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-Hey, niña, estás dirigiéndote al Noreste.

Comentó Maui en un tono monótono y molesto, aún inmóvil por el dardo de los Kakamora, solo giraba los ojos con desdén, pensando que él estaría navegando sin problemas si no fuera por esa niñita mimada del mar.

Esperaba recibir una respuesta sarcástica de parte de la isleña o una queja por reprocharle sus nulas capacidades de navegación, mas no dijo nada.

-. . .¿Holaaa?- alzó la voz extrañado, tampoco recibió contestación, no tenía idea que pretendía hacer al ignorarlo, pero cualquier cosa que estuviera pensando la chica no era gracioso en absoluto.

Mini Maui apretaba el brazo del semidios, sentía como se movía de un lado al otro, tratando de expresarle algo.

-Sabes que no puedo ver lo que estás haciendo ¿verdad?- Dijo aburrido pero con un toque de obviedad, por más que su yo pequeño intentara comunicarse, él no lo podía comprender.

Pensaba que no había mayor tortura que esta, a comparación de quedar preso en esa isla desierta llena de rocas insufribles, al menos podía moverse con libertad, sorprendentemente lo único bueno que reconocía de esa isla.

Quedarse inmóvil y al mando de una niña incapacitada para navegar era el peor de todos los castigos posibles.

Hasta que se le ocurrió la fantástica idea para llamar su atención a costa de sus sobrenombres.

-Niñaaa, mocosaa, mortal. . .-estaba a la expectativa de su respuesta, pero seguía callada-. Seguro con esto no fallará- dijo Maui con una expresión triunfante y maliciosa-. Princesaaaa~

Ya podía imaginarse sentir el remo hermosamente auografiado por él golpeando fuertemente su cabeza, pero lo que recibió fue una respuesta bastante reveladora.

-¿Ronquidos?, acaso está. . .

Maui puso los ojos en blanco y giró la cabeza para ver la situación, pero lamentablemente seguía entumecido haciendole imposible realizar dicha acción, hasta que sus pies comenzaron a recobrar movilidad.

-Ya era hora, sentía como se me estaba acalambrando la pierna.

Movió los dedos de sus pies para que su sangre fluya libremente, lo bueno es que el efecto del dardo comenzaba a decrementar.

No le tomó mucho tiempo para recuperarse, ya que al instante de mover sus extremidades comenzaba a sentir como todo su cuerpo recobraba fortaleza, y estiró sus brazos extendiendolos lo más que podía hacia el cielo, dando una gran sonrisa de satisfacción.

Si tuviera su anzuelo en estos momentos volaría como un halcón gigante, sintiéndose libre, que es uno con el viento, por supuesto, acompañado de su gran grito de victoria.

Ahora pudo girar completamente en dirección a Moana, observando como ella estaba en un profundo estado de sueño, tanto así que sus propios ronquidos no eran capaz de despertarla.

-Típico de novatos-negó con la cabeza, regalándole una mirada inexpresiva -Con que esto es lo que estabas tratando de decir, ¿no es así muchacho?

Mini Maui asintió la cabeza, ¡finalmente comprendió!

-Lastima que está dormida -fingió estar preocupado, se acaricio la barbilla, inclinando su cabeza pensativo-. Si tan solo hubiera una forma de despertarla, a menos que. . .

Maui sonrió de lado y tomó a Moana entre sus brazos, la levantó como si pesara menos que una pluma, y lentamente se acercó al borde del velero, tomó impulso girando su torso exageradamente, dando la cuenta regresiva para lanzarla al mar.

Hasta que Mini Maui se sobresaltó al ver su intención, abrió los ojos como platos e intervino inmediatamente, jalandole el tatuaje circular con tanta fuerza que cuando lo soltó hizo saltar de dolor al semidios.

-¡Oye relájate! Era solo una inocente broma -rió entre carcajadas el arrogante Maui, pero a su fiel amigo no le parecía nada gracioso arrojar a una chica vulnerable al mar tal como ocurrió con alguien que no quiere nombrar pero que estaba viendo ahora mismo.

-Ya deja de poner esa cara, además, ¿de que serviría?, si cada vez que la arrojo al mar simplemente el océano la devuelve al bote.

Entonces Maui reacomodó a Moana cargándola como un costal, y la puso delicadamente sobre las tablas, en una posición más cómoda.

La ventaja de hacer esto dio como resultado a que Moana no roncara, ya que podía respirar mejor.

Pero él no era considerado en poner las cosas en orden y dejarlas como están.

Riendo para sí mismo no perdió tiempo, movió la mano izquierda de la isleña y puso su dedo índice en su nariz, haciendo la alusion de estarse picando la fosa nasal.

Mini Maui puso un ceño fruncido y cruzó los brazos, alzando una ceja, definitivamente esto es lo más ridículo e infantil que lo ha visto hacer.

Como si Maui leyera sus pensamientos internos comentó:

-¿Qué?, esto no es aprovecharse como lo hice con Te Fiti, para tu información la muchacha hizo el error, en vez de dejarme navegar a mi, Maui, semidios del viento y del océano, héroe de todos, quiso que la enseñe en contra de mi propia voluntad, ¿solo para que al final se duerma la muy mandona?, al menos déjame disfrutar mi pequeña venganza.

Mini Maui rodó los ojos con molestia, esperando a que el muy bromista cambiase de opinión, debía de hacerlo, porque sino seguiría muy enojado con él, a lo que Maui al ver esto de mala voluntad concedió su demanda.

-¡Ay, está bien! -gruñó al aceptar su "derrota"-. Si tanto quieres que la deje en paz lo haré, ¿contento?, ¡gracias!, de nada. . .

Refunfuñó quitando la mano de Moana sobre su nariz y la puso nuevamente en su posición inicial, pero algo lo detuvo, algo de ella le había llamado intensamente la atencón, era la suavidad sus fracciones y como respiraba tan serenamente, recordandole a la brisa calida que sentía cada vez que se aventuraba en sacar nuevas islas.

-Nunca he visto tan cerca el rostro de la muchacha. -dijo con un toque de asombro en su voz, había estado tan lejos de los humanos por mil años que había olvidado la belleza natural de las mujeres que tanto admiraba.

Hasta que escuchó al pequeño carraspear, sacándolo de sus pensamientos.

Mini Maui tenia una ceja levantada y una sonrisa pícara dibujada en su boca, sintió que su corazón había latido un poco más rápido de lo normal.

-¿Qué me ves? -Maui miró con disgusto a su compañero, este solo se limitaba a reirse entre dientes, Maui puso los ojos en blanco fastidiado por eso.

El semidiós se levantó con vehemencia, haciendo que el bote se balencera por la fuerza, él solo tomó el remo y sin siquiera pestallear siguió como si no hubiera pasado nada.

- Admito que si es bonita, pero lo que tiene de bonita lo tiene de terca, ¿no pudo estar sentada sin hacer nada como una princesa y dejar a los que realmente saben a cargo?

Maui estaba hastiado de ella, era una carga, solo quería la canoa, recuperar su anzuelo de una vez por todas, y después ser increible al recuperar la admiración de los humanos, aunque podía parecer una tarea compleja, pero, ¿qué es dificil para un semidiós? mientras más retos mejor para él.

Sonrió al sentir el viento, justo lo que necesitaba para navegar más rapido, entonces se dispuso a corregir el desastre que Moana habia dejado, midió las estrellas y se dirgió al Este, donde se encontraba la guarida de Tamatoa.












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