones que habían hecho con civiles no había aparecido y había conseguido la admiración que quería, aunque eso significase que algunos hubiesen muerto como accidente colateral... Sin embargo, lo que iba a conseguir era tan grande que eso, daba igual. Iba a salvar a la población de su destrucción, del hambre, de la sequía... de los horrores que se hacía a sí misma. El Ragnarok vendría y la humanidad empezaría de nuevo. "El fin justifica los medios" se repetía una y otra vez, mientras mataba sin cesar. Mientras veía los cuerpos inmóviles de aquellos que había estado en el momento menos adecuado en su demostración de poder... Él era el héroe, y como héroe que era, asesinaría al que estuviese en contra de ello, fuese quién fuese.
Nerea no se consideraba una heroína. Al contrario. En ese momento, en el que había acabado en un pub de playa junto a su nueva tía, su hermano y su amiga, y ya llevaba su tercera copa, se consideraba una completa mala influencia y un mal ejemplo para todos los menores que la observaban en ese pub, que estaban bebiendo igual que ella. ¿Ilegal? Sí. ¿Pero quién no había bebido antes de tiempo?
Había sido una reunión intensa, sí. De ese nivel de intensidad que obligaba a Nerea a emborracharse y a salir de fiesta para asimilarla. Habían contado todo. La declaración de Hefesto, el encuentro con el elegido de fuego, lo que encontraron en el reno, la posibilidad de que los gigantes de fuego estuvieran involucrados... Todo. Un resumen tan preciso, que hizo recordar a Nerea el marrón en el que Poseidón le había metido con todo tipo de detalles. Si ese no era un buen motivo para beber, ¿qué lo era?
-¡Puto sireno de mierda! – gritó Nerea al terminarse de una la copa
-¡Al menos el tuyo te ayuda! ¡Mis entrenadores son voces en mi cabeza! – le reprochó Adaego, claramente muy borracha
Sibila y Rubén se miraban desconcertados. Habían decidido no beber, para poder así vigilarlas bien. Se chocaron los botellines de agua, como señal de que le quedaba una noche muy difícil.
Nerea miró a su alrededor, había gente mirándolas, intentando adivinar de que hablaban. Después de todo, no había nada más andaluz que cotillear conversaciones ajenas. En ese momento, Nerea se acercó levemente a Adaego. Puso su dedo índice en los labios carnosos de Adaego.
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La elegida de Poseidón (PAUSADA)
Teen FictionLos dioses griegos han discutido sobre quienes son los mejores humanos. Para comprobarlo, han diseñado unos juegos, cada Dios ha elegido a un humano para ser su representante. Nerea es la elegida de Poseidón, y realmente no sabe muy bien qué signifi...