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Varios años después.

- Fue en una noche como esa, en que te quedaste profundamente dormida, de esa manera tan hermosa, pero en vez de recostar tu cabeza sobre las frías tablas del bote, lo haces ahora entre mis brazos.

Era una calida noche en aquella isla, las estrellas brillaban con todo su esplendor en el cielo nocturno, ambos estaban recostados sobre la arena, situada en la orilla de Mutunui.

Moana sonreía felizmente mientras soñaba, nada le inquietaba en lo absoluto, el sosiego que sentía era inmenso, nada le hacía abrir los ojos.

- Quien lo diría -Maui sonrió de lado-. Aquella mocosa molesta de rizos rebeldes, de quien quería deshacerme a toda costa, llegaría a ser la isleña más maravillosa que quedó tatuada cerca de mi corazón eternamente.

Mini Maui, por su parte, suspiraba embobado, estaba totalmente absorto por apreciar la increíble belleza de la mujer que amaba, el tatuaje de su mini Moana, como a él le gustaba llamarla, si ella fuera animada como él, que no haría para demostrarle todo su amor y afecto.

Entonces, viendo que su compañero tenía mayores oportunidades que él, le dio codazos en su pectoral, llamándole su atención.

-¿Que sucede enano, problemas para conquistar? -le guiñó un ojo mientras estaba totalmente relajado, disfrutado el presente.

Mini Maui solo le quedó viendo con una mirada inexpresiva, como si lo que hubiera dicho fuera algo incoherente, él disintió moviendo la cabeza, tratando de expresar ''miren quien habla''

-Solo mira como sonríe, ella se vé tan encantadora, podría mirar su rostro todo el día, hasta milenios si no fuera una mortal.

El pequeño tatuaje sensible fingió estar dormido y roncando.

-Bobo, sé claramente que ella está dormida, ¿por que crees que le estoy diciendo cuan admirable es su belleza?

Mini Maui tomó su anzuelo tatuado y se transfomró en una gallina cacareando mientras picoteaba el ''suelo''

-¿Acaso me estás llamando cobarde? -rio torpemente, fingiendo tener el control-. ¿Sabes que?, mejor vé a tomar un descanso atrás, tengo que despertar a la hija del jefe.

Maui tiró con sus dedos indice y pulgar a su mini yo, como si estuviera tirando a un pequeño insecto, a lo que el pequeño se fue volando hacia atrás, pero se quedó triste, tratando de alcanzar a su mini Moana.

El semidiós odiaba el hecho de tener que despertarla, se veía tan cómoda descansando sobre su pectoral, entonces, como última despedida para terminar ese preciado momento, acomodó suavemente los mechones rizados sueltos que estaban tapando ligeramente el rostro de Moana y sopló sobre su naríz, como una brisa suave y fresca.

Ella apenas abrió sus ojos, despertando como si hubiera salido el sol en la mañana, brillando sobre el mar, ella aún estaba procesando el ambiente en su mente, solo sintió el agradable aroma a mar y una sensación de pétalos adornando su cabello, el haku lei qué tenía descansando sobre su cabeza, su corona de flores.

-¿Dormiste bien princesa?

-Que no soy princesa -balbuceó Moana adormilada en un estado intermedio entre el sueño y la realidad-. . . Soy la hija del jefe.

Moana, luchando contra el sueño, levantó su cabeza torpemente, y vió como sonreía un sujeto robusto y bastante grande, con rizos sedosos, le gustaba como definía sus hoyuelos mientras más sonría, sus ojos eran relajados, y tenía una ceja levantada. . . Una ceja levantada. . . Hasta que entró en la realidad

Moana se levantó abruptamente, avergonzada sonrió con torpeza, perdiendo el equilibrio cayó sentada sobre la arena.

-¡Maui!- dijo de manera incomoda y sonriendo de lado, pero trató de disimularlo - ¡Que sorpresa! ¿Cómo es que. . .

Unidos por el OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora