🌊6🌺

391 30 2
                                    

Tan pronto como recibió su abrazo, la isleña quedó en un estado de sosegado asombro, tragó saliva, sus mejillas ardían con tanta intensidad, comparado al pisar la arena bañada por el sol.

Podía sentir como sus fuertes y grandes brazos la rodeaban con mucha pasión, pero al mismo tiempo con tanta delicadeza, para no causarle daño alguno.

Los rizos del semidiós caían como una cascada sobre su cabeza, ella estaba en un ángulo ideal que podía sentir su suavidad acariciando su piel, y ver como los rayos solares traspasaban cada hebra de sus cabellos.

Moana en ese instante se sentía como estar en esas leyendas que contaba su abuela cuando era niña, sobre la Isla más paradisíaca que Mutunui, llamada Kuaihelani, conocida como la columna vertebral del cielo.

Aquella isla donde ningún ser humano fue jamás, donde solamente se podía acceder volando,  sentía estar ahí.

—¡Moana, vine a decirte que el mar está en peligro!

—Yo también te extra. . . Espera ¡¿Qué?!

Aquel momento se esfumó en un segundo, como si Maui la hubiera arrojado del bote directo al frío y salado mar, reaccionó desconcertada.

—Lo oíste bien —Maui se reincorporó y tomó de los hombros a Moana firmemente para alzarla  y ponerla estable sobre el suelo.

—¡¿Qué, cómo, cuándo?! —le costaba procesar todo así de repente—. ¿Quién te lo dijo?

—Tú abuela —Moana con un ceño fruncido y estupefacta pensó que estaba haciendo una broma de mal gusto, iba a darle un puño pero Maui la detuvo justo a tiempo con su palma—. ¡No me estoy burlando de tí!, de verdad ví a tu abuela, fue la que me advirtió del peligro, pero no solo eso, la ví en su forma humana.

Moana al escuchar esto su ceño se desvaneció y mostró sus cejas arqueadas, con un casi nudo en la garganta.

—¿L-la viste? —mistó, con una débil sonrisa—. Pensaba que solo yo podía verla.

—La vi anoche, mucho después desde que nos despedimos —rió suavemente al recordarlo—. Estaba rodeada de un aura celeste y resplandeciente.

—¡Es ella! —se alegró, iba reaccionando más asombrada y sus ojos se le aguaron.

—Tenía una flor color rosa intenso y le gustaba bailar mucho a la orilla del mar, al igual que una niñita que conozco— Maui le guñó el ojo mientras formaba una amplia sonrisa.

—Maui basta— rió entre leves suspiros, mientras se limpiaba sus pocas lágrimas, que luchaba por contener—. Dime, ¿que más te dijo? —Le golpeó el hombro juguetonamente.

—Me dijo que nosotros debemos averiguar el origen del problema— se acarició la barbilla pensativo—. La cuestión es ¿cómo?

Ambos se pusieron a reflexionar sobre su aventura pasada, posibles respuestas a un evento catastrófico como este.

—Te Fiti —murmuró Moana, tratando de unir los puntos— En nuestra última aventura descubrimos que Te Fiti es quien daba la vida a toda isla mientras tenía su corazón, y el mar da vida también, algo debió haberle pasado a la Isla madre.

—Puede ser —Maui asintió algo convencido—. Pero, también vimos que Te Fiti quitaba la vida en su forma de Te Ka, y eso solo ocurrió mientras no tenía su corazón, nosotros ya la devolvimos, bueno, tú especialmente —aclaró—. Y si lo recuerdas bien, su vulnerabilidad era el agua, ¿cómo puede hacer daño a algo que es su debilidad?

—Hmmm —reflexionaba Moana mientras iba caminado en círculos y arrugada el ceño para concentrarse—. Te Ka no puede tocar el Agua, pero si Te Fiti, en las historias de nuestro pueblo nos enseñaban qué ella nació del mar, tal vez el daño no es algo que quiera hacerlo a propósito, ella nunca le haría daño a quien le dio la vida.

—¿No se supone que es una diosa? — añadió Maui algo molesto —. No puede. . . ¡No sé!, ¿crear algo que resuelva todo esto?

—No es tan fácil como parece —Moana descansó su cabeza sobre su muñeca—. Los seres más fuertes tiene su punto débil, debe ser algo que conecta que la conecta con el océano, o la falta de algo que está matando esa conexión. . .

—Yo solo digo que —Maui agarró su anzuelo e hizo maniobras para llamar su atención, puso su arma descansando sobre su hombro mientras sacaba pecho orgullamente—. Nunca sabremos la verdadera historia detrás de todo esto si nos quedamos aquí pensando, ¡tenemos una aventura que emprender!

—De acuerdo —Dijo Moana firme y decidida mientras sonreía, como extrañaba esto—. Le avisaré a los que el viaje se cance-

—¡AQUÍ, RAPIDO! — ambos se giraron velozmente al oir un grito de tal magnitud, intercambiaron miradas confundidos, Moana decidió caminar cerca de la entrada y vio como un isleño convocó toda la aldea incluido al comité.

—Oh no— dijo para sí

Unidos por el OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora