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La proa del velero se movía lentamente con la ayuda del viento, el sonido del mar era pacífico y los rayos del sol mejoraban la atmosfera, era un paisaje paradisíaco.

Hasta que la proa chocó suavemente contra el borde de una Isla, haciendo que las tablas rechinen levemente.

Ante este sonido, Moana abrió los ojos despacio, estaba descansando un poco, entonces cuando despertó completamente, esbosó una gran sonrisa.

Se apoyó con sus brazos y se levantó dando un quejido, las tablas no eran muy cómodas para recostarse, pero esto no la molestaba, porque aprendió que un auténtico navegante jamás se duerme.

Lamentablemente se durmió, sin embargo, en días anteriores, Maui le ofreció encargarse del velero si un caso eso sucedía, un semidios no necesitaba dormir, a lo que ella estaba agradecida por su ayuda y de tenerlo a su lado.

—¿Ya es aquí? —Moana inspeccionó con la mirada cada rincón de la isla, era hermoso, realmente muy verde y agradable—. ¡Por fin!, ¡Maui, llegamos!

Giró la cabeza hacia atrás, mas no había nadie, solamente un velero vacío e inanimado.

—Que extraño, se fue sin mi. . .—dijo en voz baja para sí misma, luego se molestó —¡Se fue sin mí!

Se enfureció porque le había dicho que no se preocupase, que él se encargaría de navegar, pero la dejó sola, confió en él, no era justo, ni siquiera la despertó para avisarle que se iba a ir.

La isleña aseguró el velero con una soga y una estaca, clavandola sobre el suelo arenoso con mucha fuerza.

—¿Qué se supone que haga ahora?, ¿debo esperar?, no soy buena en sentarme y no hacer nada. De acuerdo, iré yo misma, con o sin él.

Corrió hacia una palmera cercana, y distinguió unas prominencias familiares, demasiado familiares que terminaron sorprendiendola.

—Esta Isla. . . Ya la habíamos visitado antes —Moana empezó a unir las piezas en su mente—. ¿Otra vez estoy. . .

Inesperadamente un sonido fuera de lo común la espantó, era como el grito agonizante de un alma desgarrandose, haciéndose más débil hasta perderse.

Ella giró la cabeza con espanto, buscando de dónde provenía esa voz, hasta que descubrió que era del mar.

—¡¿Océano?! —expresó aterrada, ¿el océano realmente emitió un sonido?—. No, no. . . ¡NO!

Un camino grueso color carbón empezó a formarse encima del mar, no parecía tener principio, subiendo rápidamente, mientras que más líneas empezaban a surgir, llegando a aquella isla.

El mar ya no era más azul, empezaba a oscurecerse a medida que avanzaba, estaba desesperandola, solo significaba una cosa.

La muerte había llegado para quedarse.

Los peces empezaban a saltar del mar, intentando con todas sus fuerzas escapar, pero era demasiado tarde, el daño estaba muy avanzado y aniquilaba la vida marina sin compasión alguna.

A lo lejos vio como las montañas verdes empezaban a tornarse oscuras, y se formaban grietas con un intenso brillo magma, un amarillo incandescente qué quemaba todo a su paso.

Hasta que se dio cuenta que no eran solo montañas, era Te Fiti, que se estaba sentando, no toda la parte de ella había sido corrompida, luchaba con todas sus fuerzas contra ese mal.

Los ojos de Moana empezaban a humedecerse al verla en ese estado, sacudió la cabeza, negando lo que estaba pasando, y fue corriendo hacia ella con todas sus fuerzas, sin importar que el calor empezaba a aumentar.

Te Fiti estaba en problemas.

Ella de tanto correr cayó sobre sus rodillas debilitada, el calor era abundante que no podía dejar de sudar, la estaba haciendo sentir mareada y jadeaba de lo sofocada que se sentía, era demasiado ardiente para cualquier humano, era imposible resistir.

Entonces sintió el suelo temblar, Moana intentó mantener el equilibrio.

Del piso emergió una mano gigantesca, manteniendola lejos del calor, y llevándola a la altura de su cabeza, encontrándose cara a cara con una Te Fiti preocupada y profundamente triste.

Ambas se regalaron un hongi, descansando brevemente su propia frente cotra la otra, a pesar de sentirse mal, Te Fiti estaba aliviada de verla de nuevo.

Ambas se regalaron un hongi, descansando brevemente su propia frente cotra la otra, a pesar de sentirse mal, Te Fiti estaba aliviada de verla de nuevo

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Moana se inclinó en reverencia, luego se enderezó al instante.

—¡¿Qué está sucediendo?!

Te Fiti, parpadeó lentamente, mostrando otra vez dolor que la había apresado, con su mirada señaló la causa de su problema

Su corazón estaba fragmentado y algunas partes desaparecieron.

Moana se quedó estupefacta, lamentándose grandemente por aquella desgracia.

—¡¿Q-quién?! —dijo Moana quebrantada, con lágrimas en sus ojos y apretando sus dientes—. ¡¿Quién fue?!,  ¡¿Quién fue aquel que te hizo este gran daño?!

Al instante de terminar la frase, surgió de las profundidades del oceano una gran y espantosa criatura, era completamente oscura e iba creciendo de tamaño, la ira de ese mountruo era descomunal, que ha cada paso que daba el cielo iba perdiendo su color celeste.

Toda la vida en la Isla madre se convirtió en ceniza, parecido al carbón que con el viento se iba perdiendo gradualmente.

Te Fiti sintió un gran dolor en su pecho, ella apretó los ojos con fuerza, puso a Moana en el suelo rápidamente, rogándo con la mirada que corra lo más lejos posible, ¡AHORA!

Hasta que la oscuridad se apoderó de ella, convirtiendola en lava y piedra, la ira y la pena habían tomado el control.

Unidos por el OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora