Capítulo 14

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Nanami estaba durmiendo plácidamente al lado de su amada mujer cuando una notificación sonó en su móvil. Normalmente, no se hubiese despertado, pero era el tono de la aplicación de banco. En temas de dinero, Nanami no duda en despertarse si hacía falta.

Se desveló y agarró su móvil con rapidez. Se metió en la aplicación del banco y vio que había un gasto en Bergen, en una discoteca llamada "Tonga". Nanami se quedó extrañada, pensando que alguien le había gastado veinticuatro euros en una discoteca. Sin embargo, luego se acordó que era la discoteca favorita de su hija en el Erasmus y se ató cabos. Resopló al hacerlo. Se levantó y se dirigió a la habitación de su hija para comprobar su hipótesis. Efectivamente, su hija no estaba y las botas de agua tampoco.

-Hay que ser irresponsable... -susurró Nanami al darse cuenta

Salió y esperó a su hija, mirando a las estrellas, intentando calmar las ganas de aniquilar su propia descendencia. Le estaba costando mucho hacerlo. Entonces, vio como un reno gigante fue trasladado a través de su piscina mediante el agua. "¿Se puede saber qué está haciendo esta niña? Cuando vuelva, vamos a hablar seriamente...": pensó al verlo, respirando hondo para no matar a aquel animal en el acto.

Al poco tiempo, apareció su hija. Bien, así podría aprovechar Nanami y ver su forma de luchar. Seguro que así podía darle algún consejo... "Espera un momento, ¿se ha lanzado a su cabeza? ¿En qué está pensando? Mi hija está loca... No tenía que haber dejado que estudiase matemáticas": pensó Nanami mientras se llevaba las manos a la cabeza. Entonces, observó como el dragón amarillo vino volando y paró a aquel reno. Era poderoso, sí. "Debería tratarle mejor...": concluyó Nanami al ver lo que acababa de hacer al que llamaba su mujer Dorito.

Empezaron a discutir y, muy a su pesar, Nanami estaba totalmente de acuerdo con aquel dragón. En cuanto observó que su hija empezó a vacilarle, no aguantó más. Era el momento de tener esa gran conversación con su hija... Aunque, digamos que Nanami, no era de tener conversaciones, sino de actuar.

Fue corriendo hacia ellos. Hizo aparecer su espada y la blandió. Nerea observó como su madre se acercaba a ella, corriendo a gran velocidad, espada en mano y, encima, una mirada decidida a acabar con ella. Dio un bote al darse cuenta. El dragón amarillo se giró y también lo vio. ¿Su respuesta? Apartarse para dejarle total libertad a Nanami. Su única intención era disfrutar del espectáculo.

Nerea cada vez estaba entrando más en colapso y su madre no tenía ninguna intención de parar. Como acto reflejo, con el agua de la piscina, creó una ola que bloqueara a su madre. Sin embargo, ella lo corto fácilmente con su espada. Nerea tendría poder, pero Nanami era una grandísima guerrera. Nerea se cayó hacia atrás al ver a su madre cruzando la ola, sin ni siquiera mojarse. Nanami saltó hacia su hija, aterrizó justamente en frente suya y puso su espada en el cuello de esta. Nerea nunca había temido más por su muerte.

-¡¿Se puede saber cómo te has gastado veinticuatro euros en una discoteca cuando deberías estar descansando para entrenar?! ¿Crees que el dinero sale de los árboles? – le gritó Nanami, enfadada

Tras hacerlo, volvió a hacer desaparecer su espada y se alejó de su hija, dejándole espacio para que se levantase. Nerea lo hizo, totalmente alucinada por lo que podía hacer su madre. El dragón amarillo estaba un poco decepcionado, esperaba más violencia.

-Necesitaba desfogar... - empezó a decir Nerea, intentando excusarse

-¿Y para ello tenías que traer un reno gigante a casa?- le respondió Nanami, señalando al reno

-Bueno, ya no es gigante, y es muy mono... - contestó Nerea, intentando salir de esa

-No nos vamos a quedar el reno si eso es lo que deseas – le interrumpió su madre, con tono bastante agresivo

La elegida de Poseidón (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora