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Ambos les contaron con claridad de detalles su misión, para cual estaban destinados a cumplir, y encontrar la causa del porqué el mar se debilitaba.

Sina al principio no podía comprender, para ella no parecía que el mar estaba en malas condiciones, los pescadores iban pescando peces suficientes navegando de barlovento y sotavento, hasta más allá de las zonas pesqueras.

Al explicarle sobre el mensaje provenía de la abuela Tala, pudo entender la gravedad del asunto, si estaba en sus manos poder evitar que el peligro siga extendiendose a la Isla, lograrían salvar cantidades de vidas.

Aunque no era algo sencillo, solo Sina era la única, a parte de Moana, que conoció al verdadero Maui, tomará mucho tiempo ganarse la confianza de los isleños, mucho al igual que Tui, que era un hombre estricto y no fácil de persuadir en sus pensamientos.

Además que los segundos pasaban, no había tiempo que perder, debían zarpar lo más rápido posible para detener este gran mal.

Así que los tres idearon un plan, así como Moana se atrevió con valentía a cruzar el vasto océano por el bienestar de su pueblo en medio de la noche y la oposición de su padre, sabía en quién contar, su madre.

Ella a pesar de verla empaquetando suministros, su conciencia le dictaba que estaba haciendo lo correcto, con lágrimas en los ojos ayudó a Moana a llevar más comida y todo lo que necesitaba para el viaje.

Pusieron en marcha preparar el velero

Tui a pesar de ser sobreprotector con Moana, si tenía la plena confianza en ella,
como navegante, ya no sentía terror por perderla en el feroz mar, porque sabía que su hija era fuerte y decidida, al igual que él, su padre.

"Esto es lo tuyo" afirmaba orgulloso su padre en cada oportunidad que tenía al resaltar los dotes de su única hija.

Pero difícilmente la dejaría ir a una misión que verdaderamente signifique un riesgo para ella, pudo dejar atrás su trauma con el mar, pero definitivamente no aceptaría que su hija enfrente nuevamente a mosuntruos descomunales, no si él podía evitarlo.


Sina se encargó, en recolectar suficientes frutas para su viaje, incluso si duraba un mes, el problema era como decirle a Tui después de que se de cuenta que su hija se fue sin avisarle.

Moana le dio a su madre su preciada corona de flores rojas, dijo que esto representaba el enorme amor que sentía por ellos, sus padres.

El círculo que simboliza su infinidad y conexión, era como si estuviera aún con ellos, a pesar de la distancia, el amor los mantenía unidos.

Moana abrazó fuertemente a su madre, agradecida por su apoyo y confianza en ella, también por haber aceptado a Maui como un buen compañero para Moana, sabiendo que estaba en buenas manos.

-Por favor, mantenla a salvo -comentó por última vez, forzando una sonrisa para evitar llorar, a pesar que confiaba en la capacidad de Moana, siempre había una pizca de duda por las salvajes circunstancias que se podrían presentar

-Lo prometo -dijo tranquilo Maui, regalandole una sonrisa cerrada para consolarla.

Moana se despidió de Pua, acarició sus grandes orejas terminado sobre su pequeño hocico.

-Adiós Pua, -mostró una tierna sonrisa, emocionada y nerviosa al mismo tiempo antes de partir-. Te extrañaré al igual que a todos.

Moana corrió saltando dentro del velero, lista con el remo en la mano, gracias a que su madre regresó trayéndolo de su choza, Maui alzó el velero con su brazo derecho, sin ningún esfuerzo, haciendo que la isleña casi pierda el equilibrio.

Maui presumió su fuerza flexionando su brazo libre, pero Moana dio golpecitos sobre las tablas con el mango del remo, llamando su atención, para no perder tiempo, el giró los ojos y con una sonrisa decidida corrió hasta el mar, haciendo una maniobra de lanzar el bote y subirse encima al mismo tiempo.

Su madre, con lágrimas en sus ojos, sin poder esconderlos más, sonrió y se despidió con su mano, saltando para que la vean desde lejos.

-¡Adiós! -gritó Moana a todo pulmón, estando segura que solo ella se encontraba ahí-. Muchas gracias por ayudarnos mamá, te estaré agradecida siempre.

-¡CHEEEJUUUU!

El velero logró ir a gran velocidad , Maui extrañaba ser el amo del viento, extrañaba tener esta clase de aventuras con su compañera más preciada.

Moana se subió al mástil del velero, amaba sentir como el viento acariciaba su piel y soplaba sus rizos, entendía porque Maui le encantaba tanto estar ahí.

Como lo había enseñado su buen amigo y maestro, "navegar es trazar una ruta en tu mente, es saber donde estás, porque sabes dónde estuviste".

-Siguiente parada, Isla Kuaihelani

Unidos por el OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora