𝐈𝐈𝐈

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𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞
strokes of destiny

Una tarde un tanto nublada me encontraba encerrada en mi habitación estudiando para mi último examen de diseño gráfico. Mientras estudiaba había recibido una llamada urgente de mi hermana. Hoy pasé el día con mi sobrino Lucas, y como mi hermana ya estaba por desocuparse del trabajo tenía que llevar a mi sobrino a su casa; el tráfico estaba imposible así que decidí tomar el metro para llegar más rápido. Lucas, emocionado por el viaje en tren, saltaba y señalaba todo lo que veía a través de las ventanas del vagón.

—¡Tía Lucía, mira ese tren! —exclamaba Lucas, sus ojos brillando de entusiasmo.

Nos acomodamos en el último vagón, donde había menos gente. Lucas se sentó junto a la ventana y yo saqué mi cuaderno de bocetos y lápices, esperando poder dibujar un poco mientras vigilaba a mi sobrino. Era un poco talentosa al ilustrar y siempre llevaba mis materiales conmigo.

En la siguiente estación, entró un grupo de chicos, riendo y conversando animadamente. Uno de ellos llamó por completo mi atención de inmediato. Era alto, con una sonrisa contagiosa y un aire despreocupado. Se sentaron un par de filas delante de nosotros y no pude evitar sacar mi cuaderno y comenzar a dibujar el perfil del chico.

Lucas, ocupado con su juguete favorito, no prestaba atención. Yo por otro lado me concentré en cada detalle: la línea de la mandíbula del chico, su nariz, el cabello ligeramente despeinado. Mientras lo hacía, me percaté de que él y sus amigos hablaban de fútbol. Mencionaron nombres de equipos y jugadores, y de repente, uno de los chicos dijo "Pablo". Me detuve por un momento y levanté la vista. ¿Podría ser...? No, era imposible.

Lucas, siempre atento a cualquier cosa relacionada con el fútbol, de repente abrió los ojos como platos.

—¡Tía Lucía, esos son futbolistas! —susurró, tirando de la manga de mi suéter —. ¡Ese es Pablo Gavi!

Miré a Lucas, impresionada por su conocimiento, y luego volvía mirar al grupo de chicos. Sí, definitivamente era Pablo Gavi. No pude evitar sentirme un poco nerviosa, pero decidí seguir dibujando, intentando no parecer demasiado obvia.

Mi sobrino sin poder contener su emoción, se levantó y se acercó tímidamente al grupo de chicos.

—¿Perdona, tú eres Pablo Gavi, verdad? —preguntó con una mezcla de nerviosismo y admiración.

Pablo se giró y le sonrió.

—Sí, soy yo. ¿Y tú cómo te llamas? —respondió amablemente.

—Me llamo Lucas. ¡Soy un gran fan tuyo y del equipo! —dijo Lucas, sus ojos brillando de emoción.

Los amigos de Pablo se rieron y le dieron una palmadita en la espalda a Lucas.

—¡Tienes buen gusto, Lucas! —dijo uno de ellos—. ¿Cuál es tu jugador favorito?

—¡Es Pablo, claro! —respondió Lucas sin dudarlo.

Pablo sonrió y se arrodilló para estar a la altura de Lucas.

—Gracias, Lucas. ¿Te gusta el fútbol?

—¡Sí! Juego en el equipo de mi escuela. —Lucas respondió con entusiasmo.

Mientras tanto, me encontraba observando la escena con una mezcla de asombro y alegría. No podía creer lo bien que Lucas se llevaba con los futbolistas.

De un momento a otro Pablo se volvió hacia mí, tal vez por algo que le dijo Lucas y notó el cuaderno de bocetos que se encontraba entre mis manos.

—Oye, ¿eso soy yo? —preguntó, señalando el dibujo.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 • 𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨 𝐆𝐚𝐯𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora