Capítulo 11

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Paula fregaba los platos mientras intentaba no agobiarse de más. Sin embargo, eso estaba difícil. ¿Cómo no agobiarse cuando una profeta se ha referido a tu hija como "hija de deidad"?

Mientras fregaba y fregaba la sartén, todo tipo de pensamientos le venían a la cabeza: "¿Hija de deidad? Pero, si es hija mía y del hermano de Nanami. Aunque, bueno, su hermano no tiene más hijos... Espera un momento, ¿es del espíritu santo? ¿Soy la Virgen María ahora? Porque, virgen no soy... ¿Lesbiana María a lo mejor? No creo que a los curas le vaya a gustar eso...". Paula suspiró, sin saber que hacer con esa información. Al final, decidió que lo mejor era esperar. Después de todo, como decía su abuela: "El tiempo pone a cada cosa en su lugar y lo resuelve todo".

En ese momento, su abuela vino a su mente. Murió cuando sus hijos eran pequeños, con más de noventa años. Paula la recordó poniendo su mano sobre su tripa, con Nerea, de pocos meses. La recordó sonriendo, mientras decía: "Esto es obra de Dios". Su abuela era una mujer bastante católica, sin embargo, eso no hacía que no aceptase a todos por igual. De hecho, fue quién más la apoyó cuando decidió salir del armario. "Seguro que mi abuela sabría que quería decir ese poema horrible y qué es lo que está pasando...": pensó Paula, mientras volvía a suspirar.

Sibila, en su habitación, miraba al exterior por la ventana. El paisaje era maravilloso, sí, pero bastante lejano del suelo. ¿Qué hubiera pasado si Rubén no hubiese estado ahí? Se sacudió el pelo, como si así se le fuese ese pensamiento.

Después de hacerlo, resopló, asimilando lo que estaba sucediendo. "Ahora todas las piezas se han unido...": pensó mientras volvía su mirada al paisaje. Por una parte, estaba asustada. Por otra, aliviada. Algunos de sus traumas tomaban sentido. Recordaba a su madre gritándole que no era lo que quería, que, si lo hubiese sabido, no hubiese pedido nada a la Sibila de la Capilla Sixtina... Notó un dolor en su pecho al recordarlo.

La madre de Sibila nunca había sido una madre ejemplar, sino todo lo contrario. Llevaba varios años sin saber de ella, más de una década. Sibila tenía doce años la última vez que la vio. Inconscientemente, no podía dejar de pensar en el último día que la vio, y las cosas que le dijo mientras observaba la profundidad del mar.

Es cierto que su madre era dura y a veces, se pasaba, pero era su madre. Por eso, Sibila nunca se hubiese esperado lo que sucedió. Su madre entró una noche a la habitación de su hija, mientras esta estaba durmiendo. Tenía un cuchillo en la mano. Por alguna razón que no sabe pero que agradece, abrió los ojos justo cuando su madre estaba encima suya, con el cuchillo en la mano, preparada para clavarlo en el rostro de su hija. Tan preparada, que Sibila vio como bajó rápidamente el cuchillo, algo que puso esquivar a tiempo y gritar. La madre siguió lanzándose contra ella con el cuchillo y ella siguió esquivándolo y gritando. Eso duró pocos segundos, ya que el padre de Sibila llegó y la apartó de ella.

-¡Eres una maldición! ¡Una puta maldición! ¡No te tenía que haber tenido! ¡No tenía que haberlo hecho! - gritaba mirando fijamente a Sibila mientras luchaba para que el padre le soltase

-¡Ella no tiene culpa de que fueras una adúltera! ¡Déjala! – respondió su padre, sacándola de ahí

Tras hacerlo, cerró la puerta. Sibila no recordaba más allá de la conversación. Tan sólo gritos, gritos y más gritos, hasta que un portazo sonó. Ese portazo fue lo último que supo de su madre. El resto era noticias sobre el juicio de divorcio y poco más. Sin embargo, ya se había convertido en alguien ajeno, alguien que no se sentía familia. Fue el momento en el que el padre de Sibila, por si acaso, siguió algunas de las profecías que decía Sibila en sueños... y pilló a su madre infraganti. Luego descubrió que había muchos más amantes y le echó la culpa a lo mucho que trabajaba y que el poco tiempo que tenía ya no se lo dedicaba a ella, sino a Sibila. La culpó de toda su desgracia. De absolutamente todo. Si alguien preguntaba, solía decir que ese día había muerto. Sólo con la gente que tenía confianza, lo había llegado a contar.

La elegida de Poseidón (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora