Cap 12: Tras los pasos del demonio

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Eliad descendió por la cuerda e iluminó con la linterna para ver con más exactitud lo que había a su alrededor.

La enorme cristalización de magia corrupta se encontraba en el interior de lo que parecía haber sido una cavidad natural. A unos pocos pasos del mineral se alzaban dos altares de piedra con un pentágono invertido grabado en él. Sobre ellos descansaban dos esqueletos encadenados de lo que aparentemente habían sido humanos o aehuls mutantes.

«Adoradores de demonios» pensó. La sola idea de que aún pudiera haber estúpidos creyentes de tales viles criaturas le repugnaba.

El foco de luz descendió hasta el suelo de piedra, y en él encontró varias manchas de sangre reseca acompañadas de libros, utensilios y cadáveres descompuestos de diferentes razas vestidos con túnicas ceremoniales. Las grietas y el abrupto agujero del mineral corrupto indicaban que el demonio del video seguramente había surgido de su interior, pero el estado de descomposición de los cadáveres que allí se encontraban era tal, que era imposible que el propio demonio lo hubiera hecho. Lo que sea que hubiera acabado con todos esos cultitas, lo había hecho hace mucho tiempo.

Alzó la linterna. Motas de polvo recorrían el aire cargado. Telarañas colgaban de aquí y allá. Varios candelabros apagados se situaban a lo largo y ancho de la espiritual habitación. En una de las paredes de piedra viva, había una puerta de hierro con barrotes que había sido arrancada de cuajo.

El cazador se dirigió a una de las paredes cercanas al mineral de corrupción, sacó un cuchillo y se hizo un corte en la palma de la mano. Se guardó el arma y humedeció uno de los dedos de la otra mano en el líquido espeso. Alzó el dedo mojado y dibujó un selló de protección con la sangre como le habían enseñado en su orden hacía tantos años. Los suyos no eran tan fuertes como los de sus compañeros magos, pero al menos ayudarían a atenuar la corrupción. Una vez acabó el primero, se dirigió a la pared de enfrente y repitió el proceso. Unos instantes después, ambos comenzaron a brillar.

—Ya podéis bajar.

***

Neisa observó a Eliad mientras hablaba con Isen. La gabardina de cuero roja con ribetes verdes en forma de llamas le llegaba casi hasta los tobillos y tenía una enorme cruz negra con forma similar a una espada dibujada en la espalda.

—¿Cómo has conseguido atenuar la corrupción? —preguntó Isen. Su rostro inexpresivo parecía reflejar algo de curiosidad.

«Ver para creer» pensó Neisa.

—Con un sello protector —contestó Eliad.

—Voy —dijo Bargu.

Neisa se giró y vio como el joven drauo comenzaba a descender.

—¿Cómo los de los alquimistas? —continuó el mago de combate. Sin duda estaba interesado en el tema.

—No —contestó Eliad—. Nosotros realizamos los sellos con nuestra sangre. Así que incluso una persona como yo, que no puede utilizar la magia, es capaz de realizar sellos protectores.

—Fabuloso...—La voz de Isen hizo que la soldado devolviera la vista al mago y al cazador—. Un sello de protección hecho con sangre...Nunca había visto nada igual.

—Bueno, supongo que hoy en día son poco comunes —dijo Eliad con cierto desdén.

—¿Entonces es similar a la magia de sangre? —preguntó Isen.

Neisa ya había visto bastante sangre como para escuchar algo que sonará tan peligroso como magia de sangre. Apartó la mirada para ver como descendía su compañero y no pudo evitar mirar de nuevo la formación cristalina de magia corrupta. A pesar de haberse inyectado el protector y del sello de protección que había realizado el cazador, la soldado se seguía sintiendo atraída por el mineral de color violeta con matices oscuros. Tenía una elegancia y belleza embaucadora, peligrosa. Era como el fruto prohibido. Era como el amante rico que está casado.

Anlova en llamas Vol 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora