𝐈𝐗

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𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐧𝐢𝐧𝐞
beyond the tradition

Con Pablo llevábamos juntos tres años, una relación que muchos admiraban por la aparente solidez y cariño mutuo. Yo, una joven arquitecta apasionada por mi trabajo, había encontrado en Pablo, un exitoso futbolista, a mi compañero ideal. Juntos compartíamos sueños, viajes y un amor que parecía inquebrantable.

Sin embargo, en los últimos meses, había comenzado a notar cambios en el comportamiento de Pablo. Solía llegar tarde a casa, alegando entrenamientos extras o compromisos con el equipo. Sus respuestas se volvieron más evasivas y sus excusas, menos convincentes. A pesar de las dudas que empezaban a surgir en mi corazón, decidí confiar en él, atribuyendo su comportamiento a la presión de su carrera.

Una noche, mientras esperaba a Pablo en casa, su teléfono vibró con un mensaje de una amiga cercana. El mensaje contenía una foto de Pablo en un restaurante, abrazado a una mujer que no conocía. Mi corazón se hundió y la incredulidad se mezcló con la tristeza y el enojo. Decidí no confrontarlo inmediatamente, optando por observar y obtener más información antes de enfrentar la situación.

Durante las semanas siguientes, noté más signos del engaño de Pablo: mensajes en su teléfono que ocultaba rápidamente, llamadas a altas horas de la noche y un distanciamiento emocional que no podía ignorar. Decidí seguirlo una noche después de uno de sus supuestos "entrenamientos". Con el corazón latiendo a mil por hora, lo vi entrar en un café y encontrarse con la misma mujer de la foto. Sus risas y miradas cómplices confirmaron lo que temía: Pablo me estaba engañando.

Con la certeza de la traición, decidí enfrentar a Pablo al día siguiente. Elegí una cafetería tranquila, un lugar que solía ser mi refugio. Cuando Pablo llegó, lo recibí con una mirada que mezclaba dolor y determinación.

—Pablo, necesitamos hablar —dije, mi voz temblando levemente.

—Claro, Laura, ¿qué pasa? —respondió él, notando la seriedad en mi expresión.

—Sé que me estás engañando —dije directamente, sin rodeos.

Pablo se quedó helado, sin saber qué decir. Continué, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.

—He visto las fotos, los mensajes. Te he seguido y te he visto con ella. ¿Cómo pudiste hacerme esto?

Pablo intentó justificar sus acciones, pero no había excusa que pudiera reparar el daño hecho. Me levanté, con la cabeza en alto y el corazón roto.

—No puedo seguir así, Pablo. Merecemos algo mejor que esto. Tú y yo. Adiós.

Con esas palabras, salí del café, dejando atrás una relación que, aunque había sido hermosa en su momento, ahora estaba irremediablemente marcada por la traición. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también estaba segura de que encontraría la fuerza para seguir adelante y reconstruir mi vida.







𖦹𖦹𖦹








Con el tiempo, encontré consuelo en mis amigos y en el trabajo. Aunque la herida tardó en sanar, cada día me sentía un poco más fuerte. Aprendí a valorarme y a reconocer que merecía un amor genuino y sincero. Descubrí una nueva versión de mí misma: una mujer valiente, resiliente y lista para encontrar la felicidad de nuevo, lejos de las sombras del engaño.

Los meses pasaron y un día, mientras revisaba unos planos en una cafetería cercana a mi oficina, alguien se acercó a su mesa. Levanté la vista y me encontré con una mirada amable y unos ojos curiosos.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒, 𝗽𝗮𝗯𝗹𝗼 𝗴𝗮𝘃𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora