El día había llegado en la paradisíaca isla de Mutunui, el cielo estaba tan azul como el mar, y la luz de la mañana entraba entre las finas fibras de las chozas de sus habitantes.
Moana estaba descansando en su lecho, hasta que sintió un suave rayo solar acariciar su piel, ocasionando que sus ojos se abrieran poco a poco.
La islena se sentó suave y despacio, dando una gran bostezo mientras estiraba sus brazos.
-Nada mal para el comienzo de una aventura -sonrió de lado, sacándose los cabellos ondulados que se me metieron en la boca mientras dormía-. ¡Listo!, llegó la hora.
Al terminar la frase, la isleña se reincorporó en un salto, con el animo hasta el cielo corrió lejos de su choza, sin antes llevar su remo autografiado por Maui, aquel remo significaba mucho para ella, no se imaginaba navegar a ninguna parte sin él.
Necesitaba llegar rápido a la orilla del mar, afortunadamente ella vivía en una zona alta de la montaña, así que se deslizó sobre una liana usando su remo como soporte, para finalmente encontrarse con los aldeanos que la estaban esperando.
-¿Están listos? -Moana se limpió el sudor de la frente, provocando que se golpeara el ojo con el remo accidentalmente, pero al instante encubrió la torpeza silvando de lado.
-Si jefa -respondió un joven aldeano que parecía curioso-. ¿Vamos a barlovento o sotavento?
-A barlovento, todavía nos falta hallar más islas en zonas inexploradas, recuerdo que nos faltó muy poco para llegar a esa nueva isla.
-¿Se refiere a aquella isla que se parecía a mi esposa cuando se despierta en las mañanas?- dijo otro aldeano de manera soñadora mientras iba llevando suministros a los botes veleros.
-No existen islas feas -respondió burlonamente un aldeano que llevaba cocos en una canasta.
-¡Retira lo dicho! -el aldeano casado arrebató ferozmente el remo de su compañero con la intención de darle una paliza.
El joven que hizo el insulto abrió los ojos como platos, y para defenderse le lanzó cocos, sin éxito alguno de hacerle daño, ya que el hombre golpeaba los cocos con su remo.
-¡Oigan, oigan! -alzó la voz Moana ante el escándalo -¡No desperdicien suministros!
Lamentablemente los cocos se terminaron, ya que fueron colisionados con tanta fuerza que terminaron flotando tan lejos del mar, hasta casi perderse de vista, ante ésta situación tan inmadura, Moana se apretó el entrecejo, respirando hondo para sosegar la ira.
-De acuerdo, yo iré a traer más cocos esta vez -Moana se acomodó el pelo con el brazo y recogió la canasta qué hizo caer el chico. -Mientras tanto llamen a sus demás compañeros, que pronto partiremos, ¿entendido?
-Entendido jefa -asistieron algo avergonzados los que participaron en la pelea.
-Bien chicos -se calmó y suspiró hondo, nadie dijo que mantener el orden era tarea fácil, entrecerrando los ojos y con una leve sonrisa dijo-. No me tardo.
Durante el tiempo que Moana recogía los cocos de las palmeras, su mascota Pua la estana ayudando con el trabajo, el sostenía con su cabeza la canasta con mucho cuidado, equilibrandose para que ningún coco recogido se desborde.
-¡Gracias, Pua!
Moana se deslizó cuesta abajo sobre el tronco, dándole breves recuerdos de su viajes de navegación, cuando se deslizaba sobre el mástil del velero. Al aterrizar tomó la canasta, dándole caricias sobre la cabeza del cerdito como muestra de agradecimiento
-Esto es suficiente por ahora.
Tan pronto como giró sus pies en dirección del mar, una veloz sombra voló sobre su cabeza, Moana se dio cuenta que no se trataba de la silueta de un ave común, ningún ave era tan grande como esta, a no ser que se trate de. . .
-¡MAUI!
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El alcón gigante voló lo más rápido que pudo hacia la choza de Moana, con la esperanza de encontrarla por ahí.
Haciendo uso de su anzuelo se transformó en su forma original, saliendo una ráfaga de rayos celestes, cayó en picada al suelo, haciendo retumbar las piedras.
Con el corazón acelerado, Maui entró a la choza, rogando que no se haya ido todavía.
-¡MOANA! -abrió las cortinas de golpe, buscando desesperadamente con la vista alguna señal de ella, encontrándose tristemente con nada a su paso.
Maui sintió como se le detuvo el aliento, era demasiado tarde.
-Se ha ido -terminó la frase desalentado, pero nunca derrotado, apretó su puño fuertemente, decidido a a buscarla-. Tengo que encontrarla, cueste lo que me cueste.
-¡Maui! -una entusiasmada y melodiosa voz lo llamó por detrás de las cortinas, provocando que el semidiós girara su cabeza ilusión y asombro -¡Volviste!
El sin decir nada, corrió y la abrazó como si nunca hubiera un mañana. Moana reaccionó con sorpresa.
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Unidos por el Océano
FanficHan pasado varios años desde que Moana se ha convertido en la jefa de la aldea, sus padres no podían sentirse más orgullosos, logró que el pueblo volviera navegar, a revivir esa hermosa herencia de sus ancestros. Lamentablemente la alegría no durarí...