El sonido de la batería retumbaba por los altavoces de la furgoneta mientras se dirigían a la sección sureste de la Zona Colmena El Cobre, el lugar donde comenzaría su despiadada venganza.
—Jefe, ya casi estamos —dijo Pak.
El redoble de la batería paró, dejando paso a una voz fuerte y rasgada que hablaba de muerte y venganza. La canción no la había elegido él, pero era perfecta para el momento que acontecía. Ilian y Las Serpientes Venenosas lo pagarían caro.
—Esto sí que es música —dijo Brako.
Cuervo lo miró con aprobación. El drauo ígneo de piel grisácea clara, cresta azul oscuro y ojos de color ámbar, iba vestido con su traje de fibra sintética reforzada y la armadura completa de placas Akro de cuando había sido mercenario. Apoyado sobre su pierna, llevaba un enorme escudo antibalas con visor que le servía para hacer de muro andante.
—De la de verdad. Y no esas mierdas que hacen ahora —dijo Brako. Al girarse, quedó a la vista la cicatriz que le recorría la mejilla y el trozo de oreja que le faltaba. Unas finas líneas de minerales de tez pálida con destellos azules le danzaban por el rostro y los laterales de la cabeza.
—Oh, me muero de ganas de matar a esos cabrones —dijo con una risita Tania mientras apuntaba con una de sus pistolas al compañero que tenía enfrente.
Los ojos de Cuervo se desviaron a los de Tania, y sonrió con complicidad. La humana de piel clara con pecas, ojos azules y cabellos negros con mechas rojas, tenía una cara de loca que reflejaba su personalidad como si se tratara de agua cristalina. Era bipolar, inestable, violenta, puñetera, y le encantaba el sexo duro. Sobre todo, después de una matanza.
—No más que yo —dijo Cuervo—. Esos cabrones van a lamentar haberse unido a Las Serpientes Venenosas.
—¡Sí! —contestaron algunos de los otros miembros que los acompañaban. Entre ellos estaban Serf, un humano con cresta rubia, pendientes y ojos marrones; un aehul con los ojos verdes y una larga melena oscura recogida en un moño llamado Thefuil; y Stalos, un drauo cromático con el pelo tintado de morado y las escamas minerales de colores brillantes.
Como de costumbre, el único que no había dicho nada era Atho, un humano de color ébano con la cabeza afeitada y tatuada, equipado con un fusil de asalto con mira telescópica. Al igual que hacía con las balas, solo utilizaba las palabras para cosas importantes.
—Más te vale cubrirnos —dijo Cuervo mirando en su dirección.
Atho asintió.
El vehículo se detuvo y el corazón de Cuervo comenzó a latir más fuerte. Las cicatrices de ese día le comenzaron a arder como si aquel al que había llamado hermano y sus antiguos camaradas le hubieran vuelto a disparar. Estaba nervioso. Pero no era por miedo, sino por tener al alcance de la mano eso que había deseado tantos años. Estaba tan impaciente, que su locura de venganza se dibujó en su cara.
—Vamos —dijo con un tono demente.
Cuervo y los demás miembros de "Los Exterminadores" bajaron de la furgoneta blindada y cruzaron la carretera. A ambos lados, vehículos antiguos y oxidados, algunos con marcas de balas, habían sido posicionados estratégicamente como barricadas. Al fondo, se alzaba imponente parte del entramado de edificios y pasarelas que componían la Zona Colmena de El Cobre. En la parte baja, a modo de puerto, se encontraba la base de los Drokis, una de las bandas que más drogas fabricaban en la colmena. En la entrada, decenas de miembros y clientes de todo tipo que venían tanto del exterior como del interior de la colmena, intercambiaban drogas y dinero al ritmo de un bajo murmullo constante.
—¡Hey! ¿Tú no ere...? —comenzó a decir uno de los hombres armados de la banda que vigilaba el acceso.
Cuervo alzó su pistola semiautomática de gran calibre, y le abrió un enorme boquete en la frente. La sangre le salpicó en su rostro lleno de cicatrices.
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Anlova en llamas Vol 1
Ciencia FicciónEn un mundo oscuro y despiadado, marcado por la guerra y la fusión de magia y tecnología, un pelotón del país más poderoso se enfrenta a la existencia de seres que podrían cambiar el destino de todos. Con la muerte acechando en cada rincón y la trai...